RG-49 Disfrutando la diferencia
23 nov 2023 ·
5 min. 50 sec.
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Descrizione
Mucho se ha escrito y bromeado sobre lo diferentes que son los hombres de las mujeres. Los hombres exageran lo difícil de entender que son las mujeres, y las mujeres...
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Mucho se ha escrito y bromeado sobre lo diferentes que son los hombres de las mujeres.
Los hombres exageran lo difícil de entender que son las mujeres, y las mujeres critican a los hombres porque no las comprenden, como si cada género viniera de distinto planeta.
Las generalizaciones no suelen ser buenas ni acertadas; no todos los hombres son iguales; y tampoco las mujeres.
El que seas mujer no significa que seas totalmente diferente al hombre. Como humanos creados a la imagen de Dios, tenemos características similares, pero es cierto que el hombre y la mujer poseen dones y tendencias diferentes en muchos aspectos. Esto es lo que hace que nos complementemos, en el sabio plan de Dios.
Sería interesante contemplar algunas características del género femenino, mirando algunos textos bíblicos. Hoy miraremos la fuerza y la fragilidad de la mujer.
Dios presenta a la mujer como un ser sumamente fuerte y a la vez frágil. Estas dos características en equilibrio presentan una belleza incalculable.
Cuando la mujer quiere mostrar solo fortaleza suele acabar rota, como lo haría una piedra preciosa si se usara para cortar leña. Pero tampoco debemos pensar que somos tan frágiles que no podemos hacer esfuerzos.
La mujer de Proverbios 31 se describe como llena de fuerza y honor. En el versículo 13 leemos que “con voluntad trabaja con sus manos” y en el 17 dice que “Ciñe de fuerza sus lomos, Y esfuerza sus brazos.” En el 25 leemos que “Fuerza y honor son su vestidura;”
Las mujeres tenemos capacidad de soportar dolor. Después de la caída, dice Génesis que el hombre trabajaría la tierra con esfuerzo, y la mujer daría a luz en dolor. Las mujeres somos capaces de resistir el dolor que conlleva dar a luz a un hijo, y sin embargo, incluso cuando los estudios dicen que nuestro umbral del dolor es realmente menor que el de los hombres. Y es que más allá de la fortaleza, lo que nos ayuda a soportar ese dolor es el amor.
Las mujeres experimentamos amor intenso. Aquello que se denomina instinto materno describe la tendencia de una madre a proteger a sus hijos y consolarlos cuando estos sufren. Cuando Dios quiere mostrar a su pueblo su amor y cuidado, utiliza la imagen de una mujer. Isaías 66:13 dice “Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros.” Y en Isaías 49:15 leemos ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti.”
Por naturaleza, una madre nunca se olvidaría de su hijo, y sin embargo, como seres pecadores, es posible que alguna lo haga. Pero Dios que es perfecto, nunca se olvida de los suyos.
Cuando nuestra meta es darle gloria a Dios, podemos usar la fortaleza interior que Dios nos ha dado y combinarla con la fragilidad para reflejar la gloria de nuestro creador.
Hemos sido creadas fuertes, pero con necesidad de amor y cuidado. Por eso Dios pide al esposo: “ama a tu esposa como Cristo amó a su iglesia y se entregó a sí mismo por ella.” Y en 1 Pedro 3:7 pide al hombre que la trate con honor, como a un vaso frágil. Querida hermana, no resistamos nuestra feminidad. Seamos fuertes, pero amemos y dejémonos amar. Somos capaces de mucho, pero alejadas de Cristo, nada podemos hacer. Dediquemos nuestros dones a Dios y estemos dispuestas a hacer la voluntad de Dios y no lo que nos dicte este mundo. A Él sea la gloria.
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Los hombres exageran lo difícil de entender que son las mujeres, y las mujeres critican a los hombres porque no las comprenden, como si cada género viniera de distinto planeta.
Las generalizaciones no suelen ser buenas ni acertadas; no todos los hombres son iguales; y tampoco las mujeres.
El que seas mujer no significa que seas totalmente diferente al hombre. Como humanos creados a la imagen de Dios, tenemos características similares, pero es cierto que el hombre y la mujer poseen dones y tendencias diferentes en muchos aspectos. Esto es lo que hace que nos complementemos, en el sabio plan de Dios.
Sería interesante contemplar algunas características del género femenino, mirando algunos textos bíblicos. Hoy miraremos la fuerza y la fragilidad de la mujer.
Dios presenta a la mujer como un ser sumamente fuerte y a la vez frágil. Estas dos características en equilibrio presentan una belleza incalculable.
Cuando la mujer quiere mostrar solo fortaleza suele acabar rota, como lo haría una piedra preciosa si se usara para cortar leña. Pero tampoco debemos pensar que somos tan frágiles que no podemos hacer esfuerzos.
La mujer de Proverbios 31 se describe como llena de fuerza y honor. En el versículo 13 leemos que “con voluntad trabaja con sus manos” y en el 17 dice que “Ciñe de fuerza sus lomos, Y esfuerza sus brazos.” En el 25 leemos que “Fuerza y honor son su vestidura;”
Las mujeres tenemos capacidad de soportar dolor. Después de la caída, dice Génesis que el hombre trabajaría la tierra con esfuerzo, y la mujer daría a luz en dolor. Las mujeres somos capaces de resistir el dolor que conlleva dar a luz a un hijo, y sin embargo, incluso cuando los estudios dicen que nuestro umbral del dolor es realmente menor que el de los hombres. Y es que más allá de la fortaleza, lo que nos ayuda a soportar ese dolor es el amor.
Las mujeres experimentamos amor intenso. Aquello que se denomina instinto materno describe la tendencia de una madre a proteger a sus hijos y consolarlos cuando estos sufren. Cuando Dios quiere mostrar a su pueblo su amor y cuidado, utiliza la imagen de una mujer. Isaías 66:13 dice “Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros.” Y en Isaías 49:15 leemos ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti.”
Por naturaleza, una madre nunca se olvidaría de su hijo, y sin embargo, como seres pecadores, es posible que alguna lo haga. Pero Dios que es perfecto, nunca se olvida de los suyos.
Cuando nuestra meta es darle gloria a Dios, podemos usar la fortaleza interior que Dios nos ha dado y combinarla con la fragilidad para reflejar la gloria de nuestro creador.
Hemos sido creadas fuertes, pero con necesidad de amor y cuidado. Por eso Dios pide al esposo: “ama a tu esposa como Cristo amó a su iglesia y se entregó a sí mismo por ella.” Y en 1 Pedro 3:7 pide al hombre que la trate con honor, como a un vaso frágil. Querida hermana, no resistamos nuestra feminidad. Seamos fuertes, pero amemos y dejémonos amar. Somos capaces de mucho, pero alejadas de Cristo, nada podemos hacer. Dediquemos nuestros dones a Dios y estemos dispuestas a hacer la voluntad de Dios y no lo que nos dicte este mundo. A Él sea la gloria.
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Autore | David y Maribel |
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