La guerra agrava la crisis de los fertilizantes
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El precio de los fertilizantes tiene una repercusión directa en la industria alimentaria. Tiene un impacto directo en el rendimiento de los cultivos, pero también en la elaboración de ciertos...
mostra di piùEsta crisis no es nueva. Veníamos hablando del problema de los precios de los fertilizantes desde hace meses, desde mucho antes de que Rusia decidiera invadir Ucrania. Los precios del gas, la electricidad y el petróleo, la crisis logística, junto a la gran cosecha de 2020, y el paso del huracán Ida por Nueva Orleans, ya habían provocado un importante desajuste entre la oferta y la demanda el año pasado. Y grandes problemas entre los fabricantes, que se tradujeron en la reducción temporal de la producción, e incluso en el cierre de algunas plantas, por los altos costes.
Para entender esta crisis, hay que tener en cuenta que el gas representa el 80% del coste de producción del amoniaco, que es la principal materia prima de los abonos nitrogenados. Y por si fuera poco, es una industria con un consumo intensivo de electricidad.
Pero hasta el momento, y a pesar de que los precios estaban disparados, el suministro estaba garantizado. Pero con la invasión de Ucrania por parte de Rusia, un conflicto cuyos efectos el sector ha notado rápidamente, los costes han subido de nuevo y, ahora sí, el abastecimiento está amenazado.
Al menos así lo defienden los productores, que advierten de que es posible que tengan que aplicar nuevas subidas de precios, para cubrir el incremento de los costes de producción. Así lo aseguran desde la Asociación Nacional de Fabricantes, que cree que este conflicto "puede agravar la actual situación, haciendo subir más los precios del gas e incluso producir problemas de abastecimiento".
La vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, por el contrario, defiende que no, que no hay riesgo de falta de suministro de fertilizantes españoles. Aunque las tensiones en los mercados internacionales, eso sí, acabarán repercutiendo en los precios.
En la misma línea se ha expresado en las últimas semanas el responsable de Agricultura, Luis Planas, que ha recordado en el Congreso que la mitad de los productos fertilizantes que se consumen en España son de producción nacional.
Pero claro, hablamos de que Rusia es el segundo mayor productor mundial de amoniaco, urea y potasa. Y el quinto en fosfatos procesados. Además de ser uno de los grandes exportadores de fertilizantes a los países de la Unión Europea.
Nos enfrentamos a un escenario que puede hacer inviable la producción, que puede volver a provocar cierres temporales en algunas plantas productivas. Sobre todo si dejan de ser competitivas frente a la competencia rusa o la del norte de África. Incluso hay compañías que ya se plantean una deslocalización de sus fábricas.
De nuevo, la primera en dar el paso ha sido la noruega Yara, el mayor productor mundial de fertilizantes, y que ya ha anunciado una reducción temporal de su producción en sus plantas de Italia y Francia. Cree que limitará su capacidad a la mitad, pero tratará de compensar la situación con las fábricas en el resto del mundo.
El sector suma otra preocupación: la entrada en vigor el próximo verano de un nuevo reglamento de fertilizantes, que incluye nuevas restricciones al contenido de cadmio. Es un suministro del que, de nuevo, hay gran dependencia de Rusia, donde están los mayores yacimientos. Por eso el sector pide revisar esos límites, sobre todo en las circunstancias actuales, y reducir todos los obstáculos y barreras que lastran la competitividad de las empresas.
Mientras tanto, los primeros efectos de la crisis de fertilizantes empiezan a sentirse en la campaña de cereales, ya amenazada por la sequía extrema, la incertidumbre sobre los precios y los problemas de la guerra en Ucrania, granero de Europa. El agricultor español, que estaba retrasando la compra de fertilizantes a la espera de un ajuste de precios que ya no se va a producir, está limitando hasta el límite las dosis de abono necesarias. Si no se agregan los nutrientes fundamentales, la cosecha podría reducirse de manera significativa.
Por su parte, los países más dependientes de las exportaciones de fertilizantes rusos, como Brasil, trabajan para asegurarse el suministro. En este sentido, reclaman sacar los nutrientes de los cultivos de las sanciones económicas. Un plan, dicen, que cuenta con el apoyo de Argentina y de otros países sudamericanos.
Brasil es líder en exportación de soja, café y azúcar, y depende de los fertilizantes para su producción. El 85% los importan, siendo Rusia su principal proveedor. Mientras encuentran una solución a largo plazo para reducir su dependencia de Putin, acuden a Canadá, Irán y a otros países árabes para tratar de asegurar el suministro. Se intensifica la diplomacia de los fertilizantes.
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Autore | elEconomista |
Organizzazione | elEconomista |
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