El Ratón y el águila.

Hace mucho tiempo, hubo una gran tormenta que se acercaba a un bosque y todos los animales estaban preocupados. Y cada uno tenía un plan de cómo iba a sobrevivir a la tormenta. Pero dado que tal tormenta nunca golpeó ese bosque, no era una garantía de que ninguno de sus planes funcionara.

El águila dijo que volaré sobre la tormenta y usaré su viento a mi favor. Me elevaré a nuevas alturas hasta que la tormenta desaparezca. A quien le gustaría subirse a mi espalda y volar conmigo.

La tortuga se burló, el conejo se echó a reír, y las hienas cayeron sobre sus caras que se rieron. Pero un ratoncito dijo iré, lo que debo, lo haré. El águila respondió sube a mi espalda agarra mis plumas y no me sueltes. Mientras permanezcas y me dejes llevarte a través de la tormenta, estarás a salvo.

La tortuga dijo bien, esa es la idea más tonta que he escuchado. Mi idea es mejor me voy al agua y allí estaré a salvo de cualquier problema. ¿Por qué no me sigues? El ratón respondió que si te sigo me ahogaré. Porque no puedo respirar bajo el agua como los peces, ni aguantar la respiración tanto como tú, ni nadar.

Las hienas se rieron y se partieron de risa. Y luego dijo que estamos listos para morir. Entonces, ¿por qué no unirse a nosotros y ser valiente? El ratón respondió qué puedes prometerme después de que muera. Las hienas respondieron una buena risa antes de la muerte.El ratón respondió que lo que dijiste no tiene ningún sentido. Al escuchar las palabras del ratón, se rieron más fuerte.

El conejo dijo que entraré en mi madriguera y estaré bien y seguro hasta que se vaya la tormenta. No te pediré que vengas porque no tengo suficiente comida para ti solo para mí y mi familia. La tormenta se acercó al bosque de repente cuando el conejo estaba en la madriguera del conejo, vino un terremoto con la tormenta y el conejo y su familia murieron.

La tortuga hizo lo que dijo y saltó al agua del pantano y había caimanes listos para comérselo, lo cual hicieron antes de que ellos mismos murieran en la tormenta.

Las hienas se rieron hasta sus momentos finales y fueron muertas por la tormenta. Esa tormenta fue tan brutal que todos los árboles del bosque se derrumbaron uno a uno.

El ratón se subió a la espalda del águila antes de la tormenta agarrándose de las plumas del águila y no soltándola, pero sobrevivió a la tormenta. Sabiendo que no debe soltar las plumas sin importar qué o cuán fuerte lo golpee el viento.

El águila tomó la tormenta y voló allí subiendo y subiendo hasta que voló sobre la tormenta y luego sobre las nubes. Usando el viento a su favor. Y tanto el ratón como el águila sobrevivieron a la tormenta.

La moraleja de la historia es que a veces Dios, si nos aferráramos a él por fe, nos haría pasar por la tormenta a una altura más alta en lugar de escondernos o aceptar una perdición repentina por ella. Lo que está hecho para destruirnos muchas veces nos fortalecerá solo si nos aferramos a Dios y no lo soltamos. Que nosotros como este ratoncito agarremos a Jesús en nuestras tormentas y no lo sueltemos por más fuerte que nos golpeen las tormentas de esta vida.

Isaías 40:28-31 ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.