Coincido con Maricarmen Martín Hernández, es un relato malsano, rayando en el absurdo, por mucho que se quiera envolver en imágenes narrativas más o menos originales. No sé si habrá ocurrido algún caso en que la extirpación de los aparato genital femenino, haya sido la causa principal que haya llevado a una mujer al suicidio, pero usar casos aislados, tristes, desgraciados, como fundamento de un relato es caer en la morbosidad y por mucha literatura que se quiera poner en medio, el resultado es lamentable. El centro o el sentido de la vida no radica en los genitales, ni ellos son la base sobre la que se asienta la personalidad, el desarrollo de la persona, su creatividad y su conducta. Evidentemente que en ambientes sexualizados, la gente influida por ellos dará mucha importancia a sus genitales, a su modos de comportamiento social sexualizado, pero la liberacion humana, el desarrollo personal y la búsqueda de la armonía y paz interior, se logra despojándose de los modos alienadores de conducta social. No es necesario matar a alguien en un relato para que nos sorprenda, eso es pura morbosidad y falta de creatividad. Es el mundo al revés enaltecer el suicidio de Alfonsina Estorni, que parece ser el modelo de este relato, como algo bello y poético; lo que fue realmente triste, trágico, tal vez evitable si hubiera tenido la ayuda que necesitaba, pues era una mujer con problemas psicológicos.