Evangelio Del Día Viernes 2 de Diciembre | Oración Persistente | Hoy en Oración
Scarica e ascolta ovunque
Scarica i tuoi episodi preferiti e goditi l'ascolto, ovunque tu sia! Iscriviti o accedi ora per ascoltare offline.
Descrizione
Evangelio Diario LITURGIA - 02 DE DICIEMBRE DE 2022 Ciclo A - Año I - Color Morado I Semana del Tiempo de Adviento Liturgia de las Horas Tomo I I...
mostra di piùLITURGIA - 02 DE DICIEMBRE DE 2022
Ciclo A - Año I - Color Morado
I Semana del Tiempo de Adviento
Liturgia de las Horas Tomo I
I Semana del Salterio
Primera Lectura Isaías 29, 17-24
Salmo 26
Evangelio Mateo 9, 27-31
“Y se les abrieron los ojos”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Los dos ciegos del Evangelio se fían de Jesús y lo siguen en busca de luz para sus ojos. ¿Y por qué, hermanos y hermanas, estas dos personas se fían de Jesús? Porque perciben que, en la oscuridad de la historia, Él es la luz que ilumina las noches del corazón y del mundo, que derrota las tinieblas y vence toda ceguera. También nosotros, como los dos ciegos, tenemos cegueras en el corazón. También nosotros, como los dos ciegos, somos viajeros a menudo inmersos en la oscuridad de la vida. Lo primero que hay que hacer es acudir a Jesús, como Él mismo dijo: «Vengan a mí todos los cansados y abrumados por cargas, y yo los haré descansar» (Mt 11,28). (Homilia en Estadio GSP de Nicosia, viernes, 3 de diciembre de 2021)
Reflexión del Evangelio de hoy (D. Félix García O.P.)
El Líbano se convertirá en vergel
Como todos los advientos, Isaías se hace presente en las lecturas. Un Isaías que hoy nos habla de esperanza, de alegría, de recuperación del Pueblo de Dios. Unas expresiones que volveremos a encontrar en la respuesta de Jesús a los discípulos de Juan Bautista: “los ciegos ven, los sordos escuchan, los pobres son atendidos”.
Cuando estas cosas sucedan Dios estará más cerca, -puede que sea mejor decir que el hombre se habrá dejado acercar a Dios- y esta cercanía al Padre tiene consecuencias positivas para los buenos y no tan positivas para los menos buenos. Dios hace que los justos triunfen y vivan felices, mientras condena a los falaces, los tramposos, los que no practican la bondad, ni viven en la verdad.
Cuando el pueblo esté al lado de Dios, el Líbano, el secarral, se convertirá en un vergel. Parece que la llegada del Mesías que viene a liberar al pueblo, esté muy próxima, y su venida desencadenará todas las bendiciones sobre los buenos, los pobres, y liberará a los sometidos. Isaías tiene fe en la llegada del libertador. Cierto que le falta dar un paso más adelante, para que el pueblo oyente pueda ver el rostro amable de Dios. La idea del Dios Padre aún tardará en hacerse presente entre el pueblo elegido, pero paso a paso, “verso a verso”, podríamos decir, va desvelando su rostro hasta que una Navidad aparezca vestido de niño humano, uno más entre nosotros, igual a nosotros.
Y se les abrieron los ojos
Ten compasión de nosotros. Como los dos ciegos del evangelio que leemos hoy nosotros vamos caminando en busca de algo que nos ayude, que nos permita ver. Dios está entre nosotros, nos tiende la mano, nos abraza amoroso, pero nosotros no le vemos. Nuestros ojos no son capaces de ver la cara amable del Padre que se muestra ante nosotros en cualquier signo de la vida, de nuestra propia vida; que se despliega ante nuestro espíritu.
Puede que, como los dos ciegos, seamos capaces de alcanzar a Jesús y pedirle que abra nuestros ojos, que nuestra fe en él sea suficiente para que pueda decirnos “que os suceda conforme a vuestra fe” y esta sea tan firme y tan verdadera que la luz se abra camino entre la oscuridad que nos rodea y podamos comenzar a ver.
“Espera en el Señor, se valiente”. No otra cosa nos pide Jesús, con el salmista. Él nos invita a confiar ciegamente en un Padre misericordioso que nos está tendiendo la mano siempre, aunque nosotros seamos tan ciegos que la rechacemos, que no queramos su guía; que prefiramos ir tropezando con los hoyos y las piedras del camino porque desconfiamos de la bondad de Dios para con nosotros.
Y será necesario que nuestra alma, que todo nuestro ser, grite que queremos ver, que estamos convencidos de que es la mano de Dios la que se nos tiende en medio de nuestras tinieblas, permitamos que su mano llegue a asir las nuestras y nos ayude a salir del terrible pozo donde no llega la luz, donde nuestra desconfianza, nuestra falta de fe, nos tiene encerrados y sujetos.
¿Seremos capaces de fiarnos del Hermano mayor, del primogénito, que quiere que veamos?
¿Podremos llegar a ver en la creación que nos rodea la mirada amorosa de Dios que se acerca, abre nuestros ojos, y nos invita a seguirle?
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro de Isaías
Is 29, 17-24
Esto dice el Señor:
“¿Acaso no está el Líbano
a punto de convertirse en un vergel
y el vergel en un bosque?
Aquel día los sordos oirán las palabras de un libro;
los ojos de los ciegos verán sin tinieblas ni oscuridad;
los oprimidos volverán a alegrarse en el Señor
y los pobres se gozarán en el Santo de Israel;
porque ya no habrá opresores
y los altaneros habrán sido exterminados.
Serán aniquilados los que traman iniquidades,
los que con sus palabras echan la culpa a los demás,
los que tratan de enredar a los jueces
y sin razón alguna hunden al justo”.
Esto dice a la casa de Jacob
el Señor que rescató a Abraham:
“Ya no se avergonzará Jacob,
ya no se demudará su rostro,
porque al ver mis acciones en medio de los suyos,
santificará mi nombre,
santificará al Santo de Jacob
y temerá al Dios de Israel.
Los extraviados de espíritu entrarán en razón
y los inconformes aceptarán la enseñanza”.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo Evangelio según San Mateo
Mt 9, 27-31
Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos, que gritaban: “¡Hijo de David, compadécete de nosotros!” Al entrar Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: “¿Creen que puedo hacerlo?” Ellos le contestaron: “Sí, Señor”. Entonces les tocó los ojos, diciendo: “Que se haga en ustedes conforme a su fe”. Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: “Que nadie lo sepa”. Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la región.
Oración
Señor mío, con la fuerza de tu Espíritu extermina la altanería de mi corazón, haz que mis oídos sordos oigan las palabras de tu santo libro; que mis ojos ciegos vean sin tinieblas ni oscuridad; que mi mente oprimida vuelva a alegrarse en ti, Señor, y que en mi pobreza pueda gozarme en ti, el Santo de Israel.
Acción
Hoy observaré qué tanto me estoy permitiendo experimentar a Dios con todos mis sentidos, especialmente, qué tanto cuido lo que oigo, lo que veo y lo que pienso.
Informazioni
Autore | Hoy En Oracion |
Organizzazione | Hoy En Oracion |
Sito | - |
Tag |
Copyright 2024 - Spreaker Inc. an iHeartMedia Company