Evangelio Del Día Lunes 1 de Agosto | Servir a Dios Con Nuestros Dones | Hoy en Oración
17 ago 2022 ·
7 min. 29 sec.
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Evangelio Diario LITURGIA - 01 DE AGOSTO DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XVIII Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II II Semana...
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Evangelio Diario
LITURGIA - 01 DE AGOSTO DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XVIII Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
II Semana del Salterio
Primera Lectura Jeremías 28, 1-17
Salmo 118
Evangelio Mateo 14, 13-21
“Dadles vosotros de comer”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Hoy hay más mártires que al principio de la vida de la Iglesia y los mártires están por doquier. La Iglesia de hoy es rica en mártires, está irrigada por su sangre que es «semilla de nuevos cristianos» (Tertuliano, Apologético, 50,13) y asegura el crecimiento y la fecundidad del Pueblo de Dios. Los mártires no son “hombres santos”, sino hombres y mujeres de carne y hueso que –como dice el Apocalipsis– «han lavado sus vestiduras, blanqueándolas en la sangre del Cordero» (7,14). Ellos son los verdaderos vencedores. (Audiencia general 25 de septiembre de 2019)
Reflexión del Evangelio de hoy (D. José Vicente Vila Castellar, OP)
El Señor no te ha enviado, y tú has inducido al pueblo a una falsa confianza
El profeta Jeremías, en esta parte de su relato, está viviendo la angustiosa situación de haber visto como su pueblo, ha sido conquistado y mayormente deportado a Babilonia. El Templo de Jerusalén había sido destruido y los que se habían quedado en su tierra, vivían oprimidos por los invasores.
En este tiempo surgieron algunos falsos profetas que anunciaban, erróneamente, el fin del exilio y la vuelta de los deportados, junto a la devolución al Templo, de todos aquellos enseres y útiles utilizados en él, y que tenían gran valor. Con esto se pretendía infundir en el pueblo una falsa esperanza.
Jeremías, que en muchas ocasiones fue tildado de agorero, ya que profetizaba sobre la realidad del pueblo sometido, como causa de sus pecados, intenta desenmascarar a los falsos profetas y de hecho lo hace, ya que Dios le había anunciado el triste final de Ananías, por intentar inculcar vanas esperanzas; rompió el yugo de madera que Jeremías llevaba en el cuello como signo de aceptación de la situación, pero Yahvé anuncia que el yugo que pondrá sobre su pueblo, serás de hierro, como signo de sometimiento.
El salmo 118 nos dice: “Instrúyeme, Señor, en tus leyes”. Este deseo lo puso en práctica San Alfonso María de Ligorio, doctor de la Iglesia, gran ejemplo de maestro que puso toda su ciencia al servicio de la teología moral.
También hoy conmemoramos el aniversario del martirio del obispo dominico Beato Pierre Claverie, obispo de Orán (Argelia) que fue asesinado junto a su chofer en 1996, incansable defensor del diálogo interreligioso, gran conocedor del Islam, convencido de que la fe es un auténtico dialogo.
No tenemos más que cinco panes y dos peces
El capítulo 14 del evangelio de Mateo, nos relata como Jesús, al enterarse de que Juan el Bautista había sido asesinado en la cárcel, decide apartarse junto a sus discípulos a un lugar retirado y tranquilo, pero la gente le sigue por tierra y, al desembarcar, se encuentra rodeado de un enorme gentío y comenzó a predicarles.
Al hacerse tarde los apóstoles le incitan a que despida a la gente para que busquen algo con qué alimentarse en las aldeas cercanas, ya que estaban en descampado, pero Él les dice, no hace falta “dadles vosotros de comer”, ¡pero cómo! Las reservas eran cinco panes y dos peces.
Pero el Maestro alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición y, milagrosamente, el escaso alimento con que contaban se multiplicó, comieron todos, que eran una multitud, y aun recogieron doce cestos con los restos sobrantes.
Jesús nos invita a que seamos nosotros, sus seguidores, quienes alimentemos a nuestros semejantes, con la Palabra que procede de Dios, no solo que cubramos las necesidades de los más vulnerables, sino que, también, seamos portadores de la alegría del evangelio.
No admite la postura cómoda de invitar a la gente a que busque su propio alimento, no, quiere que nosotros facilitemos poder vivir aquello por lo que hemos sido llamados a seguirle, y seamos capaces de transmitirlo a los demás. Nos dice: “lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis”, es decir, que seamos anunciadores de la Buena Noticia de Jesús y podamos contagiar a los otros la gracia que nos infunde considerarnos “sus” amigos.
¿Nos convertimos en falsos profetas, con tal de conseguir ser honrados por los demás?
¿Estamos convencidos que Jesús nos invita a alimentar a la gente con su Palabra, y dispuestos a hacerlo?
¿Nos consideramos correa de transmisión de la alegría del evangelio?
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro de Jeremías
Jer 28, 1-17
El quinto mes del cuarto año del reinado de Sedecías, Jananías, hijo de Azur y profeta de Gabaón, le dijo a Jeremías en el templo, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo: “Esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ‘Voy a romper el yugo del rey de Babilonia. Dentro de dos años haré que se devuelvan todos los objetos del templo del Señor, que el rey Nabucodonosor tomó de este lugar y se llevó a Babilonia; haré volver a Jeconías, hijo de Joaquín y rey de Judá, y a todos los desterrados de Judá que han ido a Babilonia, en cuanto yo rompa, dice el Señor, el yugo del rey Nabucodonosor’”.
Entonces el profeta Jeremías le respondió a Jananías, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo que estaba en el templo del Señor: “Amén. Que así lo haga el Señor. Que el Señor confirme lo que has predicho y haga retornar de Babilonia a este lugar los objetos del templo del Señor y a todos los desterrados. Pero, pon atención a lo que voy a decirte delante de todo el pueblo: Antes de mí y antes de ti, siempre ha habido profetas que predijeron a muchos países y a grandes reinos la guerra, el hambre y la peste. Y cuando un profeta predice la paz, sólo hasta que se cumplen sus palabras, se puede reconocer que es verdadero profeta, enviado por el Señor”. Entonces Jananías tomó el yugo que traía Jeremías en el cuello, lo rompió y dijo delante de todo el pueblo: “Esto dice el Señor: ‘Así romperé el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, dentro de dos años y lo quitaré del cuello de todas las naciones’ ”.
Jeremías se alejó de allí. Pero un tiempo después de que Jananías había roto el yugo del cuello del profeta Jeremías, el Señor le habló a éste y le dijo: “Ve y dile a Jananías: ‘Esto dice el Señor: Has roto un yugo de madera, pero yo lo sustituiré por uno de hierro. Porque esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: He puesto en el cuello de todas estas naciones un yugo de hierro, para someterlas al servicio de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y hasta las bestias del campo lo servirán’ ”. Y Jeremías añadió: “Escucha, Jananías: No te ha enviado el Señor y tú has hecho que el pueblo crea en una mentira. Por eso el Señor te dice: ‘Yo te borraré de la superficie de la tierra. Este año morirás, por haber incitado a la rebelión contra el Señor’ ”. Y el profeta Jananías murió aquel mismo año, en el mes séptimo.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Mateo
Mt 14, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, subió a una barca y se dirigió a un lugar apartado y solitario. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Cuando Jesús desembarcó, vio aquella muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos.
Como ya se hacía tarde, se acercaron sus discípulos a decirle: “Estamos en despoblado y empieza a oscurecer. Despide a la gente para que vayan a los caseríos y compren algo de comer”. Pero Jesús les replicó: “No hace falta que vayan. Denles ustedes de comer”. Ellos le contestaron: “No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados”. El les dijo: “Tráiganmelos”.
Luego mandó que la gente se sentara sobre el pasto. Tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que habían sobrado, se llenaron doce canastos. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.
Oración
Gracias, Señor, por todas aquellas personas que, verdaderamente inspiradas por ti, iluminan tu mensaje para que me sea más asequible, te pido que los bendigas en su labor y que los sigas inspirando. También te pido que a mí mismo me ilumines para que cuando sea mi turno de iluminar, lo haga fielmente y transmitiendo con certeza lo que viene de parte tuya.
Acción
Hoy meditaré en cuáles son las fuentes a través de las cuales recibo instrucción de parte de Dios, verificaré que provengan verdaderamente de la inspiración de Dios y la guía de la Iglesia, y pediré porque el Señor les bendiga.
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LITURGIA - 01 DE AGOSTO DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XVIII Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
II Semana del Salterio
Primera Lectura Jeremías 28, 1-17
Salmo 118
Evangelio Mateo 14, 13-21
“Dadles vosotros de comer”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Hoy hay más mártires que al principio de la vida de la Iglesia y los mártires están por doquier. La Iglesia de hoy es rica en mártires, está irrigada por su sangre que es «semilla de nuevos cristianos» (Tertuliano, Apologético, 50,13) y asegura el crecimiento y la fecundidad del Pueblo de Dios. Los mártires no son “hombres santos”, sino hombres y mujeres de carne y hueso que –como dice el Apocalipsis– «han lavado sus vestiduras, blanqueándolas en la sangre del Cordero» (7,14). Ellos son los verdaderos vencedores. (Audiencia general 25 de septiembre de 2019)
Reflexión del Evangelio de hoy (D. José Vicente Vila Castellar, OP)
El Señor no te ha enviado, y tú has inducido al pueblo a una falsa confianza
El profeta Jeremías, en esta parte de su relato, está viviendo la angustiosa situación de haber visto como su pueblo, ha sido conquistado y mayormente deportado a Babilonia. El Templo de Jerusalén había sido destruido y los que se habían quedado en su tierra, vivían oprimidos por los invasores.
En este tiempo surgieron algunos falsos profetas que anunciaban, erróneamente, el fin del exilio y la vuelta de los deportados, junto a la devolución al Templo, de todos aquellos enseres y útiles utilizados en él, y que tenían gran valor. Con esto se pretendía infundir en el pueblo una falsa esperanza.
Jeremías, que en muchas ocasiones fue tildado de agorero, ya que profetizaba sobre la realidad del pueblo sometido, como causa de sus pecados, intenta desenmascarar a los falsos profetas y de hecho lo hace, ya que Dios le había anunciado el triste final de Ananías, por intentar inculcar vanas esperanzas; rompió el yugo de madera que Jeremías llevaba en el cuello como signo de aceptación de la situación, pero Yahvé anuncia que el yugo que pondrá sobre su pueblo, serás de hierro, como signo de sometimiento.
El salmo 118 nos dice: “Instrúyeme, Señor, en tus leyes”. Este deseo lo puso en práctica San Alfonso María de Ligorio, doctor de la Iglesia, gran ejemplo de maestro que puso toda su ciencia al servicio de la teología moral.
También hoy conmemoramos el aniversario del martirio del obispo dominico Beato Pierre Claverie, obispo de Orán (Argelia) que fue asesinado junto a su chofer en 1996, incansable defensor del diálogo interreligioso, gran conocedor del Islam, convencido de que la fe es un auténtico dialogo.
No tenemos más que cinco panes y dos peces
El capítulo 14 del evangelio de Mateo, nos relata como Jesús, al enterarse de que Juan el Bautista había sido asesinado en la cárcel, decide apartarse junto a sus discípulos a un lugar retirado y tranquilo, pero la gente le sigue por tierra y, al desembarcar, se encuentra rodeado de un enorme gentío y comenzó a predicarles.
Al hacerse tarde los apóstoles le incitan a que despida a la gente para que busquen algo con qué alimentarse en las aldeas cercanas, ya que estaban en descampado, pero Él les dice, no hace falta “dadles vosotros de comer”, ¡pero cómo! Las reservas eran cinco panes y dos peces.
Pero el Maestro alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición y, milagrosamente, el escaso alimento con que contaban se multiplicó, comieron todos, que eran una multitud, y aun recogieron doce cestos con los restos sobrantes.
Jesús nos invita a que seamos nosotros, sus seguidores, quienes alimentemos a nuestros semejantes, con la Palabra que procede de Dios, no solo que cubramos las necesidades de los más vulnerables, sino que, también, seamos portadores de la alegría del evangelio.
No admite la postura cómoda de invitar a la gente a que busque su propio alimento, no, quiere que nosotros facilitemos poder vivir aquello por lo que hemos sido llamados a seguirle, y seamos capaces de transmitirlo a los demás. Nos dice: “lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis”, es decir, que seamos anunciadores de la Buena Noticia de Jesús y podamos contagiar a los otros la gracia que nos infunde considerarnos “sus” amigos.
¿Nos convertimos en falsos profetas, con tal de conseguir ser honrados por los demás?
¿Estamos convencidos que Jesús nos invita a alimentar a la gente con su Palabra, y dispuestos a hacerlo?
¿Nos consideramos correa de transmisión de la alegría del evangelio?
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro de Jeremías
Jer 28, 1-17
El quinto mes del cuarto año del reinado de Sedecías, Jananías, hijo de Azur y profeta de Gabaón, le dijo a Jeremías en el templo, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo: “Esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ‘Voy a romper el yugo del rey de Babilonia. Dentro de dos años haré que se devuelvan todos los objetos del templo del Señor, que el rey Nabucodonosor tomó de este lugar y se llevó a Babilonia; haré volver a Jeconías, hijo de Joaquín y rey de Judá, y a todos los desterrados de Judá que han ido a Babilonia, en cuanto yo rompa, dice el Señor, el yugo del rey Nabucodonosor’”.
Entonces el profeta Jeremías le respondió a Jananías, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo que estaba en el templo del Señor: “Amén. Que así lo haga el Señor. Que el Señor confirme lo que has predicho y haga retornar de Babilonia a este lugar los objetos del templo del Señor y a todos los desterrados. Pero, pon atención a lo que voy a decirte delante de todo el pueblo: Antes de mí y antes de ti, siempre ha habido profetas que predijeron a muchos países y a grandes reinos la guerra, el hambre y la peste. Y cuando un profeta predice la paz, sólo hasta que se cumplen sus palabras, se puede reconocer que es verdadero profeta, enviado por el Señor”. Entonces Jananías tomó el yugo que traía Jeremías en el cuello, lo rompió y dijo delante de todo el pueblo: “Esto dice el Señor: ‘Así romperé el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, dentro de dos años y lo quitaré del cuello de todas las naciones’ ”.
Jeremías se alejó de allí. Pero un tiempo después de que Jananías había roto el yugo del cuello del profeta Jeremías, el Señor le habló a éste y le dijo: “Ve y dile a Jananías: ‘Esto dice el Señor: Has roto un yugo de madera, pero yo lo sustituiré por uno de hierro. Porque esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: He puesto en el cuello de todas estas naciones un yugo de hierro, para someterlas al servicio de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y hasta las bestias del campo lo servirán’ ”. Y Jeremías añadió: “Escucha, Jananías: No te ha enviado el Señor y tú has hecho que el pueblo crea en una mentira. Por eso el Señor te dice: ‘Yo te borraré de la superficie de la tierra. Este año morirás, por haber incitado a la rebelión contra el Señor’ ”. Y el profeta Jananías murió aquel mismo año, en el mes séptimo.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Mateo
Mt 14, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, subió a una barca y se dirigió a un lugar apartado y solitario. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Cuando Jesús desembarcó, vio aquella muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos.
Como ya se hacía tarde, se acercaron sus discípulos a decirle: “Estamos en despoblado y empieza a oscurecer. Despide a la gente para que vayan a los caseríos y compren algo de comer”. Pero Jesús les replicó: “No hace falta que vayan. Denles ustedes de comer”. Ellos le contestaron: “No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados”. El les dijo: “Tráiganmelos”.
Luego mandó que la gente se sentara sobre el pasto. Tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que habían sobrado, se llenaron doce canastos. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.
Oración
Gracias, Señor, por todas aquellas personas que, verdaderamente inspiradas por ti, iluminan tu mensaje para que me sea más asequible, te pido que los bendigas en su labor y que los sigas inspirando. También te pido que a mí mismo me ilumines para que cuando sea mi turno de iluminar, lo haga fielmente y transmitiendo con certeza lo que viene de parte tuya.
Acción
Hoy meditaré en cuáles son las fuentes a través de las cuales recibo instrucción de parte de Dios, verificaré que provengan verdaderamente de la inspiración de Dios y la guía de la Iglesia, y pediré porque el Señor les bendiga.
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