La historia de DuPont, entre la pólvora, la contabilidad y las polémicas
1 nov 2021 ·
13 min. 24 sec.
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La historia de Estados Unidos no podría entenderse sin DuPont. Tampoco podría entenderse el concepto del sueño americano. Porque la historia de la compañía, nacida hace más de 200 años,...
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La historia de Estados Unidos no podría entenderse sin DuPont. Tampoco podría entenderse el concepto del sueño americano. Porque la historia de la compañía, nacida hace más de 200 años, está intimamente ligada a los grandes eventos que han definido a la sociedad norteamericana.
Pierre Samuel du Pont de Nemours, un hugonote nacido en París en 1739, era un ambicioso economista, editor y político, cercano a la corte de Luis XVI, gracias a sus escritos y sus ideas sobre libre comercio. El rey le dio diferentes cargos, y contó con él para negociar el Tratado de París, por el que Inglaterra reconoció la independencia de Estados Unidos. En un primer momento, apoyó la revolución francesa, pero acabó defendiendo físicamente a Luis XVI y a Maria Antonieta durante el asalto a Tullerías. Fue condenado a la guillotina, pero se libró por la caída de Roberpierre. Emigró a Estados Unidos en 1799.
Allí pudo aprovechar los contactos que había hecho durante la negociación del Tratado de París, sobre todo con Thomas Jefferson. Pero el protagonista de la compañía que lleva su apellido no es él, sino su hijo, Éleuthère Irénée, que fundó E.I. du Pont de Nemours & Company en 1802. Se lanzó cuando, estando de caza, se dio cuenta de que el mercado de la polvora, cara y de mala calidad, ofrecía gran potencial.
Con capital francés y maquinaria importada de Europa, creó la primera fábrica, que producía polvora de tal calidad que logró grandes ventas desde el primer momento. Además, aprovechando la cercanía familiar con el Gobierno, comienza a venderle pólvora al ejército. Con el estallido de la guerra de 1812, las ventas se multiplican. A mediados del siglo XIX ya era la mayor proveedora de pólvora del país, gracias, en parte, a la fiebre del oro, las guerras contra los indios en la expansión hacia el Oeste, y los conflictos en los que se implica Estados Unidos. En la Guerra Civil, DuPont ya suministraba la mitad de la pólvora del ejército de la Unión.
Pero el gran salto se produce con el cambio de siglo. A comienzos del XX dejan de centrarse solo en las actividades bélicas (aunque un acuerdo para fabricar y distribuir dinamita dispara sus ventas), y se expanden a nuevos sectores, creando dos laboratorios pioneros en investigación, que desarrollan nuevos productos como la celulosa o la laca. También comenzó a fabricar plásticos de nitrocelulosa, y se hizo con varias empresas para agregar nuevas líneas de productos como colorantes, pinturas, ácidos o químicos pesados.
En los años 20 empiezan a apostar por el desarrollo de polímeros, un esfuerzo del que surgen algunos de los productos y patentes más importantes de su historia, como el nylon, el neopreno, el plexiglas o el teflón.
También se introduce en la industria automovilística, al hacerse con un importante paquete de acciones de General Motors. Pierre du Pont llegó a presidir la compañía, hasta llevarla al liderazgo mundial. Tuvo que vender su participación por las leyes antimonopolio.
Pero lo más relevante de la relación entre DuPont y General Motors tiene que ver con la contabilidad. Uno de los comerciales emitió un informe interno en el que proponía una fórmula sobre el retorno de la inversión, que aún hoy se conoce como Fórmula DuPont, y que con el tiempo se ha convertido en el famoso ROE, o retorno sobre el capital. Esta fórmula supuso un paso de gigante en la evolución de las empresas, que solo medían ventas y costes, sentando las bases de la gestión moderna.
A pesar de la diversificación, los esfuerzos bélicos seguían siendo clave para la compañía. No obstante, las guerras era un campo de pruebas para sus nuevos productos. Eran proveedores para EEUU de productos para ruedas, paracaídas... y, por supuesto, de pólvora. Además, durante aquella época, participan en el Proyecto Manhattan para el desarrollo de la bomba atómica, con la construcción de instalaciones.
El siguiente gran paso de la compañía se produce en los años 80, cuando entra en el negocio del petróleo, con la compra de Conoco. Aquella operación, que se convirtió entonces en la mayor fusión de la historia, aseguraba el acceso de DuPont al suministro de petróleo, imprescindible para elaborar sus productos. Fue clave, por ejemplo, para el lanzamiento de sus alfombras resistentes a las manchas, que se convirtieron en las más vendidas de Estados Unidos.
En 1999, DuPont vendió su participación en Conoco, y entró en una nueva época empresarial, con la compra de una productora de semillas híbridas de maiz, convirtiéndose en una de las mayores productoras de plantas híbridas y modificadas genéticamente del mundo.
En los primeros años del siglo XX vende o escinde algunos de sus principales negocios.
La fusión con Dow Chemical Company, la otra gran química de Estados Unidos, fue el último gran cambio. El proceso se completa en 2017, y da lugar a una nueva empresa, valorada en 130.000 millones de dólares. El consejo de administración de ambas compañías decide separar el grupo en tres empresas independientes cotizadas en bolsa, cada una especializada en un campo: : una empresa de agricultura, llamada Corteva; una de ciencia de materiales, plásticos y otros químicos, que es Dow; y otra para los productos especializados, que es DuPont. Esta última incluye todo lo relacionado con la nutrición, la salud, la electrónica, las comunicaciones, y la seguridad y protección.
En una historia de más de 200 años, DuPont no ha estado libre de polémicas. La más importante seguramente sea la del C-8, un producto utilizado para obtener teflón, y por la que fue denunciado por ocultar sus efectos: es un material cancerígeno, que puede provocar malfornaciones en el embarazo y otros problemas sanitarios. Tuvo que pagar millones de dólares en multas y compensaciones.
También fue, junto a General Motors, la creadora y máxima productora de los CFC, una familia de sustancias dañinas para la capa de ozono. También tuvieron que enfrentarse a otra polémica por las presiones que ejercieron sobre una editorial para evitar la distribución de un libro ('Dupont, tras el telón del nylon'), que criticaba el papel de la familia Du Pont en la sociedad americana.
Además de numerosas acusaciones a lo largo de la historia de fijación de precios en diferentes productos.
Casi 220 años después, DuPont mantiene la sede en Wilmington, el mismo lugar en el que fue fundada. Da trabajo a casi 100.000 personas en todo el mundo, gran parte de ellos científicos e ingenieros. Y ha sido clave en la historia empresarial, para bien, y para mal.
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Pierre Samuel du Pont de Nemours, un hugonote nacido en París en 1739, era un ambicioso economista, editor y político, cercano a la corte de Luis XVI, gracias a sus escritos y sus ideas sobre libre comercio. El rey le dio diferentes cargos, y contó con él para negociar el Tratado de París, por el que Inglaterra reconoció la independencia de Estados Unidos. En un primer momento, apoyó la revolución francesa, pero acabó defendiendo físicamente a Luis XVI y a Maria Antonieta durante el asalto a Tullerías. Fue condenado a la guillotina, pero se libró por la caída de Roberpierre. Emigró a Estados Unidos en 1799.
Allí pudo aprovechar los contactos que había hecho durante la negociación del Tratado de París, sobre todo con Thomas Jefferson. Pero el protagonista de la compañía que lleva su apellido no es él, sino su hijo, Éleuthère Irénée, que fundó E.I. du Pont de Nemours & Company en 1802. Se lanzó cuando, estando de caza, se dio cuenta de que el mercado de la polvora, cara y de mala calidad, ofrecía gran potencial.
Con capital francés y maquinaria importada de Europa, creó la primera fábrica, que producía polvora de tal calidad que logró grandes ventas desde el primer momento. Además, aprovechando la cercanía familiar con el Gobierno, comienza a venderle pólvora al ejército. Con el estallido de la guerra de 1812, las ventas se multiplican. A mediados del siglo XIX ya era la mayor proveedora de pólvora del país, gracias, en parte, a la fiebre del oro, las guerras contra los indios en la expansión hacia el Oeste, y los conflictos en los que se implica Estados Unidos. En la Guerra Civil, DuPont ya suministraba la mitad de la pólvora del ejército de la Unión.
Pero el gran salto se produce con el cambio de siglo. A comienzos del XX dejan de centrarse solo en las actividades bélicas (aunque un acuerdo para fabricar y distribuir dinamita dispara sus ventas), y se expanden a nuevos sectores, creando dos laboratorios pioneros en investigación, que desarrollan nuevos productos como la celulosa o la laca. También comenzó a fabricar plásticos de nitrocelulosa, y se hizo con varias empresas para agregar nuevas líneas de productos como colorantes, pinturas, ácidos o químicos pesados.
En los años 20 empiezan a apostar por el desarrollo de polímeros, un esfuerzo del que surgen algunos de los productos y patentes más importantes de su historia, como el nylon, el neopreno, el plexiglas o el teflón.
También se introduce en la industria automovilística, al hacerse con un importante paquete de acciones de General Motors. Pierre du Pont llegó a presidir la compañía, hasta llevarla al liderazgo mundial. Tuvo que vender su participación por las leyes antimonopolio.
Pero lo más relevante de la relación entre DuPont y General Motors tiene que ver con la contabilidad. Uno de los comerciales emitió un informe interno en el que proponía una fórmula sobre el retorno de la inversión, que aún hoy se conoce como Fórmula DuPont, y que con el tiempo se ha convertido en el famoso ROE, o retorno sobre el capital. Esta fórmula supuso un paso de gigante en la evolución de las empresas, que solo medían ventas y costes, sentando las bases de la gestión moderna.
A pesar de la diversificación, los esfuerzos bélicos seguían siendo clave para la compañía. No obstante, las guerras era un campo de pruebas para sus nuevos productos. Eran proveedores para EEUU de productos para ruedas, paracaídas... y, por supuesto, de pólvora. Además, durante aquella época, participan en el Proyecto Manhattan para el desarrollo de la bomba atómica, con la construcción de instalaciones.
El siguiente gran paso de la compañía se produce en los años 80, cuando entra en el negocio del petróleo, con la compra de Conoco. Aquella operación, que se convirtió entonces en la mayor fusión de la historia, aseguraba el acceso de DuPont al suministro de petróleo, imprescindible para elaborar sus productos. Fue clave, por ejemplo, para el lanzamiento de sus alfombras resistentes a las manchas, que se convirtieron en las más vendidas de Estados Unidos.
En 1999, DuPont vendió su participación en Conoco, y entró en una nueva época empresarial, con la compra de una productora de semillas híbridas de maiz, convirtiéndose en una de las mayores productoras de plantas híbridas y modificadas genéticamente del mundo.
En los primeros años del siglo XX vende o escinde algunos de sus principales negocios.
La fusión con Dow Chemical Company, la otra gran química de Estados Unidos, fue el último gran cambio. El proceso se completa en 2017, y da lugar a una nueva empresa, valorada en 130.000 millones de dólares. El consejo de administración de ambas compañías decide separar el grupo en tres empresas independientes cotizadas en bolsa, cada una especializada en un campo: : una empresa de agricultura, llamada Corteva; una de ciencia de materiales, plásticos y otros químicos, que es Dow; y otra para los productos especializados, que es DuPont. Esta última incluye todo lo relacionado con la nutrición, la salud, la electrónica, las comunicaciones, y la seguridad y protección.
En una historia de más de 200 años, DuPont no ha estado libre de polémicas. La más importante seguramente sea la del C-8, un producto utilizado para obtener teflón, y por la que fue denunciado por ocultar sus efectos: es un material cancerígeno, que puede provocar malfornaciones en el embarazo y otros problemas sanitarios. Tuvo que pagar millones de dólares en multas y compensaciones.
También fue, junto a General Motors, la creadora y máxima productora de los CFC, una familia de sustancias dañinas para la capa de ozono. También tuvieron que enfrentarse a otra polémica por las presiones que ejercieron sobre una editorial para evitar la distribución de un libro ('Dupont, tras el telón del nylon'), que criticaba el papel de la familia Du Pont en la sociedad americana.
Además de numerosas acusaciones a lo largo de la historia de fijación de precios en diferentes productos.
Casi 220 años después, DuPont mantiene la sede en Wilmington, el mismo lugar en el que fue fundada. Da trabajo a casi 100.000 personas en todo el mundo, gran parte de ellos científicos e ingenieros. Y ha sido clave en la historia empresarial, para bien, y para mal.
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Autore | elEconomista |
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