Hebreos-155 Héroes de la fe
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Héroes de la fe “Tienes que tener fe,” hemos oído decir. Lo cantan cantantes populares, lo vemos afirmado en el cine, y lo recibimos del consejo de nuestros amigos y...
mostra di più“Tienes que tener fe,” hemos oído decir. Lo cantan cantantes populares, lo vemos afirmado en el cine, y lo recibimos del consejo de nuestros amigos y conocidos. Pero, ¿qué es la fe?
La Real Academia de la Lengua Española tiene varias definiciones, entre ellas las siguientes:
“Confianza, buen concepto que se tiene de alguien o de algo”
“Creencia que se da a algo por la autoridad de quien lo dice o por la fama pública.”
“Seguridad, aseveración de que algo es cierto.” En relación a la religión, dice: “virtud teológica que consiste en el asentimiento a la revelación de Dios, propuesta por la Iglesia.”
Esta última definición no me convence, ya que propone que es asentir a la revelación de Dios, es decir, Su Palabra, pero propuesta por la Iglesia con mayúscula, refiriéndose a una institución humana. Da a entender que la fe cristiana es asentir a lo que un grupo de personas ha determinado que es la revelación de Dios. Prefiero adherirme a la idea de que la revelación de Dios ha sido propuesta directamente por Dios.
Mas que todas estas definiciones, me quedo con la definición dada en Hebreos 11: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”
Nos dice aquí que la fe es una certeza. Esto coincide con la definición anterior de confianza, seguridad, aseveración de que algo es cierto. Cuando uno dice que tiene fe en el médico, está aceptando a este como una autoridad en su campo y está depositando su confianza en este para tratamiento.
Notemos que es una confianza en algo que se espera. Es decir, que todavía no lo tienes, o al menos no lo tienes plenamente. Cuando uno trabaja, rara vez cobra antes de empezar; normalmente lo hace por fe, basado en la certeza de que al final del mes, se te pagará por el trabajo realizado. Prácticamente podemos decir que todos vivimos depositando nuestra fe en algo o alguien. Cada vez que nos sentamos, estamos ejercitando fe en la silla que nos sostendrá. Normalmente no dudamos de si nos podrá sostener o si nos caeremos al sentarnos. Podríamos afirmar que estamos demostrando fe constantemente.
La segunda parte de la definición afirma que la fe es una convicción, convicción de lo que no se ve. Las convicciones que tenemos condicionan nuestro comportamiento. Si estamos convencidos de que el aire que respiramos es sano y no corremos peligro al inhalarlo, lo haremos de forma abierta y segura. Si dudamos de ello, nos protegeremos para no inhalar aquello que nos puede dañar. Si no estamos convencidos de la honestidad de una persona, no dejaremos nada de valor a su cargo. La fe es una convicción en algo que no se ve, o no se ve aún, y que nos lleva a actuar de una forma u otra.
El capítulo 11 de hebreos recoge el testimonio de personas a lo largo de la historia que por su fe actuaron de forma heróica.
¿Tenían estos mucha fe? En los evangelios Jesús afirmaba: ”si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible” (Mateo 17:20).
Quizá la cuestión no es la cantidad de fe, sino el objeto de la fe. ¿Fe en quién? ¿Fe en qué?
Hebreos 11:3 afirma: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.”
En primer lugar, estos héroes, al igual que nosotros, podían descansar seguros en la certeza y la convicción de que el universo en que vivimos fue hecho de lo que no se veía, por la palabra directa de Dios.
Si no podemos creer lo que Dios ha revelado en su Palabra, de principio a fin, no podemos decir que creemos en Dios. Cuando no podemos confiar en la palabra de alguien plenamente, no podemos depositar nuestra segura confianza en esta persona.
Abel, Enoc, Noé, Abraham, Sara, Isaac, Jacob, José, Moisés, Rahab, Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, una lista extensa pero no exhaustiva, actuaron según una convicción, y esta es que Dios es quien dice que es.
Cuando vinieron las situaciones difíciles, en momentos de incertidumbre, la verdad de Dios les permitió seguir adelante, perseverando en aquello que no podían ver, pero que era seguro.
Lee el capítulo entero para contemplar aquello que estos héroes sufrieron, y aún así no perdieron la certeza y convicción en lo que Dios les había prometido. Y es que como leemos en el versículo 6, “sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”
Por tanto, como nos anima el capítulo 12, “nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
¿Qué te está pidiendo Dios hoy? Dudo que sea comparable a lo que estos héroes y otros en la historia han vivido y están viviendo a día de hoy.
Si la voluntad de Dios para mí es mi propia salvación y mi santificación, ¿qué es lo que me frena? Si lo único que Dios quiere de mí es que yo lo conozca y que le siga con convicción y confianza, ¿a qué estoy esperando? Debo decir como profetizaba el salmista de Jesús el Mesías (Salmo 40:8; Heb. 10:7): “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón.”
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Autore | David y Maribel |
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