Nadie puede sentir por ti. Sólo tú estás sintiendo, percibiendo, experimentando esto que experimentas. Tu punto de vista es único, irrepetible. Yo puedo creer que siento como tú, incluso que sé cómo sientes, pero sólo puedo verme a mí, sentirme a mí, para hermanarme (o creer que me hermano) contigo en dicho sentimiento.
Desde la antigüedad nos hemos creído que somos el centro de la creación, del universo, del sistema solar, del planeta Tierra, de la humanidad, de nuestra familia, de nuestra pareja, de nosotros. Desde la óptica de nuestro cuerpo, nos vemos como el eje sobre el que gira toda nuestra existencia. En un universo insondable como éste, ¿de qué podemos ser un centro?
Hoy vamos a explorar este punto. Una pequeña herida narcisista, de vez en cuando, no nos viene mal. ;)