Romanos-090 La convivencia

20 mag 2024 · 8 min. 11 sec.
Romanos-090 La convivencia
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La voluntad del Señor es que traigamos gloria a Su nombre por la forma en que pensamos, la forma en que vivimos, y la forma en que tratamos a otros,...

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La voluntad del Señor es que traigamos gloria a Su nombre por la forma en que pensamos, la forma en que vivimos, y la forma en que tratamos a otros, especialmente a nuestros hermanos en la fe.

Ahora bien, es importante entender que para poder convivir con otros, debemos primeramente estar conviviendo con Dios. Si no pensamos como Dios piensa, si no vemos al prójimo como Dios lo ve, no podremos dar gloria a Dios en nuestras relaciones con otros.

Por eso, en el versículo 3 del capítulo 12, tras haber establecido la importancia de ver las cosas como Dios las ve, Pablo enseña sobre las relaciones interpersonales, comenzando desde dentro, desde nuestra forma de vernos a nosotros mismos y a los demás: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.”

Pablo está recordando que no todos tenemos las mismas capacidades, la misma personalidad, o la misma función. Y sin embargo, Dios ha creado y ha juntado a diferentes personas en grupos para que trabajando juntos puedan traer aún más gloria a Dios que individualmente. Siendo cada uno un miembro distinto de un mismo cuerpo, podemos ejercer nuestros dones para la gloria de Dios.

Así que en lugar de compararnos unos con otros y pensar más de nosotros mismos que lo que debiéramos, el versículo 10 pide: “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.”

Nos dice que en lugar de buscar nuestra propia honra, procuremos la honra del compañero. Eso no es muy popular. Digamos que esta actitud no se conforma a la cultura de este mundo. Así no es como el mundo piensa, pero sí es como piensa Dios. Esta es la voluntad de Dios para sus hijos.

Los siguientes versículos especifican cómo quiere Dios que vivamos en este mundo en el que vivimos:

“No perezosos, sino diligentes y fervientes en espíritu, sirviendo al Señor.” (12:11)
“Gozosos en la esperanza” (recuerda que la esperanza es aquello que en el momento no se ve) (12:12). “Sufridos en la tribulación”, soportando y esperando con paciencia, “y constantes en la oración,” sabiendo que de esta dependemos para mantenernos firmes.
“Compartiendo con los que tienen necesidad, practicando la hospitalidad” (12:13)

¿Y todo esto con quién? ¿Con aquellos que hacen lo mismo con nosotros? No parece que esté limitado a estos casos. Porque dice el versículo 14: “Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis.” Es difícil ser perseguido, pero encontrar algo positivo que decir de los que nos están haciendo la vida difícil o desear que Dios les dé bendición es algo sobrenatural, que sólo puede ocurrir si el Espíritu de Dios está obrando en nosotros. Lo bueno es que Dios ha establecido autoridades que nos protejan de aquellos que están obrando mal contra nosotros. Si la situación es ilegal, debemos llevar al perseguidor ante la ley, y entonces estaremos libres para orar por esta persona en la voluntad de Dios. Si el oprobio no está contemplado en la ley, todavía podemos llevar la situación a Dios y pedir consejo sabio para librarnos de tal mal contra nosotros, pero sin la necesidad de maldecir o tomar la justicia en nuestras manos. En el versículo 17 nos dice el texto que no busquemos dar mal por mal (12:17), y no tomemos la venganza en nuestras manos (12:19), sino que sigamos los cauces legales y confiemos en Dios.

Y es que Dios desea que no seamos vencidos de lo malo, cayendo nosotros en mal hacer, sino que con actitudes y acciones correctas podamos vencer el mal. Si así lo hacemos, estamos libres para procurar la paz unos con otros en lo que de nuestra mano esté, como dice Romanos 12:18.


En el trato con nuestro prójimo, aquellos que están a nuestro alcance en nuestra vida diaria, la Palabra nos anima a empatizar con ellos: “Gozándonos con los que se gozan; y llorando con los que lloran.” Fácilmente podemos sentir rabia cuando vemos a otros disfrutando de algo que nosotros no podemos tener en el momento, o nos reímos de la calamidad de otros, o sentimos consuelo, cuando vemos el mal de muchos, como dice el refrán. Pero esto no es el sentir de Dios. El mundo anima a que busques tu propio bien y no dejes que nadie te supere, mas Dios pide que estemos unánimes y no seamos altivos. En la unidad hay gozo por el gozo del vecino, y no espero que le vaya mal para sentirme yo mejor. Las actitudes de Dios y las del mundo son contradictorias ¿A qué vamos a conformarnos? ¿A Dios o al mundo?

No nos conformemos a este siglo, sino sea transformado nuestro entendimiento para pensar como Dios piensa, para ver a nuestro prójimo como Dios lo ve.

El apóstol Pablo les recuerda y nos recuerda, que no debemos ser “sabios en nuestra propia opinión.” En lugar de defender nuestro punto de vista, busquemos conocer la opinión de Dios, y dejemos que nuestra mente sea transformada para que podamos pensar como Él piensa, conformados más y más a Su imagen.
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Autore David y Maribel
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