Evangelio Del Día Lunes 29 de Agosto | Persecución por Seguir a Dios | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 29 DE AGOSTO DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Blanco XXII Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II II Semana...
mostra di piùLITURGIA - 29 DE AGOSTO DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Blanco
XXII Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
II Semana del Salterio
Primera Lectura 1 Corintios 2, 1-5
Salmo 118
Evangelio Marcos 6, 17-29
“Juan era un hombre honrado y santo”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Es doloroso recordar que, en este momento, hay muchos cristianos que sufren persecución en varias partes del mundo, y debemos esperar y rezar para que su tribulación se detenga cuanto antes. Son muchos: los mártires de hoy son más que los mártires de los primeros siglos. Expresemos a estos hermanos y hermanas nuestra cercanía: somos un solo cuerpo, y estos cristianos son los miembros sangrantes del cuerpo de Cristo que es la Iglesia. (Audiencia General, 29 abril 2020)
Reflexión del Evangelio de hoy (D. Oscar Salazar, O.P.)
Somos pregoneros del Espíritu que habla por nosotros
Al celebrar esta festividad de San Juan Bautista y plantearnos el significado y la trascendencia de San Juan para nuestra fe, la liturgia nos ayuda con las lecturas que hoy nos presenta. Jesús, en el evangelio de Lucas, nos dice que Juan es el mayor de los profetas, y nos pone en la pista del papel tan importante que el precursor realiza, tanto para el magisterio de Jesús, como para nuestro recorrido creyente. San Pablo se presente a los Corintios “débil, tímido y tembloroso”, como un humilde mensajero que transmite el testimonio de Dios. Es la imagen del profeta, el que anuncia al mesías, el que proclama la salvación de Dios para todo el que vuelva sus pasos hacia Dios. Pablo conoce el mensaje, él anuncia a Jesucristo, y éste crucificado. Recoge la tradición profética, es la boca de Dios. No se vanagloria en la sabiduría del mundo, sino en la sabiduría de Dios, que es reverencia, gracia, justicia y misericordia. Esta misma vocación la tenemos todos por el bautismo. Estamos llamados a testimoniar, en nuestra propia humildad, la manifestación de Dios que es Jesús. Estamos llamados a llevar el mansaje de salvación y de amor que Jesús nos enseña. Estamos elegidos para ser mensajeros del Espíritu y transmisores de la salvación que nos viene por Jesús crucificado.
No hay un hombre más grande que Juan” dice Jesús
Juan anunciaba la conversión, el arrepentimiento, la vuelta de los corazones hacia Dios, porque el tiempo está cumplido. Su testimonio llega al gentío, y hasta el mismo Herodes reconoce en Juan un hombre honrado y santo, una persona cabal, consecuente y ejemplar. Una persona religiosa, devota y valiente. Lleva su labor de precursor, “Señor, ¿eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”, hasta las últimas consecuencias. Por su testimonio y su predicación, es apresado, encarcelado y finalmente decapitado y ofrecido a la hija de Herodías como chantaje para acallar la voz del incesto de Herodías con Herodes. Juan es asesinado por la causa de Jesús, es una ofrenda martirial por su fidelidad al anuncio de la próxima venida del Mesías. Su vida austera, su ejemplo de devoción al Señor, su bautismo de conversión, su mensaje de mesianismo y salvación son un estímulo para nuestra condición cristiana. Jesús recoge esa tradición joánica y le da un giro trascendental. Juan os bautizó con agua, pero yo os bautizo en Espíritu y en verdad, dice Jesús en Hechos. La conversión y el arrepentimiento llevan a la misericordia del evangelio. Dios que entregó a su hijo para reconciliar al mundo y fundar la nueva creación, nos llama al misterio del amor. Juan nos pide mirar y volver nuestros ojos hacia Dios. Y mirar hacia Dios es tener puesta la vista en el otro, significa disponer la propia vida en servicio y ofrenda a los demás. Es salir de nuestros egoísmos y comodidades para atender las necesidades de nuestros semejantes. Jesús instaura un nuevo sistema de justicia, una nueva relación entre los hombres. La salvación significa que entramos en una comunión de fraternidad y hermandad con la naturaleza y entre los hombres de manera que nadie nos es extraño ni ajeno. Y ello tiene un gran peso en nuestra forma de creer. No me salvo yo sólo, en mi conversión enclaustrada. Me salvo con los demás, me salvo cuando ayudo a que todos estemos en hermandad entre nosotros y con Dios.
¿Potencio mi don de profecía haciendo partícipes de mi fe a quienes conviven conmigo?
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la carta de San Pablo a los Corintios
1 Cor 2, 1-5
Hermanos: Cuando llegué a la ciudad de ustedes para anunciarles el Evangelio, no busqué hacerlo mediante la elocuencia del lenguaje o la sabiduría humana, sino que resolví no hablarles sino de Jesucristo, más aún, de Jesucristo crucificado.
Me presenté ante ustedes débil y temblando de miedo. Cuando les hablé y les prediqué el Evangelio, no quise convencerlos con palabras de hombre sabio; al contrario, los convencí por medio del Espíritu y del poder de Dios, a fin de que la fe de ustedes dependiera del poder de Dios y no de la sabiduría de los hombres.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según San Marcos
Mc 6, 17-29
En aquel tiempo, Herodes había mandado apresar a Juan el Bautista y lo había metido y encadenado en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía: "No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano". Por eso Herodes lo mandó encarcelar.
Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida, pero no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabía que era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo.
La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños. La hija de Herodías bailó durante la fiesta y su baile les gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven: "Pídeme lo que quieras y yo te lo daré". Y le juró varias veces: "Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".
Ella fue a preguntarle a su madre: "¿Qué le pido?" Su madre le contestó: "La cabeza de Juan el Bautista". Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo: "Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre.
Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
Oración
Revísteme, Señor, con el celo por propagar tu Evangelio, que mi corazón no me dé tregua y que sea mi deseo constante anunciar, verbalmente o con mis acciones, tu amor y tu verdad a los que viven sin ti, sin esperanza, sin amor. Heme aquí, Señor, envíame a mí, lléname de tu Espíritu Santo y proclamaré tu poder.
Acción
Hoy compartiré con mis amigos o conocidos, algo que les muestre lo mucho que el Señor les ama.
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