Evangelio Del Día Miércoles 28 de Diciembre | Finalidad Del Dolor | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 28 DE DICIEMBRE DE 2022 Ciclo C - Año I - Color Rojo I Semana del Tiempo de Adviento Liturgia de las Horas Tomo I I...
mostra di piùLITURGIA - 28 DE DICIEMBRE DE 2022
Ciclo C - Año I - Color Rojo
I Semana del Tiempo de Adviento
Liturgia de las Horas Tomo I
I Semana del Salterio
Primera Lectura 1 Juan 1, 5 - 2, 2
Salmo 123
Evangelio Mateo 2, 13-18
“Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Los niños de Belén murieron a causa de Jesús. Y Él, Cordero inocente, habría muerto después, a su vez, por todos nosotros. El Hijo de Dios entró en el dolor de los hombres. Es necesario no olvidar esto. Cuando alguien se dirige a mí y me hace preguntas difíciles, como por ejemplo: «Padre, dígame: por qué sufren los niños?», de verdad, yo no sé qué responder. Solamente digo: «mira el Crucifijo: Dios nos ha dado a su Hijo, Él ha sufrido, y quizás ahí encontrarás una respuesta». (…) Solamente mirando el amor de Dios que da a su Hijo el cual ofrece su vida por nosotros, puede indicar algún camino de consolación. Y por esto decimos que el Hijo de Dios ha entrado en el dolor de los hombres; ha compartido y ha acogido la muerte; su Palabra es definitivamente palabra de consolación, porque nace del llanto. (Audiencia general, 4 enero 2017)
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Hna. Carmen Román Martínez O.P.)
Dios es luz sin tiniebla alguna
La primera carta de Juan es uno de los escritos más sugerentes para el creyente que puede encontrar en ella algunas claves para dar respuesta a la situación de crisis existencial, social, incluso ambiental que estamos sufriendo. El autor quiere invitar a sus oyentes a tomar conciencia de la riqueza de la fe en Jesús y presentarles los auténticos criterios de comunión con él.
La ocasión que dio origen a la carta es una de esas crisis por las que periódicamente pasan las comunidades a lo largo de la historia. Algunos creyentes de aquel tiempo, cuya tendencia espiritual se emparentaba con la de los gnósticos, basaban su fe en Jesús más en el conocimiento que proporciona la inteligencia humana, que en la conversión del corazón. El autor de primera de Juan observa una conducta peligrosa que va arraigándose poco a poco en el seno de la comunidad: la mentira o la hipocresía del que dice estar en comunión con Dios y que no tiene pecado alguno, separando la palabra de la praxis. Juan va a recordarles que sólo caminando en la luz pueden vivir en comunión los unos con los otros y de la misma manera, vivir en comunión con Dios.
Expresiones como “caminar en la verdad” o “en la luz” y “caminar en tinieblas” no expresan una conducta moral o inmoral, sino la orientación hacia Dios o hacia el mundo. “Caminar en la luz” significa: estar vuelto hacia Dios por la fe en Jesucristo (Jn 12, 35 s); mientras que “caminar en tinieblas” quiere decir estar cerrado a Dios. Jesús ha venido “como luz del mundo”, para que el hombre encuentre la verdadera vida (Jn 8, 12) y la encuentra cuando oye la llamada de Jesús y la sigue.
Esta definición de Dios no se encuentra entre las enseñanzas del Maestro en los evangelios. Sin embargo, la venida de Jesús es considerada como la revelación de la luz (Mt 4,16; Lc 2,32; Jn 1,4-9), él mismo se identifica como luz del mundo y Mateo nos dice que el Señor manda a sus discípulos a asumir el mismo papel (Mt 5,14-16).
El cristiano para caminar en la luz, dentro de la mentalidad del autor de 1 Jn, ha de romper con el pecado. Ser conscientes de ello y confesarlo, es el primer paso para sentir el perdón de Dios en nuestra vida y poder perdonar a otros. Vivir en una sociedad, en un mundo que aboga por el perdón y el amor, es caminar en la luz de Cristo.
Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes
En el relato de la infancia de Jesús que nos presenta el Evangelio de Mateo, nos encontramos como una historia terrible, como es la matanza de niños inocentes, que de algún modo nos evoca esa ley del Faraón de Egipto en el libro del Éxodo (Ex 1, 22) de matar a todo niño recién nacido de los israelitas.
Siguiendo con la historia que nos narra Mateo, el mismo ángel que se le apareció en sueños a José para aclarar la situación del niño que María llevaba en su seno, vuelve a presentarse en sueños con un nuevo mandato. Ya se nos había dicho en Mt 1, 19, que José era un hombre justo, es decir, que cumplía la voluntad de Dios. Al igual que a otros personajes del Antiguo Testamento, Dios va a manifestarles lo que quiere de ellos a través de los sueños (Gn 28,10-22, Gn31,24).
En esta segunda ocasión, el ángel le pide a José una nueva acción: Levantarse, ponerse en camino y marchar a Egipto con todo lo que supone para un judío. Egipto es el lugar donde saciar el hambre en tiempos de otro José (Gn 50,22); pero también el lugar de la opresión, la esclavitud, la vulnerabilidad. Egipto es la memoria recordada del desierto, de la aridez, para llegar a la liberación. Estar allí, significa un tiempo de espera, el niño que es la luz no puede ser vencido por las tinieblas del mundo; representada por Herodes que, en su afán de matarlo, es capaz de sembrar de lágrimas la tierra de Belén.
Dos profecías iluminan el texto, la primera hace referencia a Israel como “hijo”, figura del Mesías que llegará (Ex 4,22). La segunda, del profeta Jeremías, habla del llanto de Raquel por sus “hijos” (las tribus de Efraín, Manasés y Benjamín) muertos o deportados por los Asirios cuando arrasaron el reino del Norte. El dolor, el llanto y la muerte no tienen la última palabra, aunque así lo parezca en tiempos de Jesús y en nuestro mundo actual.
Estamos viviendo una nueva Navidad en la que celebramos que la salvación ha llegado a nuestra casa, al corazón de cada ser humano que se deja trasformar por el nacimiento de un niño pequeño, vulnerable y frágil. Acoger al “inocente”, a todo ser que necesita ser cuidado y sanado es acercarnos un poco más a Belén. Jesús es la Luz que ilumina a un mundo necesitado de claridad y verdad. Él es el salvador que nos libera de todo y a todos. ¿no lo notáis?
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan
1 Jn 1, 5–2, 2
Queridos hermanos: Éste es el mensaje que hemos escuchado de labios de Jesucristo y que ahora les anunciamos: Dios es luz y en él no hay nada de oscuridad. Si decimos que estamos con Dios, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no vivimos conforme a la verdad. Pero, si vivimos en la luz, como él vive en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.
Si decimos que no tenemos ningún pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si, por el contrario, confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos purificará de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, hacemos pasar a Dios por mentiroso y no hemos aceptado verdaderamente su palabra.
Hijitos míos, les escribo esto para que no pequen. Pero, si alguien peca, tenemos como intercesor ante el Padre, a Jesucristo, el justo. Porque él se ofreció como víctima de expiación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino por los del mundo entero.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Mateo
Mt 2, 13-18
Después de que los magos partieron de Belén, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”.
José se levantó y esa misma noche tomó al niño y a su madre y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.
Cuando Herodes se dio cuenta de que los magos lo habían engañado, se puso furioso y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, conforme a la fecha que los magos le habían indicado.
Así se cumplieron las palabras del profeta Jeremías: En Ramá se ha escuchado un grito, se oyen llantos y lamentos: es Raquel que llora por sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya están muertos.
Oración
Señor, dame la gracia para crear los espacios y tiempos para orar, porque sólo así es como podré ir llenándome con tu luz.
Acción
Dejaré que la luz de Dios vaya penetrando cada rincón en mi vida para reconocer los pecados recurrentes que no he podido vencer, y en confesión le pediré al sacerdote que me dé consejo.
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