Efesios-124 El andar del cristiano

5 lug 2024 · 8 min. 18 sec.
Efesios-124 El andar del cristiano
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El andar del cristiano En la segunda parte de la carta a los Efésios, Pablo pasa a mostrarnos cómo el evangelio se evidencia en la vida del cristiano. En el...

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El andar del cristiano

En la segunda parte de la carta a los Efésios, Pablo pasa a mostrarnos cómo el evangelio se evidencia en la vida del cristiano.

En el capítulo 4, Pablo comienza con esta petición a los cristianos de Éfeso: “os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados.” Puesto que Dios nos ha llamado a la salvación y santificación, y nos ha dado su poder para ser fortalecidos internamente, debemos vivir diariamente como corresponde a esta vocación.

¿Y cómo es esta manera de andar o de vivir? En primer lugar Pablo da una lista de actitudes que describen al cristiano en los versículos 2-5: “con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.”

Las características que menciona son parte del fruto del Espíritu: humildad, mansedumbre, paciencia, amor, paz, todo esto necesario para preservar la unidad en el Espíritu. La unidad en la fe y el conocimiento de Dios nos permite no solo ir creciendo en el Señor, sino también ayudando a otros a crecer. Dios, en su sabiduría, usa a individuos para perfeccionarnos unos a otros. En las palabras de Pablo, “que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. (Efesios 4:15-16)

Así como veíamos en el capítulo 3 que Dios usa a los creyentes para mostrar su sabiduría a los principados y potestades en el universo, Dios usa a su iglesia para la mutua edificación, cada uno con su don personal, usándolo en mansedumbre para la gloria de Dios.

En los últimos tres capítulos vemos cómo la antigua manera de vivir es sustituida por una forma de andar de acuerdo con la vida nueva en Cristo. Pablo no describe un cambio de actuación aprendido, sino más bien presenta un cambio interior que se va reflejando en una nueva forma de vida. Las conversaciones necias y vacías pasan a ser conversaciones de gratitud y alabanza. En lugar de agradarnos a nosotros mismos, buscamos agradar a Dios, evitando actitudes y acciones que Dios condena y haciendo aquellas cosas que Dios aprueba.

Este cambio de corazón se refleja también en nuestra relación con otros. En primer lugar, se muestra en nuestra relación con los más cercanos. La última sección de Efesios 5 describe una relación de amor y respeto mutuo entre el esposo y la esposa. Y los primeros versículos del capítulos 6 tratan la relación entre padres e hijos, así como las relaciones laborales.

Todas estas relaciones interpersonales tienen en común el respeto que Dios da a cada ser humano y que espera de nosotros. La falta de respeto interpersonal es síntoma de una pobre relación con Dios que necesita atención. Cuando tratamos con otros, debemos hacerlo para agradar a Dios, y no a los hombres, “sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre” (Efesios 6:8).

Cuando actuamos con este principio en mente, la relación entre el esposo y la esposa mostrará el amor de Dios a la iglesia, y el respeto de la iglesia a Cristo, y esto se reflejará en la administración y el funcionamiento del hogar. Los hijos que entienden la bendición de Dios a aquellos que le obedecen, mostrarán respeto a sus padres, y los padres que comprenden que su autoridad como padres es una responsabilidad dada por Dios, al cual tendrán que dar cuenta, tratarán a sus hijos con el cuidado y la dedicación que Dios espera de ellos. En el ámbito laboral, el trabajador tratará a su jefe con respeto y el empresario no se aprovechará de sus empleados, sino que los tratará correctamente.

Todo esto, una vez más, es imposible de mantener diariamente sin los recursos que Dios nos ha dado en el momento de la salvación. Cuando recibimos la salvación de Cristo, obtenemos también la armadura de Dios, “para que podamos resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.” (Efesios 6:13): El yelmo de la salvación nos capacita para llevar la armadura, el cinto de verdad nos guía, la coraza de justicia nos da la capacidad para tomar las decisiones correctas en la batalla, el escudo de la fe nos protege de la duda y el desánimo, y podemos usar la espada de la Palabra cuando nos enfrentamos a las tentaciones diarias.

Recordemos en las situaciones diarias que nuestro verdadero enemigo no es la persona que tenemos delante. No olvidemos que nuestra lucha es contra fuerzas espirituales, “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Efesios 6:12)

Tomemos por tanto los recursos que Dios nos ha dado, y vivamos una vida según el corazón de Dios. Comprobaremos que esta forma de vivir no solo agrada a Dios, sino que es una vida mucho más gozosa y llena de paz en nuestro interior y con los que nos rodean.
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Informazioni
Autore David y Maribel
Organizzazione David y Maribel
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