La aparición de dos niños africanos abandonados en el Aeropuerto El Dorado, en Bogotá, puso los reflectores sobre un tema que ya venía ocurriendo de manera invisible desde hace semanas: la aparición de decenas de migrantes provenientes de ese continente que pretenden hacer tránsito para ingresar a Estados Unidos o Canadá, bajo promesas de nuevos coyotes, similares a los que estafan y explotan a los migrantes en el Tapón del Darién, pero esta vez en una ruta aérea que conecta a África con Estambul, Bogotá, Panamá, Nicaragua y El Salvador. No hablan español ni inglés, y las autoridades migratorias los aíslan en un espacio del aeropuerto en donde permanecen en condiciones poco sanitarias.

La migración ilegal no existe, ya hablaremos de esto. Pero el tema ha desatado, además, el racismo y la aporofobia entre muchos colombianos que han olvidado que nosotros también fuimos víctimas de esos prejuicios. Además, despertó un debate político acerca de la flexibilidad de las leyes de tránsito aéreo pero que también apunta contra la vicepresidenta Francia Márquez ¿qué tan cierto es que su gestión en África haya tenido que ver con este fenómeno migratorio? y lo más importante: ¿qué hará Colombia para resolver esta situación, mientras siguen llegando los aviones?

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