Evangelio Del Día Martes 3 de Enero | Que Difícil Es Creer | Hoy en Oración
3 gen 2023 ·
8 min. 16 sec.
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Evangelio Diario LITURGIA - 03 DE ENERO DE 2023 Ciclo A - Año I - Color Blanco II Semana del Tiempo de Navidad Liturgia de las Horas Tomo I II...
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Evangelio Diario
LITURGIA - 03 DE ENERO DE 2023
Ciclo A - Año I - Color Blanco
II Semana del Tiempo de Navidad
Liturgia de las Horas Tomo I
II Semana del Salterio
Primera Lectura 1 Juan 2, 29-3, 6
Salmo 97
Evangelio Juan 1, 29-34
“Este es el Hijo de Dios”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Jesús se presenta en la orilla del río, en medio de la gente, de los pecadores —como todos nosotros—. Es su primer acto público, la primera cosa que hace cuando deja la casa de Nazaret, a los treinta años: baja a Judea, va al Jordán y se hace bautizar por Juan. (…) No es una anécdota, es un hecho histórico decisivo. Es decisiva por nuestra fe; es decisiva también por la misión de la Iglesia. La Iglesia, en todos los tiempos, está llamada a hacer lo que hizo Juan el Bautista, indicar a Jesús a la gente diciendo: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo». Él es un el único Salvador, Él es el Señor, humilde, en medio de los pecadores. Pero es Él. Él, no es otro poderoso que viene. No, no. Él. (Angelus, 15 enero 2017)
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Monjas Dominicas Contemplativas)
Somos hechos hijos de Dios
Dios envió a su Hijo al mundo y quiere que seamos y nos llamemos hijos de Dios. Su amor de Padre nos quiere semejantes a ÉL, nos invita a ser santos y a obrar con justicia. En definitiva, este amor de Dios nos invita a la conversión. Dice el texto que todo el que practica la justicia ha nacido de Dios (1,29). Nuestro nacimiento humano ha sido un principio y nuestro nacimiento divino es algo completamente nuevo.
Explícitamente se dice que el mundo no nos conoce porque no le conoció a ÉL (3,1), ya que el que no ha descubierto a Dios no sabe de veras lo que es el hombre, pues su verdadera grandeza es el hecho de ser "hijo de Dios" y el que no conoce a Dios desconoce también lo que es esencial en el hombre.
Al mirar el amor que nos ha tenido el Padre, podemos llegar a rechazar el pecado y a vivir en santidad. Nuestro objetivo final es llegar a ser completamente semejantes a Jesús, identificarnos más y más con ÉL, parecernos a ÉL y moderar nuestro espíritu según ÉL.
Según el autor de la primera epístola de San Juan hay tres condiciones para vivir como hijos de Dios: la primera romper con el pecado, la segunda guardar los mandamientos y la tercera guardarse del mundo; el texto que nos ocupa hace referencia a romper con el pecado, como conviene a los hijos de Dios, que han sido "justificados".
El pecado se insinúa en la vida cuando no tenemos presente a Jesús, porque cuando lo vemos y conocemos, no pecamos. Tenemos muchos momentos para verlo y conocerlo; lo vemos en el vecino, lo reconocemos en el prójimo, lo vemos en la palabra, lo conocemos al escucharlo, lo vemos en la fracción del Pan, lo conocemos al comer la Eucaristía, lo vemos en el pesebre, lo reconocemos en el Sagrario.
El salmista ante las maravillas del amor de Dios pone en nuestros labios un cántico nuevo invitándonos a la acción evangelizadora para que lleguemos a aclamar a nuestro Rey y Señor.
La humanidad reconoce la divinidad
Juan el Bautista ha sido enviado para señalar al Mesías, y al ver a Jesús que camina hacia él, lo presenta como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (v.29) y como Hijo de Dios que nos bautiza con Espíritu Santo.
Habla del pecado en singular y el pecado es por excelencia, negarse a reconocer a Cristo como el enviado de Dios, aquel que ha venido a revelarnos la verdad; el pecado es estar ciego hasta el punto de no saber cuál es la voluntad de Dios sobre el hombre rechazando al nuevo Moisés. Esta ignorancia relativa al discernimiento sobre el bien y el mal es lo que el Cordero de Dios viene a quitar. Jesús carga el pecado del mundo y hace desaparecer el conjunto de los pecados del mundo, sobre la totalidad del pecado de la humanidad.
Juan, según lo cuentan los sinópticos, invierte los datos del relato del Bautismo de Cristo, ya que no es Jesús sino el Bautista (v.32) quien ve el Espíritu bajar, ya no es la voz celeste la que da testimonio de Cristo, sino el Bautista. También es Juan Bautista quien percibe el origen divino de Jesús al exclamar "era primero que yo" y es en verdad el Verbo de Dios, el Hijo engendrado, el que aparece humanamente en el tiempo, el que ha aparecido un día de la historia humana, el que celebramos en las fiestas de la Natividad.
Sigamos la llamada del Hijo de Dios que ha venido al mundo para que seamos hijos de Dios y por obra y gracia del Espíritu Santo podamos verlo y reconocerlo en cada momento de nuestras vidas.
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la primera carta de Juan
1 Jn 2, 29–3, 6
Queridos hijos: Si ustedes saben que Dios es santo, tienen que reconocer que todo el que practica la santidad ha nacido de Dios.
Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él.
Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Y todo el que tiene puesta en él esta esperanza, procura ser santo, como Jesucristo es santo. Todo el que comete pecado quebranta la ley, puesto que el pecado es quebrantamiento de la ley. Y si saben ustedes que Dios se manifestó para quitar los pecados, es porque en él no hay pecado. Todo el que permanece en Dios, no peca. Todo el que vive pecando, es como si no hubiera visto ni conocido a Dios.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo Evangelio según san Juan
Jn 1, 29-34
Al día siguiente, vio Juan el Bautista a Jesús, que venía hacia él, y exclamó: "Éste es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo he dicho: 'El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo'. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua, para que él sea dado a conocer a Israel".
Entonces Juan dio este testimonio: "Vi al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: 'Aquel sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo'. Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios".
Oración
Padre misericordioso, que nos has hecho hijos tuyos por medio del acontecimiento Cristo y el sacramento del bautismo, te pedimos que nos ayudes a ser obedientes a ti y fieles a nuestra vocación de hermanos para que, viviendo una vida semejante a la de Jesús, tu Hijo amado, merezcamos gozar de la santidad de tu reino en la eternidad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Acción
Hoy juntaré a mi familia y compartiremos lo grande que es Dios.,
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LITURGIA - 03 DE ENERO DE 2023
Ciclo A - Año I - Color Blanco
II Semana del Tiempo de Navidad
Liturgia de las Horas Tomo I
II Semana del Salterio
Primera Lectura 1 Juan 2, 29-3, 6
Salmo 97
Evangelio Juan 1, 29-34
“Este es el Hijo de Dios”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Jesús se presenta en la orilla del río, en medio de la gente, de los pecadores —como todos nosotros—. Es su primer acto público, la primera cosa que hace cuando deja la casa de Nazaret, a los treinta años: baja a Judea, va al Jordán y se hace bautizar por Juan. (…) No es una anécdota, es un hecho histórico decisivo. Es decisiva por nuestra fe; es decisiva también por la misión de la Iglesia. La Iglesia, en todos los tiempos, está llamada a hacer lo que hizo Juan el Bautista, indicar a Jesús a la gente diciendo: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo». Él es un el único Salvador, Él es el Señor, humilde, en medio de los pecadores. Pero es Él. Él, no es otro poderoso que viene. No, no. Él. (Angelus, 15 enero 2017)
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Monjas Dominicas Contemplativas)
Somos hechos hijos de Dios
Dios envió a su Hijo al mundo y quiere que seamos y nos llamemos hijos de Dios. Su amor de Padre nos quiere semejantes a ÉL, nos invita a ser santos y a obrar con justicia. En definitiva, este amor de Dios nos invita a la conversión. Dice el texto que todo el que practica la justicia ha nacido de Dios (1,29). Nuestro nacimiento humano ha sido un principio y nuestro nacimiento divino es algo completamente nuevo.
Explícitamente se dice que el mundo no nos conoce porque no le conoció a ÉL (3,1), ya que el que no ha descubierto a Dios no sabe de veras lo que es el hombre, pues su verdadera grandeza es el hecho de ser "hijo de Dios" y el que no conoce a Dios desconoce también lo que es esencial en el hombre.
Al mirar el amor que nos ha tenido el Padre, podemos llegar a rechazar el pecado y a vivir en santidad. Nuestro objetivo final es llegar a ser completamente semejantes a Jesús, identificarnos más y más con ÉL, parecernos a ÉL y moderar nuestro espíritu según ÉL.
Según el autor de la primera epístola de San Juan hay tres condiciones para vivir como hijos de Dios: la primera romper con el pecado, la segunda guardar los mandamientos y la tercera guardarse del mundo; el texto que nos ocupa hace referencia a romper con el pecado, como conviene a los hijos de Dios, que han sido "justificados".
El pecado se insinúa en la vida cuando no tenemos presente a Jesús, porque cuando lo vemos y conocemos, no pecamos. Tenemos muchos momentos para verlo y conocerlo; lo vemos en el vecino, lo reconocemos en el prójimo, lo vemos en la palabra, lo conocemos al escucharlo, lo vemos en la fracción del Pan, lo conocemos al comer la Eucaristía, lo vemos en el pesebre, lo reconocemos en el Sagrario.
El salmista ante las maravillas del amor de Dios pone en nuestros labios un cántico nuevo invitándonos a la acción evangelizadora para que lleguemos a aclamar a nuestro Rey y Señor.
La humanidad reconoce la divinidad
Juan el Bautista ha sido enviado para señalar al Mesías, y al ver a Jesús que camina hacia él, lo presenta como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (v.29) y como Hijo de Dios que nos bautiza con Espíritu Santo.
Habla del pecado en singular y el pecado es por excelencia, negarse a reconocer a Cristo como el enviado de Dios, aquel que ha venido a revelarnos la verdad; el pecado es estar ciego hasta el punto de no saber cuál es la voluntad de Dios sobre el hombre rechazando al nuevo Moisés. Esta ignorancia relativa al discernimiento sobre el bien y el mal es lo que el Cordero de Dios viene a quitar. Jesús carga el pecado del mundo y hace desaparecer el conjunto de los pecados del mundo, sobre la totalidad del pecado de la humanidad.
Juan, según lo cuentan los sinópticos, invierte los datos del relato del Bautismo de Cristo, ya que no es Jesús sino el Bautista (v.32) quien ve el Espíritu bajar, ya no es la voz celeste la que da testimonio de Cristo, sino el Bautista. También es Juan Bautista quien percibe el origen divino de Jesús al exclamar "era primero que yo" y es en verdad el Verbo de Dios, el Hijo engendrado, el que aparece humanamente en el tiempo, el que ha aparecido un día de la historia humana, el que celebramos en las fiestas de la Natividad.
Sigamos la llamada del Hijo de Dios que ha venido al mundo para que seamos hijos de Dios y por obra y gracia del Espíritu Santo podamos verlo y reconocerlo en cada momento de nuestras vidas.
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la primera carta de Juan
1 Jn 2, 29–3, 6
Queridos hijos: Si ustedes saben que Dios es santo, tienen que reconocer que todo el que practica la santidad ha nacido de Dios.
Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él.
Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Y todo el que tiene puesta en él esta esperanza, procura ser santo, como Jesucristo es santo. Todo el que comete pecado quebranta la ley, puesto que el pecado es quebrantamiento de la ley. Y si saben ustedes que Dios se manifestó para quitar los pecados, es porque en él no hay pecado. Todo el que permanece en Dios, no peca. Todo el que vive pecando, es como si no hubiera visto ni conocido a Dios.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo Evangelio según san Juan
Jn 1, 29-34
Al día siguiente, vio Juan el Bautista a Jesús, que venía hacia él, y exclamó: "Éste es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo he dicho: 'El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo'. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua, para que él sea dado a conocer a Israel".
Entonces Juan dio este testimonio: "Vi al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: 'Aquel sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo'. Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios".
Oración
Padre misericordioso, que nos has hecho hijos tuyos por medio del acontecimiento Cristo y el sacramento del bautismo, te pedimos que nos ayudes a ser obedientes a ti y fieles a nuestra vocación de hermanos para que, viviendo una vida semejante a la de Jesús, tu Hijo amado, merezcamos gozar de la santidad de tu reino en la eternidad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Acción
Hoy juntaré a mi familia y compartiremos lo grande que es Dios.,
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