Debe ser una de las obras mejor logradas del mimado director norteamericano, Wes Anderson, quien una vez más, nos sorprende con una paleta exquisitamente estética, y de impecable ambientación (casi como un auténtico viaje inmersivo en el tiempo, pero hacia el pasado). Un aplicado Anderson que nos ofrece no sólo las costumbres, y pataletas propias de la época, sino las irreverencias atemporales inherentes a la naturaleza humana.
Haciendo ejercicio como nunca antes, de una creatividad ilimitada circunscrita a una realidad preexistente (no caricaturesca, como en el caso de "Isla de Perros") o surrealista (como en, "El Gran Hotel Budapest") en esta producción se da el lujo de mezclar, Ciencia, Narrativa, y Desarrollo de Personajes (algo muy difícil de lograr) simultáneamente. Destacan así por ejemplo, tecnologías imposibles, desarrollo de fenómenos astronómicos inviables, artefactos y marcas (que únicamente sobreviven) dentro de la imaginación de Anderson.
Todo lo anterior -por si fuera poco- dentro de la lógica desalmada de un formato narrativo, digno de una muñeca rusa (un género dentro de otro). La magia de una película con personajes y situaciones (que debieran ser posibles) en un poblado imposible (pero que se siente factible)