Hay pocos deportes en los que se juegue en pareja. Al pádel se juega siempre así, y creo que pocos tienen en cuenta que eso significa jugar en equipo. Una pareja es la mínima expresión posible de un grupo, de un equipo.

Jugar en equipo requiere a los integrantes que renuncien a sus intereses personales en la búsqueda de algo mayor, algo más grande, en donde el conjunto es mayor a la suma de sus partes.

Una pareja no es solo la suma de dos individualidades. Lo que se busca es la sinergia que suma a las dos individualidades, que consigue un resultado todavía mejor de lo que diría la fría estadística de sumar las virtudes de ambos.

En mi caso, la primera pareja fue mi primo Claudio. Y, realmente, no lo elegí por una cuestión de juego, sino por cercanía, por risas, por lo divertido que era. Con él la pasamos genial cuando empezamos a jugar. Jugábamos contra Roberto y otro amigo más. Todo terminaba en una cena, así que no fue un gran reto encontrar ese primer compañero.

Mi primo Claudio y yo siempre nos llevamos muy bien. Al principio no competimos muy bien. Ninguno de los dos sabíamos jugar muy bien pero corríamos como locos. Éramos muy jóvenes. Yo tendría 25 o 26 años. Mi primo tendría 19 o 20.

Así comenzó mi historia con el pádel...