La sequía altera el campo español: menos arroz y más frutos secos
24 mag 2023 ·
5 min. 48 sec.
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Las consecuencias de la sequía actual, a pesar de las lluvias de los últimos días, está empujando a los agricultores a actuar. El campo español está cambiando los cultivos allá...
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Las consecuencias de la sequía actual, a pesar de las lluvias de los últimos días, está empujando a los agricultores a actuar. El campo español está cambiando los cultivos allá donde sea posible, reduciendo los que necesitan mucha agua, como el arroz, por otros como los frutos secos.
Hay que tener en cuenta que este año se están superponiendo tanto la sequía meteorológica, provocada por la escasez continua de precipitaciones; como la de tipo agrícola, marcada por el déficit de humedad en el suelo.
Esta situación afecta a los cultivos de secano, porque no llueve, y a los de regadío, porque se deben recortar sus dotaciones de agua, ante el constante descenso del nivel de los embalses, por debajo de lo normal, algo propio también de la sequía hidrológica.
Así, muchos productores han visto una merma en sus producciones, mientras que los costes no dejan de incrementarse. Tan complejo es que se debaten entre sembrar en una superficie menor, o incluso dejar de hacerlo, si no les sale rentable.
Y no es que la agricultura española no esté adaptada a las condiciones climáticas, o a los recursos disponibles. De hecho, es una de las más desarrolladas del mundo, como recuerda el agrónomo Julián Martínez, en declaraciones recogidas por EFE. Pero la situación es tan extrema, que el campo debe adecuarse aún más a los episodios cíclicos de sequía, cada vez más recurrentes e intensos.
El experto cree que los productores de secano no tienen mucho margen de actuación, más allá de intentar mitigar las pérdidas, gastando menos en la recolección o la fertilización. En el caso del regadío, depende del agua en los embalses y los acuíferos, pero también de la desalación y la depuración, opciones que se están promoviendo en tiempos de sequía, como los actuales.
Además de mejorar la eficiencia del riego, es un terreno en el que se pueden producir modificaciones en los cultivos. Es el caso, por ejemplo, del arroz, que no va a poder regarse, con las pérdidas económicas que conlleva.
En el caso del Bajo Guadalquivir, los regantes van a dejar de regar el algodón y el tomate, los dos grandes cultivos de verano. Y si persiste la sequía el próximo año, tendrán que concentrar el agua disponible en cultivos de invierno y primavera, como el trigo y la remolacha, que solo necesitan unos riegos de apoyo.
Pero, con la mirada puesta en el largo plazo, tienen mayor potencial los árboles que requieren menos agua, como el pistacho o el almendro. Se trata de cultivos de alta rentabilidad, que han tenido grandes inversiones en los últimos años. Es lo que ha pasado, por ejemplo, en Andalucía, donde en los últimos años se ha sustituido el cultivo de maiz por el de hortalizas, frutales y olivar.
En el caso del olivo, se está haciendo un esfuerzo tremendo, regando con muy poca agua, por goteo. Igual que en la fruticultura, donde se aplica el riego deficitario en los momentos más críticos, para salvar las plantaciones.
Sobre los esfuerzos actuales para combatir la sequía en el campo, según el profesor de la Politécnica de Madrid Carlos Hernández, observa muchas medidas de emergencia, pero echa en falta otras más estructurales, para garantizar el suministro, como podría ser un Pacto de Estado sobre el agua, que vaya más allá de las cuencas hidrográficas. No se pueden pensar las inversiones a 3 o 4 años, sino que hay que planificar con un horizonte temporal muy amplio. Esto obliga a modernizar el regadío, o a revisar el reparto del agua entre los distintos usos.
Otro aspecto en el que es necesario avanzar es en el de las previsiones meteorológicas, para que los agricultores de secano puedan tomar mejores decisiones, y en el caso de regadío, para que puedan optar por productos de mayor valor añadido, como hortalizas, frutas y verduras, que pueden suponer una ventaja en condiciones de menor disponibilidad de agua.
Hay otros puntos a desarrollar, como son la necesidad de emplear el riego de precisión, reutilizar el agua en el campo, reducir las pérdidas por evaporación, ajustar los calendarios agrícolas a las nuevas condiciones o seleccionar cultivos con menos necesidades hídricas y más tolerancia al calor y la salinidad.
La sequía ha transformado el campo, que se enfrenta a un desafío sin precedentes. Los agricultores necesitan replantear los cultivos con los que trabajan, y explorar nuevas estrategias para adaptarse a los caprichos de la naturaleza.
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Hay que tener en cuenta que este año se están superponiendo tanto la sequía meteorológica, provocada por la escasez continua de precipitaciones; como la de tipo agrícola, marcada por el déficit de humedad en el suelo.
Esta situación afecta a los cultivos de secano, porque no llueve, y a los de regadío, porque se deben recortar sus dotaciones de agua, ante el constante descenso del nivel de los embalses, por debajo de lo normal, algo propio también de la sequía hidrológica.
Así, muchos productores han visto una merma en sus producciones, mientras que los costes no dejan de incrementarse. Tan complejo es que se debaten entre sembrar en una superficie menor, o incluso dejar de hacerlo, si no les sale rentable.
Y no es que la agricultura española no esté adaptada a las condiciones climáticas, o a los recursos disponibles. De hecho, es una de las más desarrolladas del mundo, como recuerda el agrónomo Julián Martínez, en declaraciones recogidas por EFE. Pero la situación es tan extrema, que el campo debe adecuarse aún más a los episodios cíclicos de sequía, cada vez más recurrentes e intensos.
El experto cree que los productores de secano no tienen mucho margen de actuación, más allá de intentar mitigar las pérdidas, gastando menos en la recolección o la fertilización. En el caso del regadío, depende del agua en los embalses y los acuíferos, pero también de la desalación y la depuración, opciones que se están promoviendo en tiempos de sequía, como los actuales.
Además de mejorar la eficiencia del riego, es un terreno en el que se pueden producir modificaciones en los cultivos. Es el caso, por ejemplo, del arroz, que no va a poder regarse, con las pérdidas económicas que conlleva.
En el caso del Bajo Guadalquivir, los regantes van a dejar de regar el algodón y el tomate, los dos grandes cultivos de verano. Y si persiste la sequía el próximo año, tendrán que concentrar el agua disponible en cultivos de invierno y primavera, como el trigo y la remolacha, que solo necesitan unos riegos de apoyo.
Pero, con la mirada puesta en el largo plazo, tienen mayor potencial los árboles que requieren menos agua, como el pistacho o el almendro. Se trata de cultivos de alta rentabilidad, que han tenido grandes inversiones en los últimos años. Es lo que ha pasado, por ejemplo, en Andalucía, donde en los últimos años se ha sustituido el cultivo de maiz por el de hortalizas, frutales y olivar.
En el caso del olivo, se está haciendo un esfuerzo tremendo, regando con muy poca agua, por goteo. Igual que en la fruticultura, donde se aplica el riego deficitario en los momentos más críticos, para salvar las plantaciones.
Sobre los esfuerzos actuales para combatir la sequía en el campo, según el profesor de la Politécnica de Madrid Carlos Hernández, observa muchas medidas de emergencia, pero echa en falta otras más estructurales, para garantizar el suministro, como podría ser un Pacto de Estado sobre el agua, que vaya más allá de las cuencas hidrográficas. No se pueden pensar las inversiones a 3 o 4 años, sino que hay que planificar con un horizonte temporal muy amplio. Esto obliga a modernizar el regadío, o a revisar el reparto del agua entre los distintos usos.
Otro aspecto en el que es necesario avanzar es en el de las previsiones meteorológicas, para que los agricultores de secano puedan tomar mejores decisiones, y en el caso de regadío, para que puedan optar por productos de mayor valor añadido, como hortalizas, frutas y verduras, que pueden suponer una ventaja en condiciones de menor disponibilidad de agua.
Hay otros puntos a desarrollar, como son la necesidad de emplear el riego de precisión, reutilizar el agua en el campo, reducir las pérdidas por evaporación, ajustar los calendarios agrícolas a las nuevas condiciones o seleccionar cultivos con menos necesidades hídricas y más tolerancia al calor y la salinidad.
La sequía ha transformado el campo, que se enfrenta a un desafío sin precedentes. Los agricultores necesitan replantear los cultivos con los que trabajan, y explorar nuevas estrategias para adaptarse a los caprichos de la naturaleza.
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Autore | elEconomista |
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