Érase una vez, en un oscuro y misterioso bosque, dos criaturas muy peculiares que vivían sus propias aventuras: la Osa Negra Malandrina y la Loba Leticia Coja. La Osa Negra Malandrina era conocida por su astucia y su habilidad para encontrar comida en los lugares más inesperados. Por otro lado, la Loba Leticia Coja, como su nombre lo indicaba, tenía una pata coja que le dificultaba moverse con rapidez y cazar presas. Un día soleado, mientras la Osa Negra Malandrina vagaba por el bosque en busca de su próxima comida, la Loba Leticia Coja la divisó desde lejos. La loba tenía el estómago vacío y sabía que la osa siempre encontraba los mejores alimentos. Decidió seguir a Malandrina, esperando que ella le llevara hasta su próximo festín. La Osa Negra Malandrina caminaba con paso seguro, confiando en sus instintos para encontrar lo mejor de la naturaleza. Mientras avanzaba entre los árboles, notó que la Loba Leticia Coja la seguía de cerca. Malandrina, aunque astuta, no era una criatura egoísta y decidió ayudar a su inesperada compañera. "¡Loba Leticia Coja!" exclamó Malandrina. "Sé que me sigues para poder comer, pero tengo una idea. Si trabajamos juntas, podemos encontrar aún más comida y compartir nuestras recompensas". Leticia Coja, sorprendida por la generosidad de Malandrina, aceptó la propuesta con entusiasmo. Juntas, se internaron en lo más profundo del bosque, explorando cada rincón en busca de frutas jugosas, nueces y raíces sabrosas. La osa utilizaba su olfato agudo para encontrar las mejores delicias, mientras que la loba, con su vista aguda y su oído atento, descubría presas pequeñas que podrían compartir. Con el tiempo, la Osa Negra Malandrina y la Loba Leticia Coja se convirtieron en una pareja formidable. Compartían sus hallazgos y disfrutaban de banquetes conjuntos, sin importar quién había encontrado qué. El bosque nunca había visto tal colaboración entre dos criaturas tan distintas. Su fama se extendió entre los habitantes del bosque, quienes admiraban su amistad y generosidad. Animales de todas las formas y tamaños se unieron a su grupo, formando una comunidad diversa y cooperativa. Con el tiempo, la Osa Negra Malandrina y la Loba Leticia Coja se volvieron legendarias en el bosque. Su historia se transmitía de generación en generación, recordando a todos que la verdadera fuerza radica en la unión y la generosidad. Y así, la Osa Negra Malandrina y la Loba Leticia Coja vivieron felices en su bosque, compartiendo sus tesoros y enseñando a otros el valor de la amistad y la cooperación.José Pardal
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