008_Navidad-José dispuesto a ser usado por Dios

13 dic 2023 · 9 min. 29 sec.
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El evangelio de Lucas narra cómo el ángel Gabriel apareció a María en sueños para comunicarle los planes que Dios tenía para ella. He de insertar aquí que hoy día...

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El evangelio de Lucas narra cómo el ángel Gabriel apareció a María en sueños para comunicarle los planes que Dios tenía para ella. He de insertar aquí que hoy día no hay apariciones del Señor ni de sus ángeles para comunicar la voluntad de Dios. Dios ya ha compartido Su voluntad para la humanidad en Su Palabra, la Biblia, y es ahí donde el Señor quiere que acudamos diariamente para conocerle mejor.

Uno de los dilemas de María era el hecho de que ella estaba desposada con José, y claro, aún no estaban casados y todavía no habían tenido relaciones. ¿Cómo sería esto de quedarse embarazada? ¿Cómo podría explicarle a José que estaba embarazada pero no le había sido infiel? ¿Qué opinaría él? ¿Estaría de acuerdo con el plan?

Vemos en el libro de Mateo que José no había recibido palabra del Señor cuando se enteró que María estaba embarazada. Quizás fue después de volver de casa de Elisabet que María le explicó a José que ella estaba embarazada, pero que era por obra del Espíritu Santo. Una historia difícil de escuchar y aceptar para José, ¿no crees? Leamos la narración en Mateo 1:18-25.




“El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.
19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.
20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:
23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.
24 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.
25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.

El texto nos cuenta que al principio, cuando María le dió las noticias, la primera preocupación de José fue por María. Estaban comprometidos, pero para el pueblo judío esto ya era un compromiso matrimonial sin haberse consumado. Ahora descubría que María estaba embarazada y él no era el padre. La quería creer. Quizás él recordara las Escrituras que indicaban que una virgen concebiría. Pero esta era su virgen desposada con él. ¿Qué dirían en el pueblo? Era imposible que todos oyeran la historia que contaba María y la creyeran. Es más, no esperarían que él la creyera. Todas las opciones eran malas para José. Y él decidió no presentar cargos de infidelidad contra ella, los cuales podrían condenarla, así que optó por abandonarla en secreto. Esto probablemente hubiera significado salir del pueblo y mudarse a otro lugar. Ahora bien, recordemos que José era el carpintero del pueblo. Todos le conocían, y tendría su negocio ya bien asegurado. Ahora estaba dispuesto a dejarlo todo y empezar de nuevo en otro lugar para proteger a María, su desposada. Eso es amor.

Pero vemos en el texto que Dios no le permitió hacer esto. Un ángel del Señor le apareció para confirmarle los planes y mostrarle que él también era parte de la historia. Primeramente estableció que él era descendiente de David, de donde había de venir el Mesías. Aún cuando el niño no fuera concebido por José, Dios escogió a un padre terrenal que pertenecía al linaje escogido.

El ángel le confirmó la historia que él ya ha escuchado de María, asegurándole que el bebé que María llevaba en su matriz era sin duda engendrado del Espíritu Santo. Y le explicó que Jesús, el Salvador, venía a salvar de pecado a su pueblo. El ángel le confirmó que Jesús era el Mesías, el Ungido de Dios, el Enviado, del cual hablaron los profetas, y que todo el plan para esta nueva vida que recibirían en su hogar era el plan perfecto de Dios.

Así que vemos a José despertando del sueño, y siguiendo la voluntad de Dios al detalle. Fue a María, y la recibió, casándose con ella. Para respetar el plan de Dios, se abstuvo de tener relaciones con ella hasta que María ya había dado a luz a Jesús. Esto era uno de los sacrificios que José estuvo dispuesto a hacer para que el plan de Dios fuera perfectamente llevado a cabo.

Cuando llegó el momento de ir a Belén, trajo a María con él, la cual estaba para dar a luz ya, probablemente sabiendo que este era el plan de Dios para el nacimiento del Mesías. José cuidó a María y crió al Hijo de Dios, soportando las injurias que la gente diría durante toda la vida de Jesús.

Mateo 13:54-57 nos narra que durante el ministerio de Cristo, algunos lo menospreciaban, viéndolo como el hijo del carpintero, y por tanto sin autoridad para enseñar. Pero esto no impidió el ministerio glorioso de nuestro Señor.

Dice el texto: “venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros?
55 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas?
56 ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?
57 Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa.”

Para cuando Jesús murió en la cruz, ya no vemos a José en la historia; probablemente ya habría fallecido. Pero vemos que Dios había escogido a un padre terrenal que cuidara de Jesús, le enseñara a trabajar con sus manos (Jesús es también llamado el carpintero), y se asegurara de su crecimiento en sabiduría (Lucas 2:52).

¡Qué bendición ver a unos padres dispuestos a criar a un hijo con la certeza de que este niño no les pertenecía, que le pertenecía a Dios. Es un reto para los que somos padres, de estar dispuestos a criar a nuestros hijos con la certeza de que en realidad no son nuestros, sino verlos como lo que realmente son, regalos de Dios, los cuales queremos educar para la gloria de Dios.

Al meditar en la historia de la Navidad, dediquemos nuestras vidas y la de los de nuestra casa para que traigamos gloria al único que la merece. A Él sea la gloria.
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Informazioni
Autore David y Maribel
Organizzazione David y Maribel
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