Evangelio Del Día Viernes 15 de Julio | Dedicar Un Día A Dios | Hoy en Oración
25 lug 2022 ·
6 min. 47 sec.
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Evangelio Diario LITURGIA - 15 DE JULIO DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XV Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II III Semana...
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Evangelio Diario
LITURGIA - 15 DE JULIO DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XV Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
III Semana del Salterio
Primera Lectura Isaías 38, 1-6. 21-22. 7-8
Isaías 38
Evangelio Mateo 12, 1-8
“Misericordia quiero y no sacrificios”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Concluyendo ese diálogo con los fariseos, Jesús les recuerda una palabra del profeta Oseas (6, 6): «Id, pues, a aprender qué significa aquello de: misericordia quiero, que no sacrificio» (Mt 9, 13). Dirigiéndose al pueblo de Israel el profeta lo reprendía porque las oraciones que elevaba eran palabras vacías e incoherentes. A pesar de la alianza de Dios y la misericordia, el pueblo vivía frecuentemente con una religiosidad «de fachada», sin vivir en profundidad el mandamiento del Señor. Es por eso que el profeta insiste: «misericordia quiero», es decir la lealtad de un corazón que reconoce los propios pecados, que se arrepiente y vuelve a ser fiel a la alianza con Dios. (Audiencia general, 13 abril 2016)
Reflexión del Evangelio de hoy (MM. Dominicas).
Señor, acuérdate que he caminado en tu presencia con corazón sincero
El profeta Isaías nos presenta hoy un pasaje que interpela a nuestra fe, a nuestra confianza en Dios. El Señor, a través del profeta, le anuncia a Ezequías su inminente muerte. La reacción que tiene éste nos debería hacer reflexionar cuál sería nuestra respuesta ante una noticia así.
Tendríamos dos opciones, una es patalear, maldecir y llenarnos de miedo y la otra sería dirigirnos a Dios con el arma más poderosa que tenemos, que es la oración, una oración de súplica apelando a su infinita misericordia. Así lo hizo Jesucristo, como nos indica la carta a los Hebreos: “Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y suplicas al que podía salvarlo de la muerte”, y así también lo hace el rey Ezequías y la respuesta de Dios es: “He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas”
Con esta misma confianza también nosotros, los cristianos, debemos orar a Dios, sabiendo que Él siempre nos escucha, pero también tenemos que tener presente que no siempre nos concederá lo que pedimos, porque tal vez no nos conviene. Dios ve más allá que nosotros y Él nunca se equivoca.
Cuando a Ezequías se le anuncia que va a morir, no sólo oró al Señor, sino que le presentó sus buenas obras, su rectitud de vida y su fidelidad a Dios. Esto nos lleva a preguntarnos si nosotros también podríamos decirle lo mismo a Dios: “he caminado en tu presencia con un corazón íntegro y sincero y he hecho lo que te agrada”
Vivamos como si cada día fuera el último de nuestra existencia, así viviremos fieles a lo único que da sentido a nuestra vida, a Dios. No olvidemos que la oración nos pone en onda con Dios y su Espíritu, y nos da fuerzas para seguir luchando.
Señor, aumenta nuestra fe y concédenos confiar siempre y en toda circunstancia en la fuerza de la oración.
Misericordia quiero y no sacrificios
El Evangelio de la Misa de hoy nos relata uno de los muchos enfrentamientos de los fariseos con Jesús. Éstos se escandalizan de que Jesús quebrante las normas y deje que sus discípulos también lo hagan.
Aquí se nos plantean dos actitudes muy diferentes, una la de los fariseos, que viven esclavos de la ley y la otra la de Jesús y sus discípulos, que viven en la libertad de los hijos de Dios. Los fariseos que están anclados en la apariencia, en lo que se ve, en el cumplimiento, con un corazón vacío, aún no han descubierto que por encima de todas las normas está la ley principal, que es la que vino a traer Cristo, esto es, la ley del amor y de la misericordia.
En realidad, Cristo no vino a abolir la ley, sino que quiere mostrarles que la ley del amor es mucho más importante que cualquier otro precepto. Él quiere poner las normas en el sitio que les corresponde, porque las normas nos enseñan el camino pero lo importante es la meta que es Dios mismo, el poder experimentar su amor y misericordia.
Estemos atentos, porque también nosotros corremos el riesgo de vivir como los fariseos, en la apariencia, cumpliendo los preceptos y las leyes, y sin darnos cuenta dejando a Dios en un segundo plano y creernos que con nuestro esfuerzo podemos alcanzar la santidad. Así les pasaba a los fariseos que identificaban la santidad con el cumplimiento escrupuloso de las normas.
Jesús hoy nos invita a vivir en la libertad de los hijos de Dios, a poner por encima de todo el amor y la misericordia.
“Misericordia quiero y no sacrificios” Repítelo muchas veces para que se grabe en tu corazón, porque Dios, que es rico en misericordia, nos quiere misericordiosos.
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro de Isaías
Is 38, 1-6. 21-22. 7-8
En aquel tiempo, el rey Ezequías enfermó de muerte y vino a verlo el profeta Isaías, hijo de Amós, y le dijo: “Esto dice el Señor: ‘Arregla todos tus asuntos, porque no te vas a aliviar y te vas a morir’ ”.
Ezequías volvió la cara hacia la pared, oró al Señor y dijo: “Acuérdate, Señor, de que te he servido con fidelidad y rectitud de corazón y de que he hecho siempre lo que a ti te agrada”. Y lloró con abundantes lágrimas.
Entonces el Señor le habló a Isaías y le dijo: “Ve a decirle a Ezequías: ‘Esto dice el Señor, Dios de tu padre, David: He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a curarte y en tres días podrás ir al templo del Señor. Voy a darte quince años más de vida. Te libraré de la mano del rey de Asiria a ti y a tu ciudad, y protegeré a Jerusalén’ ”.
Dijo entonces Isaías: “Traigan un emplasto de higos y aplíquenselo en la llaga para que se alivie”. Y Ezequías dijo: “¿Cuál es la señal de que podré ir al templo del Señor?” Respondió Isaías: “Esta será para ti la señal de que el Señor cumplirá las cosas que te ha dicho: voy a hacer que la sombra retroceda los diez grados que ha avanzado en el reloj de sol de Ajaz”. Y el sol retrocedió los diez grados que había avanzado.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Mateo
Mt 12, 1-8
Un sábado, atravesaba Jesús por los sembrados. Los discípulos, que iban con él, tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos. Cuando los fariseos los vieron, le dijeron a Jesús: “Tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado”.
Él les contestó: “¿No han leído ustedes lo que hizo David una vez que sintieron hambre él y sus compañeros? ¿No recuerdan cómo entraron en la casa de Dios y comieron los panes consagrados, de los cuales ni él ni sus compañeros podían comer, sino tan sólo los sacerdotes?
¿Tampoco han leído en la ley que los sacerdotes violan el sábado porque ofician en el templo y no por eso cometen pecado? Pues yo digo que aquí hay alguien más grande que el templo.
Si ustedes comprendieran el sentido de las palabras: Misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quienes no tienen ninguna culpa. Por lo demás, el Hijo del hombre también es dueño del sábado’’.
Oración
Señor, hoy quisiera poder decir como el rey Ezequías: "Señor, te he servido con fidelidad y rectitud de corazón, y he hecho siempre lo que a ti te agrada"; sin embargo, creo que en muchas áreas de mi vida, no he hecho lo que a ti te agrada, ni te he servido siempre con fidelidad ni rectitud de corazón, pero es mi deseo que eso sea una realidad, así, Señor, te pido que me revistas de tu gracia para conseguirlo.
Acción
Hoy haré un análisis de todo aquello que me gustaría arreglar en mi vida si un profeta de Dios viniera y me dijera: "arregla todos tus asuntos, porque no te vas a aliviar y te vas a morir", y haré los ajustes necesarios para empezar a arreglarlo todo lo antes posible.
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LITURGIA - 15 DE JULIO DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XV Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
III Semana del Salterio
Primera Lectura Isaías 38, 1-6. 21-22. 7-8
Isaías 38
Evangelio Mateo 12, 1-8
“Misericordia quiero y no sacrificios”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Concluyendo ese diálogo con los fariseos, Jesús les recuerda una palabra del profeta Oseas (6, 6): «Id, pues, a aprender qué significa aquello de: misericordia quiero, que no sacrificio» (Mt 9, 13). Dirigiéndose al pueblo de Israel el profeta lo reprendía porque las oraciones que elevaba eran palabras vacías e incoherentes. A pesar de la alianza de Dios y la misericordia, el pueblo vivía frecuentemente con una religiosidad «de fachada», sin vivir en profundidad el mandamiento del Señor. Es por eso que el profeta insiste: «misericordia quiero», es decir la lealtad de un corazón que reconoce los propios pecados, que se arrepiente y vuelve a ser fiel a la alianza con Dios. (Audiencia general, 13 abril 2016)
Reflexión del Evangelio de hoy (MM. Dominicas).
Señor, acuérdate que he caminado en tu presencia con corazón sincero
El profeta Isaías nos presenta hoy un pasaje que interpela a nuestra fe, a nuestra confianza en Dios. El Señor, a través del profeta, le anuncia a Ezequías su inminente muerte. La reacción que tiene éste nos debería hacer reflexionar cuál sería nuestra respuesta ante una noticia así.
Tendríamos dos opciones, una es patalear, maldecir y llenarnos de miedo y la otra sería dirigirnos a Dios con el arma más poderosa que tenemos, que es la oración, una oración de súplica apelando a su infinita misericordia. Así lo hizo Jesucristo, como nos indica la carta a los Hebreos: “Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y suplicas al que podía salvarlo de la muerte”, y así también lo hace el rey Ezequías y la respuesta de Dios es: “He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas”
Con esta misma confianza también nosotros, los cristianos, debemos orar a Dios, sabiendo que Él siempre nos escucha, pero también tenemos que tener presente que no siempre nos concederá lo que pedimos, porque tal vez no nos conviene. Dios ve más allá que nosotros y Él nunca se equivoca.
Cuando a Ezequías se le anuncia que va a morir, no sólo oró al Señor, sino que le presentó sus buenas obras, su rectitud de vida y su fidelidad a Dios. Esto nos lleva a preguntarnos si nosotros también podríamos decirle lo mismo a Dios: “he caminado en tu presencia con un corazón íntegro y sincero y he hecho lo que te agrada”
Vivamos como si cada día fuera el último de nuestra existencia, así viviremos fieles a lo único que da sentido a nuestra vida, a Dios. No olvidemos que la oración nos pone en onda con Dios y su Espíritu, y nos da fuerzas para seguir luchando.
Señor, aumenta nuestra fe y concédenos confiar siempre y en toda circunstancia en la fuerza de la oración.
Misericordia quiero y no sacrificios
El Evangelio de la Misa de hoy nos relata uno de los muchos enfrentamientos de los fariseos con Jesús. Éstos se escandalizan de que Jesús quebrante las normas y deje que sus discípulos también lo hagan.
Aquí se nos plantean dos actitudes muy diferentes, una la de los fariseos, que viven esclavos de la ley y la otra la de Jesús y sus discípulos, que viven en la libertad de los hijos de Dios. Los fariseos que están anclados en la apariencia, en lo que se ve, en el cumplimiento, con un corazón vacío, aún no han descubierto que por encima de todas las normas está la ley principal, que es la que vino a traer Cristo, esto es, la ley del amor y de la misericordia.
En realidad, Cristo no vino a abolir la ley, sino que quiere mostrarles que la ley del amor es mucho más importante que cualquier otro precepto. Él quiere poner las normas en el sitio que les corresponde, porque las normas nos enseñan el camino pero lo importante es la meta que es Dios mismo, el poder experimentar su amor y misericordia.
Estemos atentos, porque también nosotros corremos el riesgo de vivir como los fariseos, en la apariencia, cumpliendo los preceptos y las leyes, y sin darnos cuenta dejando a Dios en un segundo plano y creernos que con nuestro esfuerzo podemos alcanzar la santidad. Así les pasaba a los fariseos que identificaban la santidad con el cumplimiento escrupuloso de las normas.
Jesús hoy nos invita a vivir en la libertad de los hijos de Dios, a poner por encima de todo el amor y la misericordia.
“Misericordia quiero y no sacrificios” Repítelo muchas veces para que se grabe en tu corazón, porque Dios, que es rico en misericordia, nos quiere misericordiosos.
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro de Isaías
Is 38, 1-6. 21-22. 7-8
En aquel tiempo, el rey Ezequías enfermó de muerte y vino a verlo el profeta Isaías, hijo de Amós, y le dijo: “Esto dice el Señor: ‘Arregla todos tus asuntos, porque no te vas a aliviar y te vas a morir’ ”.
Ezequías volvió la cara hacia la pared, oró al Señor y dijo: “Acuérdate, Señor, de que te he servido con fidelidad y rectitud de corazón y de que he hecho siempre lo que a ti te agrada”. Y lloró con abundantes lágrimas.
Entonces el Señor le habló a Isaías y le dijo: “Ve a decirle a Ezequías: ‘Esto dice el Señor, Dios de tu padre, David: He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a curarte y en tres días podrás ir al templo del Señor. Voy a darte quince años más de vida. Te libraré de la mano del rey de Asiria a ti y a tu ciudad, y protegeré a Jerusalén’ ”.
Dijo entonces Isaías: “Traigan un emplasto de higos y aplíquenselo en la llaga para que se alivie”. Y Ezequías dijo: “¿Cuál es la señal de que podré ir al templo del Señor?” Respondió Isaías: “Esta será para ti la señal de que el Señor cumplirá las cosas que te ha dicho: voy a hacer que la sombra retroceda los diez grados que ha avanzado en el reloj de sol de Ajaz”. Y el sol retrocedió los diez grados que había avanzado.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Mateo
Mt 12, 1-8
Un sábado, atravesaba Jesús por los sembrados. Los discípulos, que iban con él, tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos. Cuando los fariseos los vieron, le dijeron a Jesús: “Tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado”.
Él les contestó: “¿No han leído ustedes lo que hizo David una vez que sintieron hambre él y sus compañeros? ¿No recuerdan cómo entraron en la casa de Dios y comieron los panes consagrados, de los cuales ni él ni sus compañeros podían comer, sino tan sólo los sacerdotes?
¿Tampoco han leído en la ley que los sacerdotes violan el sábado porque ofician en el templo y no por eso cometen pecado? Pues yo digo que aquí hay alguien más grande que el templo.
Si ustedes comprendieran el sentido de las palabras: Misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quienes no tienen ninguna culpa. Por lo demás, el Hijo del hombre también es dueño del sábado’’.
Oración
Señor, hoy quisiera poder decir como el rey Ezequías: "Señor, te he servido con fidelidad y rectitud de corazón, y he hecho siempre lo que a ti te agrada"; sin embargo, creo que en muchas áreas de mi vida, no he hecho lo que a ti te agrada, ni te he servido siempre con fidelidad ni rectitud de corazón, pero es mi deseo que eso sea una realidad, así, Señor, te pido que me revistas de tu gracia para conseguirlo.
Acción
Hoy haré un análisis de todo aquello que me gustaría arreglar en mi vida si un profeta de Dios viniera y me dijera: "arregla todos tus asuntos, porque no te vas a aliviar y te vas a morir", y haré los ajustes necesarios para empezar a arreglarlo todo lo antes posible.
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