El siglo XXI es de aprender, desaprender y reaprender

El siglo XXI es de aprender, desaprender y reaprender. Asistimos a un mundo que se caracteriza por presentar cambios radicales en diferentes ámbitos. Es un hecho notorio. Del mismo modo, estos cambios son RÁPIDOS que arredra una incertidumbre e indeterminación que nos genera amplias dudas sobre lo que creemos saber.En este momento, lo que les estoy afirmando, en breve puede ser ya un baremo histórico, porque son tiempos imprevisibles.

En una estancia de formación en Estrategia de Campañas políticas que hice en la George Washington University, en noviembre de 2017, me regala su Texto Jaime Durán Barba, que por cierto es un texto provocador y bien documentado sobre la Política en el siglo XXI, Arte, Mito o Ciencia (Debate, 2017, p. 36), un libro pasado de años porque fue publicado en el año 2017, sin embargo, sigue siendo válido lo que allí afirma que “Entre 2014 y 2016, la humanidad creó tanta información como toda la que pudo acumular desde la prehistoria hasta 2014.

La cantidad de información existente en ese año fue de cinco zettabytes, o sea de unos cinco acompañados de veintitrés ceros. Si se traducía esa información a libros se necesitaba imprimir una cantidad de textos suficiente para hacer cuatro mil quinientas pilas de textos que lleguen desde la Tierra hasta el Sol. Entre 2014 y 2016 esa información se duplicó y llegó a diez zettabytes, o sea que al terminar ese año se pudieron construir nueve mil pilas de libros entre la Tierra y el Sol”.

En pocas décadas el mundo de la información ha dado un giro de 180 grados desde la entrada del internet, y ahora más con la IA. El dato es el nuevo petróleo, hace rato se escucha por ahí, con razón.

Un dato es un conjunto discreto, de factores objetivos sobre un hecho real.