MelP_399-2Reyes_6_33
27 ago 2020 ·
2 min. 30 sec.
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Descrizione
«Aún estaba él hablando con ellos, y he aquí el mensajero que descendía a él; y dijo: Ciertamente este mal de Jehová viene. ¿Para qué he de esperar más a...
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«Aún estaba él hablando con ellos, y he aquí el mensajero que descendía a él; y dijo: Ciertamente este mal de Jehová viene. ¿Para qué he de esperar más a Jehová?» (2 Reyes 6:33)
Había hambre en la ciudad y un ejército enemigo estaba acampado alrededor y el rey de Israel había determinado que la culpa la tenía el profeta de Dios, Eliseo. Por eso el rey decidió que la única solución era decapitar a Eliseo (6:31). El rey mandó a su siervo en busca del profeta para matarle, pero, menos mal, Dios tenía otros planes. Dios mandó un ejército celestial para asustar a los enemigos de Israel para que huyeran, dejando la ciudad libre y con amplio abastecimiento. En un solo día, Dios convirtió la escasez en abundancia. No obstante, en estos momentos el siervo del rey no podía imaginar otra solución sino culpar a Jehová y matar a su profeta. No estaba dispuesto a esperar más a Jehová. Muchas veces experimentamos la misma tentación. Miramos una situación y desde nuestro punto de vista, sentimos la tentación de culpar a Dios por el mal que vemos o de quejarnos de sus siervos. Pero hacemos bien en reconocer que muchas veces esta tentación es el preludio para poder ver lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas.
Nos conviene resistir la tentación de culpar a Dios y quejarnos por medio de la fe y la paciencia. Así abrimos la puerta para que Dios cumpla su plan para su gloria. (David Bell)
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Había hambre en la ciudad y un ejército enemigo estaba acampado alrededor y el rey de Israel había determinado que la culpa la tenía el profeta de Dios, Eliseo. Por eso el rey decidió que la única solución era decapitar a Eliseo (6:31). El rey mandó a su siervo en busca del profeta para matarle, pero, menos mal, Dios tenía otros planes. Dios mandó un ejército celestial para asustar a los enemigos de Israel para que huyeran, dejando la ciudad libre y con amplio abastecimiento. En un solo día, Dios convirtió la escasez en abundancia. No obstante, en estos momentos el siervo del rey no podía imaginar otra solución sino culpar a Jehová y matar a su profeta. No estaba dispuesto a esperar más a Jehová. Muchas veces experimentamos la misma tentación. Miramos una situación y desde nuestro punto de vista, sentimos la tentación de culpar a Dios por el mal que vemos o de quejarnos de sus siervos. Pero hacemos bien en reconocer que muchas veces esta tentación es el preludio para poder ver lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas.
Nos conviene resistir la tentación de culpar a Dios y quejarnos por medio de la fe y la paciencia. Así abrimos la puerta para que Dios cumpla su plan para su gloria. (David Bell)
Informazioni
Autore | David y Maribel |
Organizzazione | David y Maribel |
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