La sentencia por unanimidad del Supremo por la destitución del coronel Pérez de los Cobos es un duro golpe a la arbitrariedad gubernamental. Lo razonable sería que fuera repuesto al frente de la comandancia de Madrid y ascendido a general en el próximo consejo de ministros. Marlaska es un magistrado, que temporalmente ha accedido a la condición de ministro, y sabe la importancia que tiene una sentencia por unanimidad de los jueces de lo contencioso-administrativo más prestigiosos de España. En algún momento dejará el ministerio y tendrá que regresar a la carrera judicial. No es lo mismo hacerlo con la cabeza alta, asumiendo que se equivocó, pero enmendando el desastre, o con el rechazo de sus compañeros por ignorar una sentencia del Supremo. No vale insistir en que se mantiene la «pérdida de confianza», salvo que incluya el legítimo derecho a defenderse ante una decisión arbitraria. Este pronunciamiento es muy importante, porque pone coto a los ceses discrecionales en Interior.
La carrera de un alto mando de la Guardia Civil no puede estar condicionada por los intereses espurios del Poder Ejecutivo.