Evangelio Del Día Lunes 12 de Septiembre | No Soy Digno | Hoy en Oración
12 set 2022 ·
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Evangelio Diario LITURGIA -12 DE SEPTIEMBRE DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XXIV Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II IV Semana del...
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Evangelio Diario
LITURGIA -12 DE SEPTIEMBRE DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XXIV Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
IV Semana del Salterio
Primera Lectura 1 Corintios 11, 17-26
Salmo 39
Evangelio Lucas 7, 1-10
“Una sola Fe, un solo Señor”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Pero quizá el reconocimiento más conmovedor de la pobreza de nuestra oración floreció de la boca de ese centurión romano que un día suplicó a Jesús que sanara a su siervo enfermo (cf. Mt 8,5-13). Él se sentía completamente inadecuado: no era judío, era oficial del odiado ejército de ocupación. Pero la preocupación por el siervo le hace osar, y dice: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano» (v. 8). Es la frase que también nosotros repetimos en cada liturgia eucarística. Dialogar con Dios es una gracia: nosotros no somos dignos, no tenemos ningún derecho que reclamar, nosotros “cojeamos” con cada palabra y cada pensamiento… Pero Jesús es la puerta que nos abre a este diálogo con Dios. (Audiencia, 3 marzo 2021)
Reflexión del Evangelio de hoy (D. Luis Maldonado Fernández de Tejada, OP)
Reunidos en el nombre del Señor
¿Os suena esto? ¿Os recuerda a algo? ¿No os veis reflejados de alguna manera?
Por naturaleza tendemos al individualismo, a diferenciarnos de los otros, a tener nuestra propia parcela y a olvidarnos de que debemos ser una comunidad en todos los sentidos. Y como vemos estas circunstancias no son propias del mundo actual. San Pablo se lamenta de que la Iglesia de Corinto adolece de falta de unidad, de que el egoísmo habita en los corazones de los fieles y les exhorta a que recapaciten y sean un solo cuerpo eclesial, sobre todo a la hora de celebrar la Eucaristía, momento clave de la vida del cristiano.
Dentro de la Iglesia hay multitud de carismas, movimientos, congregaciones, caminos... pero no debemos olvidar nunca que todos pertenecemos a un mismo cuerpo cuya cabeza es Cristo y que nada ni nadie puede separarnos. No podemos pensar en “yo” o “nosotros”, debemos pensar en clave universal, que al fin y al cabo es lo que significa ser católico. Y dentro de esa universalidad siempre debemos estar en clave de unidad con el Señor y con los hermanos. La separación lleva a la discordia, la discordia al egoísmo y el egoísmo al pecado. Y el pecado nos aleja de Dios. Por eso es tan importante que permanezcamos unidos a los hermanos, que seamos familia de verdad, que vivamos la fe en COMUNIÓN, y que apartemos nuestros propios intereses y gustos en favor de los demás y de la unidad de la Iglesia.
Humildad, limpieza de corazón, Fe
Para mi este pasaje del Evangelio es uno de los más enternecedores por varios motivos: la fe del Centurión, que además es un hombre bueno (“nos ha construido la sinagoga”), la misericordia de Jesús (“Jesús se admiró de él”), la curación que proviene de Cristo (“los enviados encontraron al siervo sano”) Es admirable todo lo que se nos narra.
Pongámonos en situación: un hombre ajeno al pueblo de Israel oye hablar de Jesús. Tiene un siervo enfermo y acude al Maestro en busca de solución. Es un centurión, un representante del poder, pero su carácter humilde le impide presentarse en persona y envía a unos amigos. Su pureza de corazón hará que Cristo se conmueva y exclame “Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe”, porque la fe de ese hombre salta a la vista de todos. No importa que sea extranjero, que sea pagano, que venga de otras tierras. Lo único que importa es su actitud ante Cristo, del que ha oído hablar y en quien cree desde el fondo de su corazón.
Cuánto tenemos que aprender del centurión... Si fuéramos como él nuestra vida sería mucho más sencilla, más llena de amor, más plena, más en comunión con Jesús y la Iglesia, y en el fondo seríamos más felices, más llenos de vida, y eso se notaría a nuestro alrededor: seríamos esa “sal de la tierra” capaz de transformar el mundo. Estoy seguro que ese día en el que la vida del centurión se cruzó con Cristo muchos de los que fueron testigos creyeron y se convirtieron, y no tanto por el prodigio de la curación como por la actitud de aquel hombre y la respuesta que obtuvo de Jesús. Seamos humildes en nuestro trato con Dios, confiemos plenamente en Él, dejemos de lado nuestras circunstancias, nuestros deseos mundanos, nuestros recelos y prejuicios: El Señor sabrá recompensarnos con su infinita misericordia.
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
1 Cor 11, 17-26
Hermanos: Con respecto a las reuniones de ustedes ciertamente no puedo alabarlas, porque les hacen más daño que provecho. En efecto, he sabido que, cuando se reúnen en asamblea, hay divisiones entre ustedes, y en parte lo creo. Es cierto que tiene que haber divisiones, para que se ponga de manifiesto quiénes tienen verdadera virtud.
De modo que, cuando se reúnen en común, ya no es para comer la cena del Señor, porque cada uno se adelanta a comer su propia cena, y mientras uno pasa hambre, el otro se embriaga. ¿Acaso no tienen su propia casa para comer y beber? ¿O es que desprecian a la asamblea de Dios y quieren avergonzar a los que son pobres? ¿Qué quieren que les diga? ¿Que los alabe? En esto no los alabo.
Porque yo recibí del Señor lo mismo que les he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía".
Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él".
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Lucas
Lc 7, 1-10
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar a la gente, entró en Cafarnaúm. Había allí un oficial romano, que tenía enfermo y a punto de morir a un criado muy querido. Cuando le dijeron que Jesús estaba en la ciudad, le envió a algunos de los ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su criado. Ellos, al acercarse a Jesús, le rogaban encarecidamente, diciendo: "Merece que le concedas ese favor, pues quiere a nuestro pueblo y hasta nos ha construido una sinagoga". Jesús se puso en marcha con ellos.
Cuando ya estaba cerca de la casa, el oficial romano envió unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes, porque yo no soy digno de que tú entres en mi casa; por eso ni siquiera me atreví a ir personalmente a verte. Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano. Porque yo, aunque soy un subalterno, tengo soldados bajo mis órdenes y le digo a uno: '¡Ve!', y va; a otro: '¡Ven!', y viene; y a mi criado: '¡Haz esto!', y lo hace".
Al oír esto, Jesús quedó lleno de admiración, y volviéndose hacia la gente que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni en Israel he hallado una fe tan grande". Los enviados regresaron a la casa y encontraron al criado perfectamente sano.
Oración
Señor, lléname de tu Espíritu para entender la maravilla que significa que conviertas un trozo de pan y un poco de vino en Ti mismo. Abre mis ojos Jesús ante este milagro que va mucho más allá de la razón, para que de ese modo, en cada ocasión en que voy a misa a celebrar ese gran misterio, le dé la importancia que merece.
Acción
Hoy haré los arreglos necesarios en mi agenda, con mi familia y un compromiso personal para no volver a llegar tarde o faltar a misa.
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LITURGIA -12 DE SEPTIEMBRE DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XXIV Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
IV Semana del Salterio
Primera Lectura 1 Corintios 11, 17-26
Salmo 39
Evangelio Lucas 7, 1-10
“Una sola Fe, un solo Señor”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Pero quizá el reconocimiento más conmovedor de la pobreza de nuestra oración floreció de la boca de ese centurión romano que un día suplicó a Jesús que sanara a su siervo enfermo (cf. Mt 8,5-13). Él se sentía completamente inadecuado: no era judío, era oficial del odiado ejército de ocupación. Pero la preocupación por el siervo le hace osar, y dice: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano» (v. 8). Es la frase que también nosotros repetimos en cada liturgia eucarística. Dialogar con Dios es una gracia: nosotros no somos dignos, no tenemos ningún derecho que reclamar, nosotros “cojeamos” con cada palabra y cada pensamiento… Pero Jesús es la puerta que nos abre a este diálogo con Dios. (Audiencia, 3 marzo 2021)
Reflexión del Evangelio de hoy (D. Luis Maldonado Fernández de Tejada, OP)
Reunidos en el nombre del Señor
¿Os suena esto? ¿Os recuerda a algo? ¿No os veis reflejados de alguna manera?
Por naturaleza tendemos al individualismo, a diferenciarnos de los otros, a tener nuestra propia parcela y a olvidarnos de que debemos ser una comunidad en todos los sentidos. Y como vemos estas circunstancias no son propias del mundo actual. San Pablo se lamenta de que la Iglesia de Corinto adolece de falta de unidad, de que el egoísmo habita en los corazones de los fieles y les exhorta a que recapaciten y sean un solo cuerpo eclesial, sobre todo a la hora de celebrar la Eucaristía, momento clave de la vida del cristiano.
Dentro de la Iglesia hay multitud de carismas, movimientos, congregaciones, caminos... pero no debemos olvidar nunca que todos pertenecemos a un mismo cuerpo cuya cabeza es Cristo y que nada ni nadie puede separarnos. No podemos pensar en “yo” o “nosotros”, debemos pensar en clave universal, que al fin y al cabo es lo que significa ser católico. Y dentro de esa universalidad siempre debemos estar en clave de unidad con el Señor y con los hermanos. La separación lleva a la discordia, la discordia al egoísmo y el egoísmo al pecado. Y el pecado nos aleja de Dios. Por eso es tan importante que permanezcamos unidos a los hermanos, que seamos familia de verdad, que vivamos la fe en COMUNIÓN, y que apartemos nuestros propios intereses y gustos en favor de los demás y de la unidad de la Iglesia.
Humildad, limpieza de corazón, Fe
Para mi este pasaje del Evangelio es uno de los más enternecedores por varios motivos: la fe del Centurión, que además es un hombre bueno (“nos ha construido la sinagoga”), la misericordia de Jesús (“Jesús se admiró de él”), la curación que proviene de Cristo (“los enviados encontraron al siervo sano”) Es admirable todo lo que se nos narra.
Pongámonos en situación: un hombre ajeno al pueblo de Israel oye hablar de Jesús. Tiene un siervo enfermo y acude al Maestro en busca de solución. Es un centurión, un representante del poder, pero su carácter humilde le impide presentarse en persona y envía a unos amigos. Su pureza de corazón hará que Cristo se conmueva y exclame “Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe”, porque la fe de ese hombre salta a la vista de todos. No importa que sea extranjero, que sea pagano, que venga de otras tierras. Lo único que importa es su actitud ante Cristo, del que ha oído hablar y en quien cree desde el fondo de su corazón.
Cuánto tenemos que aprender del centurión... Si fuéramos como él nuestra vida sería mucho más sencilla, más llena de amor, más plena, más en comunión con Jesús y la Iglesia, y en el fondo seríamos más felices, más llenos de vida, y eso se notaría a nuestro alrededor: seríamos esa “sal de la tierra” capaz de transformar el mundo. Estoy seguro que ese día en el que la vida del centurión se cruzó con Cristo muchos de los que fueron testigos creyeron y se convirtieron, y no tanto por el prodigio de la curación como por la actitud de aquel hombre y la respuesta que obtuvo de Jesús. Seamos humildes en nuestro trato con Dios, confiemos plenamente en Él, dejemos de lado nuestras circunstancias, nuestros deseos mundanos, nuestros recelos y prejuicios: El Señor sabrá recompensarnos con su infinita misericordia.
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
1 Cor 11, 17-26
Hermanos: Con respecto a las reuniones de ustedes ciertamente no puedo alabarlas, porque les hacen más daño que provecho. En efecto, he sabido que, cuando se reúnen en asamblea, hay divisiones entre ustedes, y en parte lo creo. Es cierto que tiene que haber divisiones, para que se ponga de manifiesto quiénes tienen verdadera virtud.
De modo que, cuando se reúnen en común, ya no es para comer la cena del Señor, porque cada uno se adelanta a comer su propia cena, y mientras uno pasa hambre, el otro se embriaga. ¿Acaso no tienen su propia casa para comer y beber? ¿O es que desprecian a la asamblea de Dios y quieren avergonzar a los que son pobres? ¿Qué quieren que les diga? ¿Que los alabe? En esto no los alabo.
Porque yo recibí del Señor lo mismo que les he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía".
Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él".
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Lucas
Lc 7, 1-10
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar a la gente, entró en Cafarnaúm. Había allí un oficial romano, que tenía enfermo y a punto de morir a un criado muy querido. Cuando le dijeron que Jesús estaba en la ciudad, le envió a algunos de los ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su criado. Ellos, al acercarse a Jesús, le rogaban encarecidamente, diciendo: "Merece que le concedas ese favor, pues quiere a nuestro pueblo y hasta nos ha construido una sinagoga". Jesús se puso en marcha con ellos.
Cuando ya estaba cerca de la casa, el oficial romano envió unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes, porque yo no soy digno de que tú entres en mi casa; por eso ni siquiera me atreví a ir personalmente a verte. Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano. Porque yo, aunque soy un subalterno, tengo soldados bajo mis órdenes y le digo a uno: '¡Ve!', y va; a otro: '¡Ven!', y viene; y a mi criado: '¡Haz esto!', y lo hace".
Al oír esto, Jesús quedó lleno de admiración, y volviéndose hacia la gente que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni en Israel he hallado una fe tan grande". Los enviados regresaron a la casa y encontraron al criado perfectamente sano.
Oración
Señor, lléname de tu Espíritu para entender la maravilla que significa que conviertas un trozo de pan y un poco de vino en Ti mismo. Abre mis ojos Jesús ante este milagro que va mucho más allá de la razón, para que de ese modo, en cada ocasión en que voy a misa a celebrar ese gran misterio, le dé la importancia que merece.
Acción
Hoy haré los arreglos necesarios en mi agenda, con mi familia y un compromiso personal para no volver a llegar tarde o faltar a misa.
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