Evangelios-028 Un firme cimiento

14 feb 2024 · 7 min. 2 sec.
Evangelios-028 Un firme cimiento
Descrizione

Jesús enfatizó en su enseñanza la importancia de la evidencia de una pertenencia a Cristo. Como ya hemos visto, a diferencia de lo que podríamos haber concluido según nuestra propia...

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Jesús enfatizó en su enseñanza la importancia de la evidencia de una pertenencia a Cristo. Como ya hemos visto, a diferencia de lo que podríamos haber concluido según nuestra propia lógica, la Palabra de Dios enseña que no todo el que profesa conocer a Dios es en realidad hijo de Dios. Un verdadero hijo de Dios es aquel que, aceptando los términos de Dios, ha entrado al reino de Dios a través de la única puerta, el único camino, la única verdad, Jesucristo. Cualquier otra forma de entrada Jesús la calificó como asalto o usurpación. (Juan 10:9)

Jesús, que conocía los corazones, sabía que el ser humano puede engañarse a sí mismo y establecer una base errónea para su fe.

Entre las comparaciones que Jesús compartió para que aquellos que escuchaban pudieran entender esta enseñanza. Jesús contó la historia de dos hombres que edificaron sobre dos cimientos diferentes. (Mateo 7:24-29 y Lucas 6:46-49)

En el texto de Lucas leemos que Jesús les dijo: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca.
Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.”

Jesús estaba presentando dos tipos de persona, representados por dos tipos de edificación. Dos personas habían edificado casas, aparentemente de características similares, pero sobre dos tipos diferentes de cimiento. Uno había edificado cimiento sobre la roca. Este había cavado hondo, hasta llegar a piedra firme, y ahí había anclado su casa. Probablemente llevó esfuerzo, determinación y horas de constancia, y todo esto antes de poder dedicar tiempo a lo que realmente se vería, su proyecto de vida, su casa. Pero la seguridad de que la casa estaría firme traería paz y tranquilidad en el descanso.

La segunda persona probablemente llegó a construir su casa mucho antes que el primero, ya que no tomó el tiempo de cavar hondo para llegar a la roca firme bajo el suelo donde construiría. Mientras su vecino construía los cimientos que nadie vería, él estaba avanzando en sus proyectos, construyendo una preciosa casa que todos podrían admirar.

Recordemos que las casas, una vez construidas, parecían de las mismas características, pero este último se había ahorrado el tiempo y esfuerzo en aquello que al fin y al cabo nadie podría ver, los cimientos.

Cuando llegó la época de las lluvias, ambas casas fueron puestas a prueba. La lluvia cayó sobre ellas, con la tormenta que las trajo. El río creció, llegando a pegar a las casas con ímpetu, nos dice el texto. Y fue en esos momentos, los momentos de dificultad cuando la diferencia entre estas dos casas se hizo patente.

Ante los ojos de los que pasaban, ambas casas eran iguales, pero la casa que no estaba cimentada sobre la roca no pudo aguantar los azotes de los desastres naturales, esos desastres que le vienen a uno y a otro sin excepción. La casa cayó, nos narra el texto, y fue grande su ruina.

El mismo desastre azotó la casa del vecino, pero esta no se movió. Nos dice el texto que la tempestad “no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca.”

Esas horas buscando la roca y cimentando en ella ahora se hacían evidentes. La diferencia entre el gran desastre de una casa y la resistencia de la otra no tenía otra explicación que la diferencia de cimientos. La roca salvó la casa.
En múltiples textos en la Biblia Dios se identifica como La Roca, y el salmista escribe en el Salmo 73: “Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.” Cuando estaba pasando por dificultades, Dios era la roca que lo mantenía firme.

La enseñanza de Cristo está claramente basada en la obediencia a la Palabra de Dios. La diferencia entre estos dos hombres era que uno oía la Palabra pero no la ponía en práctica. Este no pudo resistir la prueba; todos sus esfuerzos en edificar fueron derribados por las tormentas de la vida. Mas el que oía la Palabra y hacía aquello que Dios le indicaba, anclando su vida en la Roca, este pudo disfrutar del fruto de su trabajo, porque estaba anclado en Cristo, la Roca de la Salvación. Que Él sea nuestra Roca; que nuestra vida esté anclada en Cristo.
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Autore David y Maribel
Organizzazione David y Maribel
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