Aunque menos frecuentes que hacia personas, porque los perros que conviven y se quieren suelen gestionar competentemente estos temas por sí mismos, los problemas relacionados con los recursos también pueden darse entre perros adultos.

Las malas noticias es que, si bien son menos frecuentes, suelen ser más graves y pueden terminar como el rosario de la aurora (pues consúltalo), siendo necesaria la intervención profesional en muchos de ellos.

También es emocionalmente difícil para las personas: a la merma de relación entre nuestros perros y los riesgos inherentes, tenemos que sumar la dureza de ver sus enfrentamientos, decidir qué hacer cuando suceden y cómo hacerlo, reorganizar la convivencia, y, sobre todo, reordenar y mantener nuestro cariño hacia los perros. Esto lleva a “soluciones” y decisiones que tienen más que ver con lo que sentimos hacia cada perro debido a cómo se porta con el otro que a una planificación conceptual que pueda resolver el problema. La fórmula para resolver estos problemas siempre empieza con dos ingredientes: cabeza fría y conceptos claros.

Separar este programa era importante porque aunque un conflicto entre perros detone alrededor de un recurso, el problema subyacente -de haberlo, pues no siempre que los perros tienen conflictos implican problemas de fondo- puede no ser de posesión de recursos.

Además, si los conflictos terminan en pelea en un porcentaje alto de casos quizá el trabajo deba cambiar de enfoque y emplear más tiempo y atención en cosas que, aunque no tengan que ver con el problema inicial, sean necesarias para reducir riesgos y acabar con las peleas.

En este programa vemos cómo afrontar un problema relacionado con los recursos entre perros adultos que conviven como tema principal, pero exponiendo también, aunque sea brevemente, las derivadas hacia otros trabajos necesarios.