Tesalonicenses-136 Cuando morir no es muerte
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Cuando morir no es muerte El tema de la muerte es universal, personal e inevitable. Aun si a algunos nos resulta muy difícil hablar de la muerte de otros o...
mostra di piùEl tema de la muerte es universal, personal e inevitable. Aun si a algunos nos resulta muy difícil hablar de la muerte de otros o sobre la nuestra propia, es un tema que debería tratarse con naturalidad, porque todos, desde el momento en que nacemos tenemos la seguridad de que un día dejaremos esta vida. Claro está que no debe ser un tema en el que meditemos continuamente. Conscientes de que es una realidad en este mundo caído, debemos vivir esta vida con un claro propósito y con la máxima intencionalidad.
Cuando los nuevos creyentes de Tesalónica vivieron la muerte de uno de los suyos, Pablo los consoló con la certeza de que Cristo viene, y la muerte aquí en la Tierra no es el final de nuestra vida. Podríamos afirmar, como comparte un himno nuevo que habla sobre el tema, que “No es muerte morir.” Dice así una traducción literal del poema:
No es muerte morir,
dejar este camino agotador
para unirse a los santos que habitan en lo alto,
Que han encontrado su hogar con Dios.
No es muerte cerrar los ojos
Atenuados por las lágrimas
Y despertar con gozo ante el trono,
Liberados de nuestros miedos.
O Jesús, al haber conquistado la tumba
Tu preciosa sangre tiene poder para salvar.
Aquellos que en ti confían
Descubrirán en tu misericordia
Que no es muerte morir.
No es muerte desprenderse
De este polvo terrenal
Y ascender con alas fuertes y nobles
Para habitar entre los justificados.
No es muerte escuchar
La llave abrir la puerta
Que nos libera de los años de mortalidad
Para alabar a Dios por la eternidad.
O Jesús, al haber conquistado la tumba
Tu preciosa sangre tiene poder para salvar.
Aquellos que en ti confían
Descubrirán en tu misericordia
Que no es muerte morir.
(Compositores: Bob Kauflin / Henri A.c. Malan)
En 1 Tesalonicenses 4:13-18 leemos del futuro que espera a cada creyente, y nuestra segura esperanza de vida después de la muerte.
En el versículo 13 Pablo les dice:
“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.”
¿En qué basamos esta esperanza? Los siguientes versículos explican:
“Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.”
Por la resurrección de Cristo tenemos la certeza de que nosotros también seremos resucitados con Él. Y a la venida de Cristo, aquellos que aún viven, serán arrebatados con él en las nubes.
¿Y cómo se llevará esto a cabo? Lo leemos también en el texto:
“Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.”
“Por tanto”, nos dice Pablo en su carta, “alentaos los unos a los otros con estas palabras.”
Debemos amar la vida, y vivirla bien, para el Señor. Sin embargo, parte de vivir la vida bien debe incluir un sentimiento de paz ante la muerte, ya sea la nuestra o la de un ser querido. Esta paz que sobrepasa todo entendimiento, se obtiene cuando creemos en la obra de amor de Cristo en nuestro lugar y la certeza de una eternidad en su compañía.
Solo entonces pueden ser de aliento estas palabras. En el momento de la aflicción, animémonos unos a otros con la esperanza que nos ha regalado nuestro Salvador.
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Autore | David y Maribel |
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