Hablando con Mabel sobre miedos y tiburones, me volvió a dar una lección de vida.
-“A veces si hay tiburones en Cornualles”.
-me dijo-.
*****
Una noche más me recuerda lo alto que puedo volar, que quedarse para luchar por lo que realmente se quiere, siempre es mejor que irse y que en todo lo pequeño está la grandeza de lo importante, de la vida y de la verdadera felicidad.
Uno de los regalos más bonitos que me llevo de Madrid es rodearme de personas increíbles, personas que llegan para quedarse y ponerse a la altura de tu corazón. Que aunque esté oscuro, lo sea un poquito menos cada vez que existen reencuentros.
Al final Cornualles está libre de tiburones cuando empiezas a entender que la mejor inversión de felicidad va de resistir y elegir bien a quienes quieres a tu lado.
Y que la vida consiste en soñar, disfrutar en buena compañía y dejar perder el tiempo en tonterías.
Como Mabel dice “Hay que seguir soñando, no nos pueden ganar la partida”
Es sencillo. Al final así todo está bien, pero a veces se nos olvida un poco.
Supongo que todo es cuestión de magia… Aunque para magia TÚ sobre un escenario, tú que encierras años de luz y vida en unos minutos.
*Ojalá que no se apague ni acabe nunca.*