Isaías-136 La misión de Isaías

18 lug 2023 · 10 min. 27 sec.
Isaías-136 La misión de Isaías
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El autor del libro de Isaías vivió en el siglo VIII antes de Cristo. Leemos al comienzo del libro que era hijo de Amoz y que Dios lo eligió para...

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El autor del libro de Isaías vivió en el siglo VIII antes de Cristo. Leemos al comienzo del libro que era hijo de Amoz y que Dios lo eligió para enviar su mensaje a Judá y Jerusalén.

El ministerio de Isaías como profeta de Dios duró desde los días de Uzías hasta los días de Ezequías, así que tuvo un ministerio largo de más de 50 años, viviendo durante el reinado de cuatro reyes, Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías. (Si suponemos que los primeros capítulos vienen antes del llamamiento, Isaías tuvo que haber empezado antes del año 740 cuando Uzías murió y la tradición dice que lo mató Manasés (686-). Pero si ponemos del 740 hasta 686 y nos da 54 años. Desde que empezó a predicar (capítulo 1) hasta su muerte son más como 60 años.)

Repasemos la historia de los reyes que gobernaron a Judá durante este tiempo.

De Uzías podemos leer en 2 Reyes 15:1-7; 2 Crónicas 26:1-23 y de su hijo Jotam en 2 Reyes 15:32-38 y 2 Crónicas 27:1-9.

Uzías, también llamado Azarías, fue rey a los 16 años y reinó 52 años en Jerusalén. Hizo lo recto ante los ojos de Jehová. Sin embargo, desobedeció cuando entró en el templo para quemar incienso, lo cual solo debían hacer los sacerdotes, por lo que fue herido con lepra, y Jotam su hijo tuvo que reinar con él, ya que un monarca con lepra no podría haber llevado a cabo las obligaciones sociales de un rey. A su muerte, Jotam llegó a ser rey en solitario, aunque no vemos que ocurriera mucho en su reinado. Fue a la muerte de Uzías, en el 740 a.C que Dios [formalmente] llamó a Isaías para ir a profetizar al pueblo.


El rey Acaz, hijo de Jotam reinó entre el 734 y el 715 a. C. aproximadamente. Podemos leer sobre él en 2 Reyes 16:1-20; 2 Crónicas 28:1-27) Acaz no hizo lo recto ante los ojos de Dios. Hizo alianza con el rey de Asiria contra Israel y Siria. Cuando este falleció, fue rey sobre Judá Ezequías su hijo. Vimos que los cuatro capítulos centrales del libro de Isaías hablan de tres incidentes en la vida de Ezequías que muestran que confiar en Dios trae bendición, mas cuando elegimos confiar en cualquier otra cosa aparte de Dios, estamos rechazando a nuestro hacedor y poniéndonos en situación de derrota. De Ezequías podemos leer en 2 Reyes 18:1-20:21; 2 Crónicas 29:1-32:33 [y también en Isaías 36-39].

Durante el reinado de Ezequías, por el año 701 a.C. los asirios conquistaron Israel , pero la conquista de Jerusalén por parte de Babilonia no ocurriría hasta mucho más tarde, por el 587 a.C. Así que vemos que Isaías profetizó el exilio, la cautividad y la restauración de la nación muchos años antes de que ocurrieran.

Isaías fue contemporaneo con Amós, Oseas y Miqueas, profetas que también denunciaron la infidelidad espiritual del pueblo de Dios y el juicio venidero que les vendría si no se arrepentían. Y estos, al igual que Isaías, reflejan en sus páginas la esperanza salvadora del que sería la luz del mundo, el Mesías.

En el capítulo 6 leemos como Dios llamó a Isaías y le dio la tarea de predicar el mensaje de Dios a Judá y Jerusalén.

El año en que murió el rey Uzías, Dios se presentó en visión a Isaías. Como vimos, esto ocurría en los tiempos del Antiguo Testamento, antes de que toda la Palabra de Dios hubiera sido dada a la humanidad. Nos enseña la Biblia que una vez la revelación de Dios fue completada, Dios ya no habla por medio de sueños ni visiones. Ahora tenemos la Palabra de Dios escrita y preservada y no necesitamos nueva revelación. Dios ya nos ha dado la guía de la Palabra Escrita de Dios.

En esa visión Isaías nos cuenta que vió “al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; (Ap. 4.8) toda la tierra está llena de su gloria.” (Isaías 6:1-3)

Al ver esto Isaías, tuvo miedo, porque sabía que era hombre inmundo. Isaías reconocía ante la presencia del Dios tres veces Santo, que él era imperfecto, pecador, inmundo. Dijo: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.”

Mas el ángel en la visión procedió a tocarle los labios con un trozo de carbón, significando la limpieza de pecado. Y una vez limpio de culpa, Isaías oyó la voz de Dios: “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?” A lo que Isaías respondió: “Heme aquí, envíame a mí.”

Isaías habría de ir a dar el mensaje, mas Dios le advirtió que los del pueblo, oyendo, no entenderían, y viendo, no comprenderían. No habría reacción a las palabras de advertencia de Isaías. Por lo que este preguntó a Dios: “¿Hasta cuándo, Señor?” Y Dios le dijo:

“Hasta que las ciudades estén asoladas y sin morador, y no haya hombre en las casas, y la tierra esté hecha un desierto; hasta que Jehová haya echado lejos a los hombres, y multiplicado los lugares abandonados en medio de la tierra.” (6:11-12)

La oportunidad de oír y responder se daría hasta que no quedara nadie para oír. Aún si el árbol fuera cortado, el tronco podría revivir.

Vemos que Isaías tomó esta misión de Dios, y estuvo dispuesto a llevar el mensaje. Y no solo tomó él la misión que Dios le mandaba, sino que su familia también participó en el trabajo que Dios le había mandado.

Toda su familia estaba involucrada en su ministerio. En el capítulo 7 versículo 3, vemos que Dios pide a Isaías que lleve a su hijo cuando tiene que ir a hablar con el rey Acaz, y este fue puesto como prueba de la misericordia que Dios mostraría al pueblo. El profeta había puesto por nombre a su hijo Sear-jasub; esto significa “Un remanente volverá” En Isaías 10:22 nos recuerda que Dios preservaría un remanente que volvería a Jerusalén. Dios usó al chico para que fuera mensajero de la gracia de Dios.

En el capítulo 8, versículos 3-4 leemos de la esposa de Isaías y de su otro hijo. Dice así: “Y me llegué a la profetisa, la cual concibió, y dio a luz un hijo. Y me dijo Jehová: Ponle por nombre Maher-salal-hasbaz. Porque antes que el niño sepa decir: Padre mío, y Madre mía, será quitada la riqueza de Damasco y los despojos de Samaria delante del rey de Asiria.” Maher-salal-hasbaz, que significa “el despojo se apresura” o “la presa se precipita” advertía al pueblo que debían prestar seria atención a las advertencias.

Parece que la vida privada de Isaías estaba ligada a su trabajo para el Señor, y él estaba dispuesto a hacer cualquier cosa que Dios le pidiera, porque confiaba en aquel que planeaba su agenda. En el capítulo 20 leemos que Dios pidió a Isaías que anduviera por las calles sin su ropa de calle y descalzo para mostrar al pueblo cómo llevaría el rey de Asiria a los deportados de Egipto y Etiopía. Dios quería dejar una imagen clara del mal que se les avecinaba, e Isaías estaba dispuesto a hacer lo que hiciera falta para que el pueblo entendiera el mensaje de Dios.

Isaías, un hombre de buena familia que podría haber ostentado cualquier puesto que quisiera en la administración de su país, respondió al llamado de Dios y estuvo dispuesto a sufrir las inconveniencias de anunciar un mensaje que incomodaría a varios reyes. Y esto lo hizo porque sabía que servir a Dios es mejor que servir a cualquier hombre, por muy poderoso que este sea y por muchos incentivos que prometa.

Isaías y su familia son un ejemplo para cada uno de nosotros que deseamos hacer aquello que Dios nos ha mandado a hacer, sabiendo que nuestro trabajo en el Señor nunca es en vano, como nos recuerda el Apóstol en 1 Corintios 15:58. Así que, con esto en mente, estemos firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, y con nuestra confianza puesta en “aquel que es poderoso para guardarnos sin caída, y presentarnos sin mancha delante de su gloria con gran alegría” (Judas 1:24)
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Autore David y Maribel
Organizzazione David y Maribel
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