3 GIU 2022 · La luz ha despertado siempre la curiosidad humana, y desde el punto de vista científico, el estudio de su naturaleza ha ido siempre paralelo a los avances de la tarea científica.
La edad y el tamaño del cosmos están escritos en forma de luz. Y el ser humano como mínima parte de este universo comparte su brillo. Hoy, en este primer capítulo de Luciérnagas, queremos hablaros del inicio de la atracción del hombre por la luz y descubriros pequeñas curiosidades sobre su belleza y su importancia.
La historia de este despertar tiene muchos comienzos, desde las divinidades de las antiguas civilizaciones, a los mitos, pasando al momento en que alguien se preguntó, con la curiosidad propia de la ciencia, sobre la naturaleza de algo que no se ve, pero nos permite ver.
Cuando en la antigua Grecia se empiezan a formar las primeras escuelas de pensamiento es cuando el estudio de la luz empieza a tener un carácter fuera de la mitología. La luz, el sol, siempre se ha asociado a divinidades. En el antiguo Egipto el disco solar era considerado la mayor divinidad. En todas las culturas antiguas, la luz, el sol se ha relacionado con la divinidad, porque la luz es vida. El sol calienta, nacen las plantas, hay cultivo… por tanto no es hasta las primeras escuelas de pensamiento cuando se empieza a analizar la luz desde una base más racional y se empieza a cuestionar la naturaleza de la luz, el porqué del universo…
En este capítulo hemos contado con la colaboración de:
Luis Roso, director del CLPU, y catedrático de Óptica de la Usal.
José Joaquín Caerols, profesor titular de universidad, en el departamento de Filología Clásica de la Universidad Complutense de Madrid.