MelP_257-Juan_8_50
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Descrizione
«Pero yo no busco mi gloria; hay quien la busca, y juzga.» (Juan 8:50) Los fariseos que atacaban a Jesús realmente tenían envidia de él porque estaban buscando su propia...
mostra di piùLos fariseos que atacaban a Jesús realmente tenían envidia de él porque estaban buscando su propia gloria. Querían que las personas les admiraran, que les alabasen por su justicia y su sabiduría. Como decía Jesús en Mateo 6, ellos usaban la religión para fomentar su reputación pública. Por lo tanto, toda su religiosidad no servía de nada delante de Dios. Su única recompensa era la satisfacción temporal de su carnalidad. Pero Jesús era diferente. Su vida no era egoísta. No estaba intentando proteger su propia reputación, o como dice aquí en el texto, no buscaba su propia gloria. Él entendía una verdad que nos conviene recordar: su Padre le cuidaba y juzgaría a los que le atacaban. Ese punto de vista le liberaba de mucho estrés y amargura y permitía que viviera con paz, incluso en medio de toda la oposición que experimentó durante su ministerio terrenal. Me pregunto si tú y yo realmente sabemos vivir así, como dice en 1 Pedro 5:7, echando toda nuestra ansiedad sobre él. El afán y la amargura son las armas del maligno para atacarnos y derrotarnos. Pero la fe nos permite descansar en nuestro Dios que nos cuida y juzgará al mundo.
La búsqueda de nuestra propia gloria traerá el afán y la frustración. Pero Dios nos puede dar la libertad para seguirle y servirle, invirtiendo nuestras vidas en lo que realmente vale la pena. (David Bell)
Informazioni
Autore | David y Maribel |
Organizzazione | David y Maribel |
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