Evangelios-029 El evangelio es para todos

15 feb 2024 · 5 min. 50 sec.
Evangelios-029 El evangelio es para todos
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Al acabar el gran sermón del monte, donde Jesús había estado compartiendo toda esta enseñanza que hemos estado viendo, Jesús se encontró con diversas personas que necesitaban atención. Los que...

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Al acabar el gran sermón del monte, donde Jesús había estado compartiendo toda esta enseñanza que hemos estado viendo, Jesús se encontró con diversas personas que necesitaban atención. Los que no habían subido al monte para escuchar la Palabra, venían a buscarle. Recordemos que Jesús no había venido para sanar al mundo de sus dolencias, pero leemos en Isaías 53:8 que el Mesías llevaría nuestras enfermedades, y sufriría nuestros dolores. A través de las sanaciones, Jesús mostró su identidad divina y su amor por la humanidad en términos que la gente podía entender.

En el capítulo 8 de Mateo leemos que Jesús sanó a muchos enfermos y endemoniados que eran atormentados por espíritus malignos, para que esta profecía se cumpliera. Nos cuenta con más detalle su encuentro con un leproso, un centurión romano que vino a pedir ayuda para su siervo y la suegra de Pedro que se había enfermado y estaba en cama.

Con estas historias podemos observar que Jesús no vino a alcanzar a una parte de la sociedad, sino a todas. Del leproso no sabemos mucho. En las sociedad judía, la inmundicia se evitaba, y un leproso representaba lo más inmundo. La ley establecía que si un leproso sanaba de su enfermedad, debía ir a ofrecer sacrificio al templo. Jesús se acercó a él, lo tocó, aun siendo inmundo, y después de sanarlo lo envió al sacerdote, pidiéndole que no dijera nada del encuentro con Jesús. Pero aún así, la voz se extendería, y muchos vinieron a Jesús a ser sanados.

Al entrar en Capernaum, ciudad donde vivían Pedro y Andrés, se le acercó un centurión. Este romano junto con otros centuriones que vemos aparecer en los evangelios, había oído de Jesús y sabía de su poder. Su siervo, el cual sería judío, había sufrido alguna desgracia, ya que se encontraba en la casa paralizado y gravemente atormentado de dolor. Jesús se ofreció a ir a la casa y sanarlo, mas el centurión, mostrando su fe y respeto hacia el Señor Jesús, le dijo que no era necesario que fuera hasta allá. “Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.
Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.” Mateo 8:8-10

Este centurión entendía bien la autoridad de Jesús, y por eso le sobraba con que este diera la orden de sanación. Jesús lo puso de ejemplo de fe, mucho mayor que la fe que había visto en el pueblo judío.

El tercer caso que encontramos en el capítulo 8 es la suegra de Pedro. Jesús se iba a hospedar ahí, y la pobre mujer, en lugar de poder atender a Jesús, estaba en cama, enferma. Me encanta la imagen, porque cuando ella quería hacer algo por Jesús, Jesús le mostró que Él estaba ahí para hacer algo por ella. Esta se sanó, y pudo atender a los invitados como ella había deseado.

Jesús estuvo ahí para atender a judíos, a gentiles, a hombres y a mujeres. Lo vemos más adelante en la tierra de los gadarenos, sanando a un extranjero (Mateo 8, Marcos 5, Lucas 8), dando vida a la hija de un principal de la sinagoga, y una mujer afligida por flujo de sangre durante años. Estos, más importante que ver la mano sanadora de Jesús, tuvieron la oportunidad de conocer al Mesías salvador de pecados. Y es que el evangelio no es solo para algunos; el evangelio es para todos, y todos tenemos necesidad de Cristo. Estas personas sanadas, tiempo después de esta experiencia, todavía tuvieron que llegar al momento de la muerte, pero la salvación del alma por la fe depositada en Cristo es eterna.

El evangelio aún es eficaz, y funciona para todo aquel que se acerque a Dios por fe. ¿Vendrás a Cristo para salvación?
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Autore David y Maribel
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