La política internacional del sanchismo es un auténtico despropósito. Lo único que sabemos con certeza es que está supeditada a los intereses y los cambios de humor del inquilino de La Moncloa. Ni busca consensos ni justifica sus actos erráticos. Lo único que sabemos sobre ello son cuatro generalidades que parecen surgidas de uno de esos manuales para activistas que elaboraban las oficinas de propaganda de la URSS. La deriva autoritaria en el PSOE ha conducido a un culto a la personalidad que excluye cualquier crítica o autocrítica, porque el líder carismático lo hace todo bien incluso cuando se equivoca. Ha decidido que España tiene que estar en el lado correcto de la Historia, que es el que más le conviene en clave partidista. Lo hace apoyando la Guerra de Ucrania contra Putin mientras reconoce un inexistente e inviable Estado palestino que estaría controlado por Hamás, que es la marioneta de Rusia e Irán. Por cierto, dos regímenes autoritarios que son enemigos de las democracias occidentales. Mientras Putin preparaba su siguiente ofensiva contra Ucrania y empezaba a flaquear el apoyo aliado a Zelenski, los terroristas de Hamás lanzaron un ataque brutal contra Israel. No fue una casualidad.