Evangelio Del Día Sábado 10 de Septiembre | Irradias a Jesús | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 10 DE SEPTIEMBRE DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XXIII Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II III Semana...
mostra di piùLITURGIA - 10 DE SEPTIEMBRE DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XXIII Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
III Semana del Salterio
Primera Lectura 1 Corintios 10, 14-22
Salmo 115
Evangelio Lucas 6, 43-49
“De lo que rebosa el corazón habla la boca”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Es Él, la fuerza. Pero muchas veces, quien confía en el Señor no aparece, no tiene éxito, está escondido… pero es firme. No tiene su esperanza en decir, en la vanidad, en la soberbia, en los efímeros poderes de la vida... El Señor, la roca. La concreción de la vida cristiana nos hace avanzar y edificar sobre esa roca que es Dios, que es Jesús; en el sólido de la divinidad. No en las apariencias ni en la vanidad, en el orgullo, en las recomendaciones... No. La verdad. (Homilía Santa Marta, 6 diciembre 2018).
Reflexión del Evangelio de hoy (Fray Juan Manuel Martínez Corral O.P.)
No podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios
San Pablo escribe con una determinada intención a la comunidad de Corinto. Trata de que en esta comunidad se profundice en el sentido de la fe. Toda una catequesis, volcada en el sacrificio de entrega de Jesús, la que emplea Pablo para persuadir a sus lectores. Para ello, utiliza una expresión fuerte: «Huid de la idolatría» con la que trata de que caigan en la cuenta de que no se puede jugar a dos aguas en el seguimiento de Jesucristo. Tampoco se puede hacer un cristianismo a la carta, tomando de aquí y de allá lo que más nos interesa para justificar en todo momento las faltas de coherencia y fidelidad que exige el Evangelio.
La Sagrada Eucaristía: pan partido y sangre derramada. Memorial de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Entrega total de Jesús por amor para nuestra redención. Al participar en ella nos une a Él y nos va identificando, configurando con Él, para de este modo ser más de Cristo. Sin embargo, el sacrificio a los ídolos es algo vacío: «Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas: tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven; tienen orejas, y no oyen; tienen nariz, y no huelen; tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no andan; no tiene voz su garganta: que sean igual los que los hacen, cuantos confían en ellos» (Sal 115,4-8). Eso es lo que apunta san Pablo que el ídolo no te da la salvación ni sentido a tu vida.
La llamada de atención es a crecer y a madurar en nuestra fe en Jesucristo. Vivir en coherencia y en fidelidad a su Palabra y confiad en su providencia para que adquiramos un corazón agradecido. Así lo marca la experiencia del salmista en el clamor de su oración: ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
¿Por qué no hacéis lo que os digo?
El pasaje del Evangelio de la liturgia del día de hoy nos presenta a Jesús dando una enseñanza al discipulado. El Maestro de Nazaret quiere dejar un poso de sabiduría en sus seguidores. Para ello, comienza con un lenguaje sencillo, apoyado en el mundo rural, la imagen del árbol la traslada a la esencia de la persona. Al discipulado de Jesús lo reconocerán por «sus frutos».
Hay una profundidad en esta imagen del “árbol”. Hay una inmensa variedad de árboles frutales. Hay una infinita variedad de árboles que producen flores. Hay otros destinados a producir buena madera y otros se limitan a dar una reconfortante sombra y limpiar el aire de la contaminación. A cada uno de ellos, le corresponde una función y el que está sano, fuerte, vigoroso, da frutos en su sazón. Sin embargo, el que está “enfermo”, raquítico, no puede dar frutos, tiene bastante con subsistir.
Sigue el Maestro de Nazaret en la cátedra. Ahora después de mostrar la imagen de un aparente “árbol” toca llevarla al plano personal. Así somos los discípulos. El que es capaz de escuchar la Palabra de Dios, rumiarla, degustarla como si fuese un tesoro y la lleva al corazón, la contempla, la hace vida. Hace de esa Palabra la «sabia» que nutre todo su ser, por tanto, el mensaje de Jesús ha entrado en lo más íntimo de su corazón y brota hacia afuera con frutos que hablan del mandato del amor con sabor al Reino. Esos frutos realmente son sanos no perecen.
La clase sigue adelante y Jesús lanza una pregunta: ¿Por qué no hacéis lo que os digo? Parece ser, que cuesta trabajo encarnar la enseñanza de Jesús y la asignatura del «amaos unos a otros» la llevamos siempre cogida con alfileres. Ahora una parábola: «la casa edificada sobre roca», para reforzar y refrescar los conocimientos adquiridos junto a Jesús. Con una serie de verbos nos lleva a interiorizar lo anterior: Viene a mí, escucha mi palabra y la pone en práctica, ese será un discípulo “sano” que dará lo mejor de sí. Por el contrario, el que se autoexcluye de este proyecto, su ruina es grande.
Vendrá la crecida del río de la vida con sus contrariedades, obstáculos, noches oscuras, horizontes sin luz, pero el que hace de Jesucristo el cimiento de su vida no se hundirá. Jesús y su Palabra son cimientos firmes, que puestos en nuestra vida hacen que nuestro corazón se humanice, sea de carne, y una vez interiorizados nos envía a vivir en el reto del amor.
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
1 Cor 10, 14-22
Queridos hermanos: Huyan de la idolatría. Me dirijo a ustedes como a hombres sensatos; ustedes mismos juzguen lo que voy a decir: El cáliz de la bendición con el que damos gracias, ¿no nos une a Cristo por medio de su sangre? Y el pan que partimos, ¿no nos une a Cristo por medio de su cuerpo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque todos comemos del mismo pan. Consideren al pueblo de Israel: ¿no es cierto que los que comen de la víctima sacrificada en el altar quedan unidos a él?
Con esto no quiero decir que el ídolo represente algo real, ni que la carne ofrecida a los ídolos tenga algún valor especial. Lo que quiero decir es que, cuando los paganos ofrecen sus sacrificios, se los ofrecen a los demonios y no a Dios.
Ahora bien, yo no quiero que ustedes se asocien con los demonios. No pueden beber el cáliz del Señor y el cáliz de los demonios. No pueden compartir la mesa del Señor y la mesa de los demonios. ¿O queremos provocar acaso la indignación del Señor creyéndonos más poderosos que él?
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Lucas
Lc 6, 43-49
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos.
El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón; y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón.
¿Por qué me dicen ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que yo les digo? Les voy a decir a quién se parece el que viene a mí y escucha mis palabras y las pone en práctica. Se parece a un hombre, que al construir su casa, hizo una excavación profunda, para echar los cimientos sobre la roca. Vino la creciente y chocó el río contra aquella casa, pero no la pudo derribar, porque estaba sólidamente construida.
Pero el que no pone en práctica lo que escucha, se parece a un hombre que construyó su casa a flor de tierra, sin cimientos. Chocó el río contra ella e inmediatamente la derribó y quedó completamente destruida’’.
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