Colosenses-132 Asidos de la Cabeza
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Descrizione
Asidos de la Cabeza Pablo escribía a personas que habían conocido a Cristo. Los que antes vivían bajo religiones que marcaban el comportamiento que debían seguir sus fieles, ahora vivían...
mostra di piùPablo escribía a personas que habían conocido a Cristo. Los que antes vivían bajo religiones que marcaban el comportamiento que debían seguir sus fieles, ahora vivían para agradar a Dios. Esta nueva forma de vida no dependía del cumplimiento de ritos y normas. La nueva condición se reflejaba en una vida ordenada, pero no porque la salvación del alma dependiera de la obediencia a leyes. La salvación del alma la habían obtenido al depositar su fe en Cristo, y el poder de Dios había transformado cada vida. Ahora ya no tenían que sucumbir a las tentaciones del pecado. Como vimos en la carta a los Gálatas, tampoco podían confiar en sus buenas obras ni tenían por qué depender de estas para su bienestar espiritual.
Como en Gálatas, en Colosenses 2:20-23 Pablo explica que habiendo sido salvos de la ley y el pecado, ¿por qué seguiría alguien con todas estas ataduras?
“Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.”
Pablo explica aquí que todo esfuerzo que pueda hacer una persona por mejorarse a sí misma puede tener algo de provecho humano pero nadie puede obtener la salvación del alma por su propio esfuerzo, por muy bueno que sea. Por tu esfuerzo y disciplina puedes llegar a ser considerado sabio y tener buena reputación ante la gente, pero el apóstol declara que todos estos esfuerzos humanos no tienen en realidad ningún valor incluso contra los apetitos de la carne. Puede decir esto porque no hay humano que pueda vivir toda su vida en completo control de sus emociones y acciones. Tarde o temprano llegamos a una situación en la que perdemos el control y hacemos aquello que nos habíamos propuesto no hacer. El único en la historia de la humanidad que puede decir que ha vencido la carne es Cristo. Él no cayó en ningún momento de tentación, y es el único del que podemos afirmar que jamás pecó.
El versículo 19 del capítulo 2 explica que la manera de vivir una vida cristiana victoriosa es “asiéndose de la Cabeza.” El versículo explica que necesitamos estar asidos de Cristo para poder crecer. Es “en virtud de (Cristo) que todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios.”
Solo cuando hemos llegado a formar parte del cuerpo, que es la iglesia de Cristo, podemos permanecer bien conectados al que es la Cabeza, “asidos de Cristo”, y así permanecer firmes. En ese momento, podemos, como dice en el capítulo 3, hacer morir lo terrenal en nosotros, “cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,”
No quisiéramos causar ira a la Cabeza, ni vivir en desacuerdo con esta. Creo que estaríamos de acuerdo que en un cuerpo mortal, cuando no hay buena conexión entre la cabeza y el resto del cuerpo, tenemos un serio problema funcional. De la misma manera, el Cuerpo, que es el conjunto de personas que hemos confiado en Cristo como nuestro Salvador, queremos mantener una relación coherente y pacífica con la Cabeza, que es Cristo.
Para que cada parte el cuerpo pueda funcionar en armonía, es imprescindible que cada uno de nosotros estemos constantemente conectados a la Palabra que Dios nos ha dejado. A través de la Biblia podemos conocer a Dios y descubrir su voluntad. Así que Pablo les deja este consejo de vida en Colosenses 3:16-17:
“La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.”
Esta preciosa armonía hace que el cuerpo funcione para la gloria de Dios. Cada uno estudiando la Palabra de Dios, enseñándonos y animándonos unos a otros, alabando al Señor en nuestros corazones y compartiendo su alabanza unos con otros, y llevando cada pensamiento o acción a Dios, de forma que todo lo que hacemos o no hacemos, es para traer gloria al Padre por medio de la Cabeza que es Cristo.
Gracias a Dios por este precioso misterio, por este perfecto plan. Vivamos en unidad y armonía para proclamar su gloria.
Informazioni
Autore | David y Maribel |
Organizzazione | David y Maribel |
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