Evangelio Del Día Viernes 5 de Abril | Descubrir a Jesús | 5 Minutos de Oración en el Hogar
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Evangelio Diario
LITURGIA - 29 DE MARZO DE 2024
Primera Lectura Hechos 4, 1-12
Salmo 117
Evangelio Juan 21, 1-14
OFRECIMIENTO (Si la oración se hace en la mañana):
Nos ponemos en tu presencia Dios bondadoso y Padre nuestro. Te agradecemos que nos hayas dejado empezar el presente día pues despertamos una vez más al conocimiento de nuestra propia existencia que tu amor nos concede y sostiene. El saber que existimos es el don más grande de tu bondad. ¿De qué nos serviría existir ante tu presencia si no estuviéramos conscientes de ello? Además, nuestra vida está profundamente unida a la tuya por el gran amor del cual nos has hecho participar. De tu amor no podemos dudar. Es el nuestro hacia ti el que falla con mucha frecuencia. Nos disponemos ante la grandeza de tu majestad a los Cinco Minutos de Oración. Te pedimos que des fuerza a la debilidad de nuestra mente y enciendas el fuego de tu amor en nuestros corazones. Padre Nuestro…
OFRECIMIENTO (Si la oración se hace en la tarde):
Estamos reunidos Señor para reconocer tu amor que nos sostiene en el don de la vida y para reconocer tu bondad que nos colma de beneficios. En las horas que ya pasaron disfrutamos tuvimos la oportunidad de hacer sentir tu amor y tu bondad a través de nuestra propia bondad, en todos aquellos que nos rodean, familiares y amigos y en nuestro mundo tan necesitado de ti y de tu amor. Este día fue un paso más hacia tu eternidad a la que nos llamaste desde el principio de nuestra existencia. Si lo aprovechamos, hemos guardado un tesoro. Si lo desperdiciamos, tenemos que redoblar nuestro amor en tu servicio. Que durante estos Cinco Minutos de Oración podamos olvidarnos de los intereses humanos, para estar atentos a tu amor y a tu palabra. Guía nuestros corazones por el camino de tu voluntad. Padre Nuestro…
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
Los discípulos confiaron en Jesús y el resultado fue una pesca increíblemente abundante. Es así que Juan se dirige a Pedro y dice: «Es el Señor» (v. 7). E inmediatamente Pedro se lanzó al agua y nadó hacia la orilla, hacia Jesús. En aquella exclamación: «¡Es el Señor!», está todo el entusiasmo de la fe pascual, llena de alegría y de asombro, que se opone con fuerza a la confusión, al desaliento, al sentido de impotencia que se había acumulado en el ánimo de los discípulos. La presencia de Jesús resucitado transforma todas las cosas: la oscuridad es vencida por la luz, el trabajo inútil es nuevamente fructuoso y prometedor, el sentido de cansancio y de abandono deja espacio a un nuevo impulso y a la certeza de que Él está con nosotros. Desde entonces, estos mismos sentimientos animan a la Iglesia, la Comunidad del Resucitado. ¡Todos nosotros somos la comunidad del Resucitado! Si a una mirada superficial puede parecer, en algunas ocasiones, que el poder lo tienen las tinieblas del mal y el cansancio de la vida cotidiana, la Iglesia sabe con certeza que en quienes siguen al Señor Jesús resplandece ya imperecedera la luz de la Pascua. El gran anuncio de la Resurrección infunde en el corazón de los creyentes una íntima alegría y una esperanza invencibles. ¡Cristo ha verdaderamente resucitado! (Regina Coeli, 10 de abril de 2016)
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles
Hch 4, 1-12
En aquellos días, mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo, se presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos, indignados porque los apóstoles enseñaban al pueblo y anunciaban la resurrección de los muertos por el poder de Jesús. Los aprehendieron, y como ya era tarde, los encerraron en la cárcel hasta el día siguiente. Pero ya muchos de los que habían escuchado sus palabras, unos cinco mil hombres, habían abrazado la fe.
Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan, Alejandro y cuantos pertenecían a las familias de los sumos sacerdotes. Hicieron comparecer ante ellos a Pedro y a Juan y les preguntaron: “¿Con qué poder o en nombre de quién han hecho todo esto?”
Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: “Jefes del pueblo y ancianos, puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, para saber cómo fue curado, sépanlo ustedes y sépalo todo el pueblo de Israel: este hombre ha quedado sano en el nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores, han desechado y que ahora es la piedra angular. Ningún otro puede salvarnos, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos”.
EVANGELIO DEL DÍA
Jn 21, 1-14
En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “También nosotros vamos contigo”. Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada.
Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿han pescado algo?” Ellos contestaron: “No”. Entonces él les dijo: “Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces”. Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados.
Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: “Es el Señor”. Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros.
Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar”. Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: “Vengan a almorzar”. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ‘¿Quién eres?’, porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y también el pescado.
Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.
ORACIÓN FINAL COMUNITARIA
Del 1 al 8 de Abril de 2024.
Hermanos en la celebración del “Triduo Pascual” de nuestro Señor y Maestro hemos recibido una propuesta muy exigente. Conociendo nuestra debilidad, dirijámonos al Padre con nuestra oración común:
EN TUS MANOS, SEÑOR, ENCOMIENDO MI ESPÍRITU.
Señor, que al compartir el pan eucarístico sepamos también compartir el pan cotidiano, poniendo a disposición de los demás, lo que somos y tenemos.
EN TUS MANOS, SEÑOR, ENCOMIENDO MI ESPÍRITU.
Señor, que tu anuncio de Resurrección llegue a quienes más sufren, para que puedan comprender el sentido escondido de su dolor y la aportación insustituible que dan para la santificación del mundo, ofreciendo por ellos sus dolores.
EN TUS MANOS, SEÑOR, ENCOMIENDO MI ESPÍRITU.
Señor, te pedimos por quienes no se acuerdan de celebrar la Pascua, en estos días santos; por quienes han perdido la fe o buscan una razón para creer, para que logren encontrarse con Cristo que redime toda vida humana.
EN TUS MANOS, SEÑOR, ENCOMIENDO MI ESPÍRITU.
Señor, ponemos en tus manos a nuestros difuntos, para que participen ya desde ahora de la victoria de Cristo sobre la cruz.
EN TUS MANOS, SEÑOR, ENCOMIENDO MI ESPÍRITU.
Señor, en estos días en que celebramos la Resurrección de tu Hijo, confirma nuestra fe y nuestra esperanza, para que no nos dejemos vencer por el desánimo y los temores, sino que, unidos con Cristo, colaboremos a construir el mundo nuevo que tú quieres.
EN TUS MANOS, SEÑOR, ENCOMIENDO MI ESPÍRITU.
Se pueden agregar otras peticiones.
OREMOS: Señor, resucitando a Jesús de la muerte, has confundido el pensamiento del hombre, has marcado el nuevo curso de la historia y has pronunciado la palabra de una nueva creación; haz que sepamos contemplar siempre este misterio, para saber discernir los acontecimientos, anunciar la esperanza y vivir en tu paz. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. AMEN.
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