Vincularse es moverse. Pero hay 3 formas de hacerlo:
1.Oponiendo resistencia a lo que la otra persona me da.
2.No hacer contacto y evitar.
3.Recibir, reciclar y devolver. Esto es lo que hace constantemente la naturaleza. Pienso en la relación del suelo con una semilla que cae del árbol. O con un animal que muere en la tierra. Nada se pierde. Se va haciendo otra cosa. Se mueve, se transforma y se recicla. Devuelve y se hace vida, es decir más movimiento.

Mayormente hacemos las dos primeras. Nos oponemos, chocamos. Alguien nos cuenta algo pero inmediatamente ya estamos pensando en lo que vamos a decir, en corregir, en dar nuestro punto de vista sin terminar de escuchar.

O no hacemos contacto siquiera. Ignoramos y proyectamos nuestro deseo en palabras, en ordenes. En fugas hacia otros lugares donde no hagamos contacto con otros.

Recibir, en cambio, es hacer silencio. El silencio, por ejemplo, es lo primero en la música. La música existe porque existe el silencio. El silencio mismo en la música es lo que nos atrapa. Ese momento de vacío es como una puerta a conectar con el infinito. Como cuando hacés la vertical y te das cuenta de que estás ahí y no hay nada mas, ni pensamiento, ni yo, ni deseo. Solo estás en equilibrio y el presente es infinito. Recibir es sentir, es procesar y devolver eso que me llegó. Es ser movido por el movimiento anterior. Para recibir tengo que despertar mi sensibilidad

¿Ser sensible para qué? Para captar la belleza que hay en todas las cosas. Pero no hablo de una belleza superficial o meramente estética. La belleza de la creación constante que es la existencia. ¿Para qué practicar estar atento sino? Durante años me sentaba en meditación creyendo que iba a llegar a algún lugar, tenía esa idea fija de resultado. La iluminación como una creencia de occidente, como la traducción del cielo o el paraíso de los cristianos. La idea de conquista de algo jamás puede ser la iluminación. Seguro, habrá sido un aprendizaje para hacer silencio. Y ese silencio me llevó a ver otra cosa. En aquel momento y por mucho tiempo no veía nada. Meditar era una forma de escape, una forma de no hacerme cargo de algunas cosas. Ser sensible es conectar con la vida, Con los otros, con lo que hago, con los lugares que habito.