¿Se puede no tener nación, es decir, no haber nacido en ningún lado? En Nicaragua, bajo la mano de hierro de Daniel Ortega y Rosario Murillo, alguien vestido de juez puede determinar si una persona verdaderamente nació en esa tierra. No importa si abrió los ojos al mundo por primera vez en el país, y si así lo atestigua un documento público. En el realismo mágico en el que vive el régimen sandinista, la condición legal de nicaragüense está determinada ahora por el nivel de devoción que se le preste a la pareja gobernante. De lo contrario viene el castigo: despojo de la nacionalidad y condena “a perpetuidad” a ser un apátrida. Esto es “Nicaragua, el país de los periodistas apátridas”, donde los extranjeros son los propios ciudadanos del país.