Morena tiene en las tripas a su peor enemigo. La designación de las corcholatas estatales no ha sido un día de campo, al contrario, las corrientes internas agitan las aguas para tirar de la contienda a más de uno. La mayor turbulencia se siente en la Ciudad de México. La estrategia es “clara”: bajar a Omar García Harfuch para subir a Clara Brugada, alcaldesa licenciada de Iztapalapa, para quien el “súper policía” es antipático por su su pasado maldito, propio y heredado. Con todo y “Bastón de mando”, Claudia Sheinbaum topó con pared al tratar de unificar a las tribus rudas con las técnicas y exóticas en torno al candidato de la candidata. Dicho de otra manera: con Clara todo, con Omar nada. Según encuestas, García Harfuch ganaría con facilidad la jefatura de Gobierno, principal argumento de Claudia para defenderlo. Brugada, 11 puntos debajo, podría comprometer la permanencia de la 4T en la CDMX. Simple: la ex alcaldesa no tiene arraigo fuera de su terruño; Clara hace latir corazones entre los sectores desprotegidos pero con la clase media no conecta, menos aún con los privilegiados. Vienen tres semanas intensas de lucha salvaje. Sacrificar a Omar por Claudia mostraría débil a Claudia; imponerlo podría significar una confrontación interna de pronóstico reservado; vaya dilema para la jefa… y el jefe de la jefa que mece la cuna.