Evangelio Del Día Viernes 28 de Octubre | Los Doce Apóstoles | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 28 DE OCTUBRE DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Rojo XXX Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II II Semana...
mostra di piùLITURGIA - 28 DE OCTUBRE DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Rojo
XXX Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
II Semana del Salterio
Primera Lectura Efesios 2, 19-22.
Salmo 18
Evangelio Lucas 6, 12-19
“Pasó la noche orando a Dios”
Reflexión del Evangelio de hoy (Sor Mihaela María Rodríguez Vera O.P.)
Somos conciudadanos de los santos
La primera lectura de hoy, está cargada de esperanza, porque cuando respondemos a la llamada del Señor “ya no somos extranjeros ni forasteros, somos ciudadanos de los santos, miembros de la familia de Dios”. Ser ciudadanos de los santos es saber que, como templos vivos de Dios, cada uno de nosotros estamos edificados sobre el cimiento de los apóstoles, es decir, gracias a su respuesta ante la llamada del Señor y a su misión evangelizadora por todo el mundo, hoy podemos también ser apóstoles de la Buena Noticia y llevar el Evangelio a todos los confines de la tierra.
Cuántas veces vivimos afanados por las cosas que pasan, por lo que no perdura, angustiados por las contrariedades que se nos presentan día a día. Hemos perdido el horizonte, la meta a la que Dios nos llama, que no es otra que la Vida Eterna. Tratamos de ser buenos ciudadanos aquí en la tierra, cumplir con las normas, ser agradable a los ojos de los demás, porque es importante que la sociedad nos acepte. Y tratando de agradar al mundo, nos olvidamos de que también somos ciudadanos del cielo, miembros de la Jerusalén Celeste, ciudad que nunca acaba, construida por Dios.
¿Por qué nos dejamos arrastrar por el miedo, la tristeza, el vacío y el sin sentido de la vida? Porque nuestro cimiento no es Cristo. Ser miembros del templo consagrado al Señor, es tener a Cristo como base, centro y fundamento de nuestro corazón. Si Cristo no es la piedra angular de nuestra vida, de todo nuestro ser, si no es Él quien construye nuestra casa, “en vano se cansan los albañiles”. Podremos hacer muchas cosas buenas, provechosas, pero ninguna permanecerá en el Cielo si lo hacemos para el mundo o para nosotros mismos.
San Pablo nos anima a ser también constructores de la morada de Dios, que es su Iglesia. Y esto sólo puede hacerse desde una vivencia profunda y personal con Jesucristo, dejándonos transformar por Él, y realizando su misión con alegría. ¿Cómo dar testimonio de Cristo en el mundo? A veces, no son necesarias las palabras, como dice el salmista: “Sin que hablen, sin que pronuncien, a toda la tierra alcanza su pregón”. Es con la vida misma como se puede transmitir la Palabra, con la abundancia del corazón, con la generosidad de nuestros actos, sin intereses, desde la humildad y la serenidad.
Pasó la noche orando a Dios… y escogió a los apóstoles
En el evangelio, vemos tres aspectos fundamentales: la oración, la elección y la misión.
Vemos a Jesús orando, como parte esencial de su vida. Antes de tomar una decisión importante como es elegir a los apóstoles, pasa toda la noche en oración al Padre. Es el diálogo continuo y personal con Dios, lo que le da a Jesús la capacidad de continuar cada paso en su misión. ¿Cómo es tu oración? ¿Cómo tomas las decisiones más importantes de tu vida? A la hora de tomar una decisión, solemos preguntar a nuestros familiares y amigos qué podemos hacer, pensamos mucho, y en ocasiones perdemos la paz porque tememos equivocarnos, huimos del fracaso y nos da miedo la posibilidad de perder. Sin embargo, a veces nos olvidamos de acudir a Dios, no para pedir que todo salga bien, según nuestros ideales, si no para hacer su voluntad y aceptar con paz cada acontecimiento de la vida.
Después de pasar la noche orando, Jesús elige a los apóstoles. La elección del Señor sobre sus discípulos es un momento muy importante, porque cada uno de ellos es escogido por Él, llamados a ser otro Cristo en la tierra. Así es como nos elige también el Señor a nosotros, nos llama por nuestro nombre, conoce lo profundo del corazón y ama incluso aquello que no aceptamos de nosotros mismos. Él nos conoce, y porque nos conoce nos elige. Sabe que desde lo que somos, desde el barro del que hemos sido creados, podemos ofrecer a los que nos rodean un testimonio vivo de lo que Cristo hace en nuestra vida.
Y, por último, Jesús baja del monte con sus discípulos y continúa su misión, que es rescatar y curar a los enfermos, no sólo de cuerpo sino también de espíritu. Dice el evangelista, que “la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos”.Esta fuerza no es otra que el Espíritu de Dios, que reside en el corazón de Cristo, por medio del Espíritu Santo. ¿No es ésta también nuestra misión? Curar a los enfermos de nuestra sociedad, sedientos de amor y verdad, sedientos de vida. Dejémonos transformar por Dios, para que nuestra vida sea un reflejo de la gloria del Padre, que salga de nosotros esa fuerza que nos da Cristo para tender la mano al hermano necesitado, y la vez que sanamos a los demás, nosotros también somos rescatados del egoísmo, de la autosuficiencia, de una fe vacía. Que el amor de Cristo renueve todo nuestro ser, para ser apóstoles de la Verdad, que san Simón y Judas Tadeo intercedan por nosotros y sepamos dar al mundo lo único y lo mejor que tenemos: Cristo Resucitado.
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios
Ef 2, 19-22
Hermanos: Ya no son ustedes extranjeros ni advenedizos; son conciudadanos de los santos y pertenecen a la familia de Dios, porque han sido edificados sobre el cimiento de los apóstoles y de los profetas, siendo Cristo Jesús la piedra angular.
Sobre Cristo, todo el edificio se va levantando bien estructurado, para formar el templo santo del Señor, y unidos a él también ustedes se van incorporando al edificio, por medio del Espíritu Santo, para ser morada de Dios.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Lucas
Lc 6, 12-19
Por aquellos días, Jesús se retiró al monte a orar y se pasó la noche en oración con Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, eligió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles. Eran Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé; Mateo y Tomás; Santiago, el hijo de Alfeo, y Simón, llamado el Fanático; Judas, el hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar del monte con sus discípulos y sus apóstoles, se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y Jerusalén, como de la costa de Tiro y de Sidón. Habían venido a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Oración
Gracias, Jesús, por haber pagado un alto costo para que yo tuviera vida y para incluirme en tu familia, gracias por hacerme tu hermano y convertirme en hijo del Padre del cielo. Sólo te pido tu gracia para vivir y actuar como corresponde a un miembro de tan maravillosa familia. Además, te pido la capacidad de ir añadindo a más personas a esta grande, divina y eterna familia.
Acción
Sabiendo que un día en el cielo podremos abrazar a cada miembro de la Familia celestial; hoy abrazaré a las más personas posibles, siendo consciente de que ellos también son parte o pueden ser integrantes de esta..
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