Los orígenes británicos de Donetsk y Lugansk

28 feb 2022 · 11 min. 14 sec.
Los orígenes británicos de Donetsk y Lugansk
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Y finalmente, Rusia atacó Ucrania. El mundo mira con atención todo lo que ocurre en la frontera este del país. Las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk se han convertido...

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Y finalmente, Rusia atacó Ucrania. El mundo mira con atención todo lo que ocurre en la frontera este del país. Las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk se han convertido en el principal teatro de operaciones del enfrentamiento entre Moscú y Kiev, entre Moscú y occidente. Un conflicto armado, económico, diplomático... pero que también incluye la batalla por el relato.
En este campo, desde Rusia insisten en recordar el pasado común que les une con estas ciudades, como parte de un imperio más grande. También juegan con el predominio del ruso como el idioma principal de sus habitantes, influenciados por la cantidad de trabajadores que fueron enviados allí por la Unión Soviética tras la segunda Guerra Mundial. Mientras que desde Ucrania recuerdan la unión que iniciaron hace más de un siglo.
No hablamos de una parte cualquiera. La región de Donbás, con enormes reservas de carbón, es la parte más industrializada del país, lo que le permitía en 2013, un año antes de que estallase el conflicto, aportar el 20% de PIB ucraniano, a pesar de representar solo el 5% del territorio. Donetsk, la ciudad más importante, contaba además con un gran aeropuerto, un edificio de la ópera... hasta con un moderno estadio, construido para la Eurocopa de 2012. Su equipo de fútbol, el Shaktar, logró ser respetado en toda Europa.
Zona minera por excelencia, durante el dominio soviético era una región muy apreciada, y la propaganda incluso convirtió a alguno de esos mineros en auténticos héroes. Es el caso de Alekséi Stajánov, un minero soviético que diseñó un método de trabajo que permitía multiplicar la cantidad de carbón que se podía extraer en una sola jornada, superando todos los objetivos que le marcaba Moscú. Su logro se transmitió por todo el país, puesto por el Gobierno como ejemplo de trabajador modélico, impulsando una corriente laboral, el estajanovismo, que señala el máximo rendimiento ofrecido por un trabajador por iniciativa propia. El protagonista, recibido con honores por todo el país, era atacado por sus compañeros más cercanos por elevar los objetivos de producción diarios.
Pero todo cambió con el colapso de la Unión Soviética. Tras la independencia de Ucrania en 1991, las crisis económicas, el alza del desempleo, la caída de las subvenciones a la minería y las políticas lingüísticas en favor del ucraniano acabaron generando el efecto contrario: el impulso del independentismo en la región.
Una crisis que alcanzó un nuevo nivel en 2014, con el enfrentamiento armado, que destruyó parte de las infraestructuras de la región, profundizando la crisis económica y provocando desde entonces la huida de casi la mitad de la población.
Lo curioso es que el origen de Donetzk y Lugansk no son ni rusos ni ucranianos, sino... británicos. Fueron fundadas por un galés y un escocés. En una Rusia con una alarmante falta de artesanos cualificados, el zar recurría con frecuencia a los nobles para cubrir estas carencias. Por un lado, enviaba a los rusos a países occidentales para estudiar cómo trabajaban y para atraer a extranjeros que trabajasen en Rusia. Para ello, los ofrecían numerosos privilegios, como liberarles del servicio militar, reducirles los impuestos que debían pagar o permitiéndoles importar maquinaria y materiales, salvo para uso bélico.
Uno de los que fueron reclutados con esa fórmula fue el escocés Charles Gascoigne, un industrial que emigró en 1780 a Rusia huyendo de los problemas financieros que había sufrido en su país. Se estableció inicialmente en San Petersburgo, pero fue recorriendo el país construyendo fábricas y administrando diferentes minas.
Una de las industrias que pone en marcha es una planta metalúrgica en Lugansk, en 1795. Contaba altos hornos que no funcionaban con madera, sino con carbón, una tecnología que no existía en ese momento en Rusia. Para alimentarla, se impulsa la construcción de una mina de hierro y otra de carbón en la región.
Gascoigne llega acompañado de decenas de trabajadores británicos y sus respectivas familias, además de obreros de otras zonas rusas con experiencia industrial, que forman un asentamiento de casi 600 personas en medio de la estepa, aunque los principales trabajadores son siervos que el zar envía a la planta.
Aunque el alto horno no llega a funcionar nunca correctamente, y deben recurrir a fórmulas de fundición más tradicionales, el enclave se va desarrollando durante décadas, al compás que marca el auge de la minería de carbón y la industria metalúrgica. Le lleva tiempo, pero a finales del siglo XIX, cuando el carbón se consolida como gran industria, la región alcanzó su mayor nivel de desarrollo, llegando a convertirse en una de las ciudades industriales más importantes de Europa del este.
Por aquella época, por ejemplo, se funda la principal fábrica de locomotoras de la región. Allí se construyeron algunos de los trenes más míticos del siglo XX. Y mantuvo su actividad hasta el año 2015, cuando el conflicto se la llevó por delante, como a la economía de toda la ciudad.
Una historia que tiene muchos paralelismos con la de Donetsk. El origen de esta ciudad, la mayor y más importante de la región, es cosa de John Hughes, un galés experto en la construcción de barcos y armamento, que logró una concesión del gobierno ruso en 1868 para instalar primero una planta metalúrgica, y después una fábrica de rieles, que diera servicio a la incipiente industria ferroviaria rusa.
En 1870 llegó a Rusia acompañado de 8 cargamentos con el equipo necesario y unos 100 trabajadores, especializados en la metalurgia y la minería, la mayoría originarios del sur de Gales. La propia fábrica dio nombre al enclave, que creció bajo su sombra: Yuzovka, la adaptación del nombre de Hughes al ruso. El empresario aportó un hospital, escuelas, salones de té, bomberos, una iglesia anglicana...
La incipiente ciudad creció rápidamente, gracias a los enormes depósitos de carbón y de agua, básicos para la industria. En 1876 su planta metalúrgica era la más grande del imperio ruso. A medida que la industria se desarrollaba, la población aumentó considerablemente. Sobre todo con trabajadores rusos de otras regiones.
A finales de siglo Hughes murió durante un viaje de negocios a San Petersburgo, por lo que sus hijos tomaron el control de la empresa. Pero lejos de suponer un freno a su desarrollo, fueron capaces de darle un nuevo impulso a la compañía, expandiéndola con nuevas construcciones, empujando a su vez a la ciudad, convertida ya en un gran centro minero. Mientras que el siguiente gran empujón se produjo en la primera Guerra Mundial, adaptándose a la fabricación de proyectiles de artillería.
A pesar de que la revolución bolchevique provocó la salida de casi todos los empleados extranjeros de la empresa, la compañía y la ciudad a su alrededor siguieren progresando bajo el régimen comunista. En la segunda Guerra Mundial fue prácticamente reducida a cenizas, pero fue reconstruida. En 1961, consolidada como uno de los centros metalúrgicos más importantes de la Unión Soviética, cambio de nombre, convirtiéndose en Donetsk.
Como Lugansk, como toda la región, su declive comenzó con la caída de la Unión Soviética, y con las crisis que ese colapso provocó. Y aunque fue capaz de rehacerse, el conflicto de 2014 supuso el golpe definitivo para la ciudad.
¿Qué queda de sus orígenes? Pues como señalan numerosos sociólogos, el espíritu y la tradición industrial y minera, muy ligados a los de sus homónimos británicos.
Durante años sus ciudadanos hacían bromas con sus orígenes, y con la posibilidad de unirse a Gran Bretaña. O de elegir a Isabel II como reina. Pero desde que estalló el conflicto se acabó el espacio para el humor. Y ahora aún más.
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Autore elEconomista
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