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En este podcast se recita poesía, se lee literatura y se comparten contenidos para los amantes de la lírica. Espero que les guste :)
5 DIC 2022 · Audio poema de Al hombre sin nombre la mujer eterna de Yolanda Bedregal
Me llegaré al altar del hombre
en ofrenda de huída y rebeldía.
Hombre de ahora y de siempre,
abre tu mano a recibirme
y levántame al cielo como una hostia
aunque soy sólo pétalo de lágrima.
Hombre nuevo y eterno,
escúchame.
Sobre tu pecho roto
llamo y clamo.
Mi palabra golpea
—obsesionante ala obsesionada—
contra las sienes.
Mi palabra del grito
te taladra la frente,
sangre de luz de la herida
bautizará por un instante,
hombre frágil,
a la mujer eterna.
Eterna como el sueño fugaz.
Yo te miro sin ojos desde siempre.
tú me llevas en ti desde que existes.
Si antes no lo sabías,
ahora
ya no lo puedes olvidar.
Yo he crecido en el mar
sobre una ola que se alargó
para volverse tallo.
En ese tallo de agua limpia
he subido a mirar a los ojos de Dios.
Ahora me inclina un hálito a tu mano,
y estoy en ti como la mujer muerta
por la que todos los hombres han llorado.
Tú también has llorado
por tu hija, por tu madre,
por la mujer eterna de cuya muerte vives.
Ya no lo puedes olvidar.
Cuando tus ojos caminen en la sombra,
sentirás todavía por el cuerpo
una dulzura amarga y tibia:
beso en las palmas juntas
y una paloma que huye de tus dedos.
Con mi cara de piedra
yo estoy en la otra orilla.
Existo para ti en este momento;
y para mí no existo
porque soy más que eterna en cinco letras.
En el altar de Hombre fuerte como la vida,
hombre de hierro y hielo,
metal, sangre y espíritu,
cae la ofrenda íntegra
de la mujer lejana.
Mujer de canto y llanto
eterna como el sueño.
5 DIC 2022 · Audiopoema de Se querían de Vicente Aleixandre
Se querían.
Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.
Se querían como las flores a las espinas hondas,
a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando los rostros giran melancólicamente,
giralunas que brillan recibiendo aquel beso.
Se querían de noche, cuando los perros hondos
laten bajo la tierra y los valles se estiran
como lomos arcaicos que se sienten repasados:
caricia, seda, mano, luna que llega y toca.
Se querían de amor entre la madrugada,
entre las duras piedras cerradas de la noche,
duras como los cuerpos helados por las horas,
duras como los besos de diente a diente sólo.
Se querían de día, playa que va creciendo,
ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y flotando…
se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.
Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,
mar altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad de lo vivo, horizontes remotos
ligados como cuerpos en soledad cantando.
Amando. Se querían como la luna lúcida,
como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,
donde los peces rojos van y vienen sin música.
Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal,
mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.
22 NOV 2022 · Audio poema de Veré por ti de Miguel de Unamuno
«Me desconozco», dices; mas mira, ten por cierto
que a conocerse empieza el hombre cuando clama
«me desconozco», y llora;
entonces a sus ojos el corazón abierto
descubre de su vida la verdadera trama;
entonces es su aurora.
No, nadie se conoce, hasta que no le toca
La luz de un alma hermana que de lo eterno llega
y el fondo le ilumina;
tus íntimos sentires florecen en mi boca,
tu vista está en mis ojos, mira por mí, mi ciega,
mira por mí y camina.
«Estoy ciega», me dices; apóyate en mi brazo
y alumbra con tus ojos nuestra escabrosa senda
perdida en lo futuro;
veré por ti, confía; tu vista es este lazo
que a ti me ató, mis ojos son para ti la prenda
de un caminar seguro.
¿Qué importa que los tuyos no vean el camino,
si dan luz a los míos y me lo alumbran todo
con su tranquila lumbre?
Apóyate en mis hombros, confíate al Destino,
Veré por ti, mi ciega, te apartaré del lodo,
te llevaré a la cumbre.
Y allí, en la luz envuelta, se te abrirán los ojos,
Verás cómo esta senda tras de nosotros lejos,
se pierde en lontananza
y en ella de esta vida los míseros despojos,
y abrírsenos radiante del cielo a los reflejos
lo que es hoy esperanza.
22 NOV 2022 · Audiocuento de Patio de tarde de Julio Cortázar
A Toby le gusta ver pasar a la muchacha rubia por el patio. Levanta la cabeza y remueve un poco la cola, pero después se queda muy quieto, siguiendo con los ojos la fina sombra que a su vez va siguiendo a la muchacha rubia por las baldosas del patio. En la habitación hace fresco, y Toby detesta el sol de la siesta; ni siquiera le gusta que la gente ande levantada a esa hora, y la única excepción es la muchacha rubia. Para Toby la muchacha rubia puede hacer lo que se le antoje. Remueve otra vez la cola, satisfecho de haberla visto, y suspira. Es simplemente feliz, la muchacha rubia ha pasado por el patio, él la ha visto un instante, ha seguido con sus grandes ojos avellana la sombra en las baldosas. Tal vez la muchacha rubia vuelva a pasar. Toby suspira de nuevo, sacude un momento la cabeza como para espantar una mosca, mete el pincel en el tarro, y sigue aplicando la cola a la madera terciada.
17 NOV 2022 · Audiopoema de La muerte del payador de Rafael Obligado. Último canto de Santos Vega
Bajo el ombú corpulento,
de las tórtolas amado,
porque su nido han labrado
allí al amparo del viento;
en el amplísimo asiento 5
que la raíz desparrama,
donde en las siestas la llama
de nuestro sol no se allega,
dormido está Santos Vega,
aquel de la larga fama. 10
—20→
En los ramajes vecinos
ha colgado, silenciosa,
la guitarra melodiosa
de los cantos argentinos.
Al pasar los campesinos, 15
ante Vega se detienen;
en silencio se convienen
a guardarle allí dormido;
y hacen señas no hagan ruido
los que están a los que vienen. 20
El más viejo se adelanta
del grupo inmóvil, y llega
a palpar a Santos Vega,
moviendo apenas la planta.
Una morocha, que encanta 25
por su aire suelto y travieso,
causa eléctrico embeleso,
porque, gentil y bizarra,
se aproxima a la guitarra,
y en las cuerdas pone un beso. 30
Turba entonces el sagrado
silencio que a Vega cerca,
un jinete que se acerca
a la carrera lanzado;
retumba el desierto hollado 35
por el casco volador,
y aunque el grupo, en su estupor,
contenerle pretendía,
llega, salta, lo desvía,
y sacude al payador. 40
—21→
No bien el rostro sombrío
de aquel hombre mudos vieron,
horrorizados, sintieron
temblar las carnes de frío.
Miró en torno con bravío 45
y desenvuelto ademán,
y dijo: -«Entre los que están
no tengo ningún amigo,
pero, al fin, para testigo,
lo mismo es Pedro que Juan.» 50
Alzó Vega la alta frente,
y le contempló un instante,
enseñando en el semblante
cierto hastío indiferente.
-«Por fin, -dijo fríamente 55
el recién llegado, -estamos
juntos los dos, y encontramos
la ocasión, que éstos provocan,
de saber cómo se chocan
las canciones que cantamos.» 60
Así diciendo, enseñó
una guitarra en sus manos,
y en los raigones cercanos
preludiando se sentó.
Vega entonces sonrió, 65
y al volverse al instrumento,
la morocha hasta su asiento
ya su guitarra traía,
con un gesto que decía:
«La he besado hace un momento.» 70
—22→
Juan Sin Ropa (se llamaba
Juan Sin Ropa el forastero)
comenzó por un ligero
dulce acorde que encantaba.
Y con voz que modulaba 75
blandamente los sonidos,
cantó tristes nunca oídos,
cantó cielos no escuchados,
que llevaban, derramados,
la embriaguez a los sentidos. 80
Santos Vega oyó suspenso
al cantor; y toda inquieta,
sintió su alma de poeta
como un aleteo inmenso.
Luego, en un preludio intenso, 85
hirió las cuerdas sonoras,
y cantó de las auroras
y las tardes pampeanas,
endechas americanas
más dulces que aquellas horas 90
al dar Vega fin al canto,
ya una triste noche oscura
desplegaba en la llanura
las tinieblas de su manto.
Juan Sin Ropa se alzó en tanto, 95
bajo el árbol se empinó,
un verde gajo tocó,
y tembló la muchedumbre,
porque, echando roja lumbre,
aquel gajo se inflamó. 100
—23→
Chispearon sus miradas,
y torciendo el talle esbelto,
fue a sentarse, medio envuelto
por las rojas llamaradas.
¡Oh, qué voces levantadas 105
las que entonces se escucharon!
¡Cuántos ecos despertaron
en la Pampa misteriosa,
a esa música grandiosa
que los vientos se llevaron 110
era aquélla esa canción
que en el alma sólo vibra,
modulada en cada fibra
secreta del corazón;
el orgullo, la ambición, 115
los más íntimos anhelos,
los desmayos y los vuelos
del espíritu genial,
que va, en pos del ideal,
como el cóndor a los cielos. 120
Era el grifo poderoso
del progreso, dado al viento;
el solemne llamamiento
del combate más glorioso.
Era, en medio del reposo 125
de la Pampa ayer dormida,
la visión ennoblecida
del trabajo, antes no honrado;
la promesa del arado
que abre cauces a la vida. 130
—24→
Como en mágico espejismo,
al compás de ese concierto,
mil ciudades el desierto
levantaba de sí mismo.
Y a la par que en el abismo 135
una edad se desmorona,
al conjuro, en la ancha zona
derramábase la Europa,
que sin duda Juan Sin Ropa
era la ciencia en persona. 140
Oyó Vega embebecido
aquel himno prodigioso,
e, inclinando el rostro hermoso,
dijo: -«Sé que me has vencido.»
El semblante humedecido 145
por nobles gotas de llanto,
volvió a la joven, su encanto,
y en los ojos de su amada
clavó una larga mirada,
y entonó su postrer canto: 150
-«Adiós, luz del alma mía,
adiós, flor de mis llanuras,
manantial de las dulzuras
que mi espíritu bebía;
adiós, mi única alegría, 155
dulce afán de mi existir;
Santos Vega se va a hundir
en lo inmenso de esos llanos...
¡Lo han vencido! Llegó, hermanos,
el momento de morir!» 160
—25→
Aún sus lágrimas cayeron
en la guitarra, copiosas,
y las cuerdas temblorosas
a cada gota gimieron;
pero súbito cundieron 165
del gajo ardiente las llamas,
y trocado entre las ramas
en serpiente, Juan Sin Ropa,
arrojó de la alta copa
brillante lluvia de escamas, 170
Ni aun cenizas en el suelo
de Santos Vega quedaron,
y los años dispersaron
los testigos de aquel duelo;
pero un viejo y noble abuelo 175
así el cuento terminó:
-«Y si cantando murió
aquél que vivió cantando,
fue, decía suspirando,
¡porque el diablo lo venció!»
16 NOV 2022 · Audiopoema de Te quiero de Mario Benedetti
Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro
tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero
y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola
te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
16 NOV 2022 · Audiopoema de Ya toda me entregue de Santa Teresa de Ávila
Ya toda me entregué y di
y de tal suerte he trocado,
que es mi amado para mí,
y yo soy para mi amado.
Cuando el dulce cazador
me tiró y dejó rendida,
en los brazos del amor
mi alma quedó caída.
Y cobrando nueva vida
de tal manera he trocado
que es mi amado para mí,
y yo soy para mi amado.
Hirióme con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedo hecha
una con su Criador,
ya no quiero otro amor
pues a mi Dios me he entregado,
y mi amado es para mí,
y yo soy para mi amado.
16 NOV 2022 · Audiopoema de los consejos de Martín Fierro a sus hijos. La vuelta de Martín Fierro de José Hernández
Un padre que dá consejos
Mas que Padre es un amigo,
Ansi como tal les digo
Que vivan con precaucion—
Naides sabe en que rincon
Se oculta el que es su enemigo.
Yo nunca tuve otra escuela
Que una vida desgraciada—
No estrañen si en la jugada
Alguna vez me equivoco—
Pues debe saber muy poco
Aquel que no aprendió nada.
Hay hombres que de su cencia
Tienen la cabeza llena;
Hay sábios de todas menas,
Mas digo sin ser muy ducho—
Es mejor que aprender mucho
El aprender cosas buenas
No aprovechan los trabajos
Sino han de enseñarnos nada—
El hombre, de una mirada
Todo ha de verlo al momento—
El primer conocimiento
Es conocer cuando enfada.
Su esperanza no la cifren
Nunca en corazon alguno—
En el mayor infortunio
Pongan su confianza en Dios—
De los hombres, solo en uno,
Con gran precaucion en dos—
Las faltas no tienen límites
Como tienen los terrenos—
Se encuentran en los mas buenos,
Y es justo que les prevenga;—
Aquel que defetos tenga,
Disimule los agenos—
Al que es amigo, jamas
Lo dejen en la estacada,
Pero no le pidan nada
Ni lo aguarden todo de él—
Siempre el amigo mas fiel
Es una conduta honrada
Ni el miedo ni la codicia
Es bueno que á uno lo asalten—
Ansí no se sobresalten
Por los bienes que perezcan—
Al rico nunca le ofrezcan
Y al pobre jamás le falten.
Bien lo pasa hasta entre Pampas
El que respeta á la gente—
El hombre ha de ser prudente
Para librarse de enojos—
Cauteloso entre los flojos
Moderado entre valientes.
La vuelta de Martin Fierro - Jose Hernandez (2ed) (page 58 crop).jpg
Martin Fierro dando consejos á sus hijos.
El trabajar es la ley
Porque es preciso alquirir—
No se espongan á sufrir
Una triste situacion—
Sangra mucho el corazon
Del que tiene que pedir.
Debe trabajar el hombre
Para ganarse su pan;
Pues la miseria en su afan
De perseguir de mil modos—
Llama en la puerta de todos
Y entra en la del haragan.
A ningun hombre amenacen
Porque naides se acobarda—
Poco en conocerlo tarda
Quien amenaza imprudente—
Que hay un peligro presente
Y otro peligro se aguarda
Para vencer un peligro,
Salvar de cualquier abismo,
Por esperencia lo afirmo,
Mas que el sable y que la lanza—
Suele servir la confianza
Que el hombre tiene en si mismo,
Nace el hombre con la astucia
Que ha de servirle de guia—
Sin ella sucumbiria,
Pero sigun mi esperencia—
Se vuelve en unos prudencia
Y en los otros picardia.
Aprovecha la ocasion
El hombre que es diligente—
Y tenganló bien presente,
Si al compararla no yerro—
La ocasion es como el fierro
Se ha de machacar caliente
Muchas cosas pierde el hombre
Que á veces las vuelve á hallar—
Pero les debo enseñar
Y es bueno que lo recuerden—
Si la vergüenza se pierde
Jamás se vuelve á encontrar.
Los hermanos sean unidos,
Porque esa es la ley primera—
Tengan union verdadera
En cualquier tiempo que sea—
Porque si entre ellos pelean
Los devoran los de ajuera.
Respeten á los ancianos,
El burlarlos no es hazaña—
Si andan entre gente estraña
Deben ser muy precabidos—
Pues por igual es tenido
Quien con malos se acompaña.
La cigüeña cuando es vieja.
Pierde la vista,— y procuran
Cuidarla en su edá madura
Todas sus hijas pequeñas—
Apriendan de las cigüeñas
Este ejemplo de ternura.
Si les hacen una ofensa,
Aunque la echen en olvido,
Viran siempre prevenidos;
Poes ciertamente sucede—
Que hablará muy mal de ustedes
Aquel que los ha ofendido
El que obedeciendo vive
Nunca tiene suerte blanda—
Mas con su soherbia agranda
El rigor en que padece—
Obedezca el que obedece
Y será bueno el que manda.
Procuren de no perder
Ni el tiempo, ni la vergüenza—
Como todo hombre que piensa
Procedan siempre con juicio—
Y sepan que ningun vicio
Acaba donde comienza.
Ave de pico encorvado
Le tiene al robo aficion—
Pero el hombre de razon
No roba jamás un cobre—
Pues no es vergüenza ser pobre
Y es vergüenza ser ladron,
El hombre no mate al hombre
Ni pelee por fantasia—
Tiene en la desgracia mia
Un espejo en que mirarse—
Saber el hombre guardarse
Es la gran sabiduria.
La sangre que se redama
No se olvida hasta la muerte—
La impresion es de tal suerte,
Que á mi pesar, no lo niego—
Cai como gotas de fuego
En la alma del que la vierte.
Es siempre, en toda ocasion,
El trago el pior enemigo—
Con cariño se los digo,
Recuerdenló con cuidado,—
Aquel que ofiende embriagado
Merece doble castigo—
Si se arma algun revolutis
Siempre han de ser los primeros—
No se muestren altaneros
Aunque la razon les sobre—
En la barba de los pobres
Aprienden pa ser barberos.
Si entriegan su corazon
A alguna muger querida,
No le hagan una partida
Que la ofienda á la muger—
Siempre los ha de perder
Una muger ofendida
Procuren, si son cantores,
El cantar con sentimiento—
No tiemplen el estrumento
Por solo el gusto de hablar—
Y acostumbrense á cantar
En cosas de jundamento.
Y les doy estos consejos
Que me ha costado alquirirlos,
Porque deseo dirijirlos,
Pero no alcanza mi cencia—
Hasta darles la prudencia
Que precisan pa seguirlos.
Estas cosas y otras muchas,
Medité en mis soledades—
Sepan que no hay falsedades
Ni error en estos consejos—
Es de la boca del viejo
De ande salen las verdades.
8 NOV 2022 · Recitado de Caricia de Gabriela Mistral
En este podcast se recita poesía, se lee literatura y se comparten contenidos para los amantes de la lírica. Espero que les guste :)
Informazioni
Autore | Ángeles Pérez Garcías |
Organizzazione | María de los Ángeles Pérez |
Categorie | Cultura e società |
Sito | - |
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